CINE
“Un intento en vano de introducir aristas emocionales en la enésima revisión del modelo Cruise”
“Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás” (“Jack Reacher: Never go back”)
Edward Zwick, 2016
Texto: JORDI REVERT.
Personalidad devoradora y a la vez solitaria en Hollywood desde hace varias décadas, capaz de forjar su género propio o fagocitar la identidad de franquicias –el caso de “Mission: Impossible”−, Tom Cruise bien podría responder a la máxima que (sub)titula su última película: el actor que ya no puede volver sobre sus pasos porque ha llevado hasta las últimas consecuencias su prototipo innegociable. El Jack Reacher de “Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás” es quizá el ejemplo que mejor lo evidencia. Ya no se trata de un mero empoderamiento de la criatura literaria de Lee Child, algo que ya funcionaba solo a medio gas en la primera entrega de la saga, sino un intento en vano de introducir aristas emocionales en la enésima revisión del modelo Cruise.
El fracaso de esa tentativa viene además por partida doble. Por un lado, la réplica femenina dada por Cobie Smulders, que trae consigo un replanteamiento frustrado de los dominios heteropatriarcales del héroe de acción, quizá cargado de buenas intenciones, pero definitivamente fallido a la hora de derrocar lugares comunes. Por el otro, la introducción de la posibilidad –más como espejismo que como opción real− para el héroe en cuestión de sentar cabeza y ajustarse a un esquema familiar, posibilidad que la película, de una manera honesta, se encarga de descartar. Ambos desvíos en el camino colisionan con lo rocoso de ese arquetipo del actor que solo los acepta a regañadientes, demostrando que es en realidad menos maleable que otras figuras del género aparentemente más conservadoras, caso de James Bond.
Quizá sea porque los personajes de Cruise se definan en el eterno movimiento, en la esencia misma de la acción. O porque el esfuerzo del actor por controlar al milímetro los universos construidos en torno a su figura haya desembocado en un agotamiento de la flexibilidad de dichos universos. Quizá sea porque su carisma –indudable, por otra parte− haya acabado viéndose lastrado en la reiteración. Pero lo cierto es que “Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás” solo es capaz de enunciar sin llegar a convencer. Tampoco en lo que se refiere a la acción: Si “Jack Reacher” (Christopher McQuarrie, 2012) ya descubría cierto conformismo a la hora de diseñar las secuencias de acción, esta secuela tampoco parece tener especial interés por desarrollar una personalidad propia en ese plano. Tampoco ayuda, en fin, la presencia en la dirección de un Edwad Zwick ya alejado de las horas más épicas de su cine y entregado sin condiciones a la lógica avasalladora de su astro protagonista.
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Anterior crítica de cine: “Supersonic”, de Matt Whitecross.