FONDO DE CATÁLOGO
«Javier Álvarez fue siempre una rara avis en libertad»
Luis García Gil recupera el debut de Javier Álvarez, un disco muy personal en el que contó con las colaboraciones de Ana Belén o Pedro Guerra, que tuvo una cálida acogida cuando vio la luz en 1995.
Javier Álvarez
Javier Álvarez
CHRYSALIS, 1995
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
En los años noventa renacen los cantautores cuyo concepto hundía sus raíces en el franquismo, asociado a una canción protestataria, con mucha letra y poca música, algo errado a poco que se ahondara en algunos de sus hacedores más ilustres, verbigracia Joan Manuel Serrat o Luis Eduardo Aute. Javier Álvarez fue siempre una rara avis en libertad. Huía de etiquetas y abrazaba el pop anglosajón con la misma licitud que otras músicas. De ahí su rendida admiración por Michael Jackson.
Todo eso se percibe ya en su primer disco, que apareció sin título, fresco y vital, con el impulso creativo de las obras iniciales cuyas ideas desarrolla abiertamente desde el primer corte, “La edad del porvenir”, que es como un himno generacional y una estimulante carta de presentación a la que seguía la pegadiza “De aquí a la eternidad”, otro ejemplo de fluencia, ritmo y sensibilidad con Ana Belén como segunda voz. Retrato en femenino que no carga las tintas del drama en el que se nota la mano musical de Gonzalo Lasheras con el acompañamiento de los muy competentes Javier Colina o Tino di Geraldo.
Hay un aroma folk y country que recorre algunos pasajes del disco como “Ciega fe”, estampas enternecedoras como “La madre de Fabián” con coros de Ana Serrano y Luis Pastor y canciones-manifiesto de rebeldía generacional y gotas de insumisión como “1, 2, 3, 4”. El Madrid nocturno se deja ver en el lamento amoroso de “Credo”, confesional y descarnada. Por su parte, “Luna de menta” invoca y personifica a la luna «más bruja que bruja» y es inevitable pensar en la luna cantada en la década anterior por Víctor Manuel, tan admirado por el cantautor madrileño.
Por el paseo de la Castellana del callejero capitalino sitúa Álvarez una de las canciones más celebradas de este disco, “Piel de pantera”, coro y guitarras en armónico diálogo, con ese explícito «muerdo por fuera / me como por dentro». Más noche cantada y una certera imagen a la fauna urbana noventera, a la hipocresía moral, que se centra en este caso en una prostituta a merced de las circunstancias. No titubea Álvarez en su escritura, a veces lírica y otras más directa, con ese modo de situar el espejo en la gran urbe y en los personajes que la recorren.
“Amor en vena” con música de Pedro Guerra, “Miss universo”, “Las casas de cartón” y “En esta casa” conforman otros momentos del disco cuyos arreglos refuerzan la senda pop por la que transita el madrileño, que le diferencia de los coetáneos Ismael Serrano o Pedro Guerra más aferrados, al menos en apariencia, a la estética del cantautor al uso de guitarra y voz.
Destaca la melancolía sufriente y lluviosa de “Las casas de cartón” con su agudísima pintura social, recreación de una canción compuesta en los años setenta por el venezolano Ali Primera. Todo ello antes de la clausura anglosajona con el clásico folk “Are you tired of me darling?” que había versionado Nanci Griffith, muestra del amplísimo oído musical de Javier Álvarez, en el que podían fundirse los universos de Abba —guiño incluido a “Super trouper”—, Suzanne Vega o Rodney Crowell.
Tras este primer disco de presentación, el madrileño ya barajaba una segunda entrega más arriesgada y redonda, en la que le aguardaba Suso Saiz como productor. Pero esa es ya otra historia.
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Anterior Fondo de catálogo: Machine gun etiquette (1979), de The Damned.