Javier Corcobado: Cambios de piel

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«Me interesa mucho la interpretación, sobre todo en el terreno de la canción melódica. Más que la composición»

Ayer vio la luz “Luna que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad”, un álbum en el que el Javier Corcobado revisa desde su óptica personal canciones del repertorio de Frank Sinatra, Serge Gainsbourg, Caetano Veloso, José Alfredo Jiménez, Manuel Alejandro y Spacemen 3, entre otros. Eduardo Guillot lo entrevista.

 

 

Texto: EDUARDO GUILLOT
Fotos: AINTZANE A. OAR-ARTETA

 

 

Había grabado versiones con anterioridad (y álbumes como “Boleros enfermos de amor”), pero Javier Corcobado no tenía un disco completo como solista dedicado de manera íntegra a temas ajenos. “Luna que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad”, donde se pone en la piel de Fred Astaire, Frank Sinatra, Serge Gainsbourg o José Alfredo Jiménez, zanja la deuda.

¿Cómo surgió la idea? ¿Te debías un disco como este?
Creo que tenía pendiente hacer un disco de versiones que no fuera muy extenso. Inicialmente iba a sacar un álbum doble, recurriendo también a las versiones que he ido grabando a lo largo de mi carrera discográfica. Pero al final decidí que no, que era mucho más limpio y puro editar estas diez canciones, que son las que hemos grabado a lo largo de un año. Algunas las conozco desde niño y tenía muchas ganas de cantarlas. ‘The shadow of your smile’ formaba parte de mi vida, y siempre había querido hacerla, aunque no había encontrado la manera. ‘The world we knew’, de Sinatra, la estaba tocando en directo los últimos años, y por fin he podido grabarla. Ha sido una selección de canciones que considero que son muy buenas, así de sencillo, tanto en composición como en interpretación. Casi todas son canciones de amor, muy románticas, para crooner. Tenía un reto conmigo mismo, que inicié cuando hice la versión de ‘Puerta del amor’, de Nino Bravo, en 1989, consistente en intentar cantar una canción que es muy difícil, y en este disco hay varios casos así, que me han ayudado a mejorar. De hecho, me interesa mucho la interpretación, sobre todo en el terreno de la canción melódica. Más que la composición.

¿Interpretar puede ser tan creativo como componer? ¿Qué valor das a la interpretación per se?
Ahí están los grandes ejemplos de dos enormes crooners, como Frank Sinatra y Raphael, que aunque no componían las canciones, las hacían suyas con su estilo interpretativo. Yo he intentado hacer un disco con todo el respeto del mundo por estos grandes intérpretes y compositores. No he pretendido, en ningún caso, mejorar las versiones originales, ni mucho menos. He intentado cantarlas a mi manera y acompañado por mi orquesta, que tiene también un determinado y reconocible estilo de tocar. Ante todo, he tenido mucho respeto por la interpretación y la composición de la música, más que por las letras. Aunque las letras son buenas, lo importante es la canción en sí, la melodía, los acompañamientos, los arreglos. Hay verdaderas obras maestras de composición pop, como ‘Le poinçonner des lilas’, de Gainsbourg.

Casi todas son interpretaciones basadas en las de los propios autores, pero no en el caso de ‘Carioca’. ¿Por qué escogiste la de Fred Astaire? ¿Es la que más te gusta?
La primera que oí fue la de Imperio Argentina, pero la letra es un poco libre [risas]. Creo que es de 1934. La de Fred Astaire la escuché hace cuatro o cinco años, porque solo conocía la instrumental, la que bailó con Ginger Rogers en la película “Flying down to Rio” [Thornton Freeland, 1933]. Me fascinó su manera de cantar, esa dulzura, ese mínimo esfuerzo con unos resultados tan emocionantes. Y ‘Te estoy queriendo tanto’ es la basada en la versión de Manuel Alejandro, no en la de Raphael, que trastocó la letra y la hizo suya.

¿Fue difícil la selección? ¿Se han quedado muchas fuera?
Había muchas más. Estaba ‘Ansiedad’, de Nat King Cole, que quería hacer con vasos llenos de agua, como los que tocan en las calles los inmigrantes del Este. Y deseaba grabar una versión en rumba, pero no lo conseguí, de ‘Alma, corazón y vida’, el bolero de Los Panchos. También estaba ‘Chez les ye-yé’, de Gainsbourg… Al final, decidí afrontar las que iban a quedar mejor. No quería nada de suciedad en el disco, sino mucha limpieza, y he preferido ser breve.

Está grabado en diversos estudios y fechas. ¿Cómo ha sido el proceso?
Ha dependido de la disponibilidad de los estudios y los ingenieros de sonido, que han sido muy generosos y se han volcado muchísimo en el proyecto, a pesar de que ha sido muy intermitente. Empezamos en septiembre del año pasado, grabando tres canciones en el estudio de Carlos Ann. Después seguimos en Bilbao, en marzo de este año, con otras tres canciones. En mayo seguimos en el estudio de Manolo Camacho, que suele ser nuestro técnico de sonido en directo en España. Allí hicimos cuatro más. El resto, y las voces, lo grabé en el estudio de Gonzalo Lasheras, con quien también mezclé y mastericé. Su intervención en la coproducción ha significado que volvamos a trabajar juntos después de muchos años, porque él produjo “Agrio beso” [1989], mi primer disco en solitario. Desde entonces no habíamos vuelto a coincidir y ha sido un placer, porque para mí es muy duro grabar. Es un trámite que me cuesta muchísimo. No soy capaz de disfrutar cantando y tocando en un estudio. Solo me gustan las mezclas.

Los dos últimos discos los habías grabado con Gerry Rosado. ¿Qué te llevó de nuevo hasta Gonzalo Lasheras?
Es un disco en el que la voz tiene que sonar muy bien, debe estar lo mejor cantado posible y Gonzalo es un maestro en el tratamiento del sonido de las voces, y una persona que me corrige de manera muy acertada. Vi bastante claro que había que hacerlo con él.

Dos temas están grabados con Carlos Ann. ¿Qué relación tenéis?
Somos amigos, y de vez en cuando nos reunimos y nos reímos mucho. Además, su mujer, Mariona Aupí [ex Fang], también ha colaborado en el disco. Para mí es una de las grandes voces en la actualidad. Le propuse que cantara el dueto de ‘Coração vagabundo’, el tema de Caetano Veloso y Gal Costa. Ha quedado muy bonita. También hizo coros en ‘El camino de la noche’, de José Alfredo Jiménez. Creo que, además, Mariona va a participar en algún concierto.

El resto es la banda de directo, ¿no?
Sí, llevo ya algún tiempo con ellos. Jesús Alonso [batería] lleva ocho años conmigo, ya ha grabado varios discos. Susana Cáncer [piano y órgano] ha grabado intermitentemente y girado desde el año 94, y ahí sigue. Luwego está Fino Oyonarte [bajo] y Juan Pérez Marina [guitarra], que lleva un año. Además, ha habido algunas colaboraciones en las canciones que se grabaron en Barcelona.

«Lo he dicho muchas veces: Yo soy crooner desde que nací. En las fiestas de cumpleaños ya me ponían a cantar desde los cuatro o cinco años. Temas de Julio Iglesias, Antonio Machín… Me subían a una mesa y los cantaba»

Hay temas en inglés, francés y portugués. ¿Te planteaste adaptar alguno al castellano?
No. Nunca lo hago. Respeto la versión y el idioma originales. Prefiero no hacerlo. Hace muchos años me propusieron adaptar ‘Mystery train’, una canción de Elvis Presley, coincidiendo con un aniversario de su muerte. Era obligatorio hacerla en castellano y la versión me horrorizó. Creo que jamás he vuelto a hacer nada igual. Las canciones originales se concibieron en un idioma y creo que es mejor respetarlo, según mi punto de vista.

¿Es realmente este tu disco más crooner?
Lo he dicho muchas veces: Yo soy crooner desde que nací. En las fiestas de cumpleaños ya me ponían a cantar desde los cuatro o cinco años. Temas de Julio Iglesias, Antonio Machín… Me subían a una mesa y los cantaba. Esa actitud, que va conmigo, también ha ido siempre acompañada de la vertiente más disonante, de buscar más excesos en el sonido o de investigar en las estructuras de las canciones y en toda la sonoridad, intentando construir a veces cosas inauditas e inéditas. En este disco creo que he sido muy ortodoxo y fiel a esta actitud crooner de la que hablaba, al cien por cien, exceptuando, quizá, ‘Losing touch with my mind’, aunque también, ¿por qué no? Aunque es una canción de Spacemen 3, lo que más me atrajo de ella es, a su vez, que es una versión de cualquier canción de The Stooges, pero ralentizada, como le gustaba tanto a Spacemen 3: Coger riffs de The Stooges, ralentizarlos y hacerlos más psicodélicos y más opiáceos incluso de lo que eran. Excepto esa canción, digamos que todo lo demás es muy de repertorio de cantante melódico romántico, crooner o como lo quieras llamar.

Pese a que sigue presente en ‘El rey’ y ‘Losing touch with my mind’, ¿se ha mitigado tu lado feroz y eléctrico?
No puedo hablar del próximo disco, aunque estoy componiendo y seguramente sí va a haber ferocidad, la que no pude introducir aquí [risas]. No es que no pudiera, es que no lo veía apropiado. Como dices, el final de ‘El rey’ se acerca a esa ferocidad, es un homenaje a The Velvet Underground, como quitarme el sombrero ante ellos. Y en ‘Carioca’ hay también hay un guiño disonante muy interesante, a mitad de la canción. En ‘Losing touch with my mind’ quise respirar un poco, hacer una versión de diez minutos con un acople de un minuto en la entrada y otro en la salida. Está muy bien para el final del disco, un pequeño respiro rock, nada más.

Vuelves a editar con PIAS. ¿Cómo te desenvuelves en la industria actual?
Cambié de compañía en 2005, después de “Editor de sueños”. La relación con DRO ya era muy difícil, estábamos en pleno declive de las discográficas y era ese momento en que el sello te decía que te grabaras el disco con tus medios y ellos te lo sacaban. Se acabó la producción ejecutiva. Ahora las cosas siguen así, y con PIAS es lo mismo: La inversión en grabación la hemos hecho nosotros. Lo raro es que un sello invierta en la grabación de un disco. DRO quedó lejos. Tiene bastantes discos míos en repertorio y me imagino que en el futuro harán reediciones, como la esperada de Mar Otra Vez, que todo el mundo quiere y nunca se produce. Yo ya tiré la toalla, lo intenté hace años y con mucha vehemencia, quise sacar un CD de Mar Otra Vez porque el material nunca estuvo digitalizado y solo existe en vinilo. Cuando alguien quiera, que lo haga. Imagino que algún día saldrá un recopilatorio digno de Mar Otra Vez.

¿Crees que el disco puede funcionar bien en México, donde tienes un público fiel?
Creo que sí, sobre todo por las versiones de Agustín Lara y José Alfredo Jiménez. No tanto por las norteamericanas. De todas formas, mi público en México es bastante condescendiente conmigo, me tolera muchas cosas, y yo se lo agradezco muchísimo. Pero no sé si un disco va a funcionar o no. No tengo ni idea al respecto. Hace años me podía aventurar en algún comentario, pero ahora no lo sé. Espero que sí, por supuesto, porque si funciona bien, implica que podamos tener conciertos, que es nuestro trabajo, de donde tenemos que vivir.

Hablando de México, cada vez que escucho a Bunbury me acuerdo de ti. Ahora también va de crooner, cuando mientras tú versioneabas a Nino Bravo (‘Puerta del amor’) o hacías “Boleros enfermos de amor”, él estaba haciendo gorgoritos con Héroes del Silencio. ¿Te molesta?
Estoy absolutamente desinformado de su carrera, así como de la de muchos otros cantantes y grupos españoles actuales. Llevo años desconectado de todo esto, y no puedo opinar porque desconozco su obra. Me aventuraría mucho a hablar de él sin conocer apenas su obra.

¿Cómo va a ser la gira?
Vamos a retomar canciones antiguas que hacía tiempo que no tocábamos, como ‘Desde tu herida’, ‘La libertad (es la cárcel más grande todas las cárceles)’ y algunas otras. Es una gira para teatros. De hecho, llevo cinco años intentando tocar solo en teatros. Pero ha sido imposible. La gira de “A nadie” nos pilló en mitad de la crisis, y pretendíamos hacer muchos más teatros de los que hemos hecho. Pero cuando la sala es digna y merece la pena, tocamos.

Desde aquí puedes acceder a la web de Javier Corcobado.

 

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