«Fuimos un grupo al que no hicieron grande los medios, sino la gente»
Con su último disco, Autoterapia, Izal hará doblete en el Palacio de Deportes de Madrid y viajará por España, Europa y Latinoamérica. Un fenómeno imparable que no siempre ha gozado del mayor respaldo mediático, y que han hecho posible desde la independencia y gracias a su conexión con el público. África Egido mantiene una charla a corazón abierto con la banda, a la que acuden Mikel Izal (vocalista y guitarrista), Alejandro Jordá (batería), Emanuel Pérez “Gato” (bajo) y Alberto Pérez (guitarrista). Solo falta a la cita el quinto componente, Iván Mella (teclista).
Texto: ÁFRICA EGIDO.
Fotos: JESÚS ROMERO / JAVIER ROSA / JUAN PÉREZ FAJARDO.
Después de cuatro álbumes y un epé, la banda capitaneada por Mikel Izal mantiene un rumbo que no ha dejado de recalar en lugares agradables: conciertos multitudinarios, grandes festivales y, sobre todo, un apoyo del público que no ha parado de crecer disco a disco. En 2019, un año después de la publicación de Autoterapia, Izal preparan una extensa gira que les llevará a recorrer España y visitar algunos países de Europa y Latinoamérica.
El mismo día que en Madrid se anunciaba la llegada de una ciclogénesis explosiva, nos encerrábamos con Izal en su local de ensayo para hablar de su particular meteorología: la de una carrera que ha atravesado borrascas, anticiclones y vendavales. Con Mikel, Alberto, Gato y Alejandro, repasamos su carrera, los matices de su música y la escena que les rodea.
Ha pasado casi un año desde vuestro cuarto disco. Con estos meses de distancia, ¿qué ha supuesto Autoterapia en vuestra carrera?
Mikel: La sensación que tenemos es que ha sido un grandísimo cuarto disco. Es el que más nos emocionó grabar, y a mí, componer. Mejoramos en composición, arreglos, mecánica de trabajo… Estábamos más alineados los unos con los otros. Con Copacabana, nuestro tercer disco, pensamos que quizá eso era todo, porque fue genial: llenamos un Palacio de los Deportes por primera vez e hicimos una gira impensable tres años antes. El listón estaba ahí. Hubo muchos temas de los tres primeros discos que la gente convirtió en himnos, y es muy complicado que eso pase otra vez en el cuarto. Sin embargo, desde que se lanzó Autoterapia nos quitamos todas las dudas, porque con los dos singles, «El pozo» y «Pausa», vivimos algo que nunca habíamos vivido en cuanto a respuesta del público. Vimos que nos esperaba una aventura agradable.
¿Os ha ocurrido a menudo, eso de que el público acoja algunas canciones de una forma inesperada?
Alejandro: Pasó con «La piedra invisible». Nosotros flipábamos y el público no tanto.
Gato: Hay canciones que nosotros vemos como canciones menores y luego acaban conectando más de lo que conectan con uno.
Mikel: «Pausa», por ejemplo, es la más lenta de nuestra discografía y eso te puede hacer pensar que no es apta para un festival, por ejemplo. Sin embargo, decidimos tocarla en todos los festivales del año pasado y era uno de los momentazos de nuestro concierto, porque se emocionaba la gente de otra forma. Luego les dábamos caña y podían sudar todo lo que quisieran, pero…
¿Creéis que el público no aceptaría bien un respiro en la intensidad de vuestro show?
Mikel: Es que el festival es un marco muy concreto. No le tenemos en absoluto miedo al silencio ni a la calma, pero en un festival te dan sesenta minutos para que tires tu artillería. «Pausa» era una apuesta arriesgada para nuestro repertorio.
Alejandro: De hecho, en otro festival en la gira anterior, no elegimos con mucho acierto el repertorio y lo notamos en el público. Era el primer concierto y tuvimos que rehacer todo.
Mikel: La gira de festivales de Copacabana comenzó con un pinchazo.
Arrancáis ahora la gira de 2019: Argentina, Inglaterra, Irlanda, Suiza y decenas de fechas en España, entre ellas, dos en el Wizink Center, el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid. En la gira anterior allí los nervios os jugaron una mala pasada. ¿Os ha hecho replantearos el enfoque de vuestros directos?
Alberto: A veces parece que todo funciona porque sí. Cuando pasó aquello con el repertorio en Copacabana, nos dimos cuenta de que nada es casual, que hay que dar mucha importancia a cualquier detalle, al repertorio, el orden, los enlaces…
Mikel: O que hay silencios entre canciones que rompen el ritmo de un concierto. No nos lo planteábamos cuando empezamos a tocar juntos. Era: canción, afinar, yo decía algo o me callaba, y a tocar la siguiente. Es distinto si trabajas los climas entre tema y tema, si sabes cuándo te puedes callar, cuándo hablar, cuándo viene bien un speech, cuándo ya has hablado suficiente… A veces hay que dejar un poco de margen a la improvisación, pero hay que tener en cuenta que quieres emocionar en tu concierto, y una forma de emocionar también es un enlace entre dos canciones.
¿Qué aprendizaje os lleváis de giras tan intensas como las que habéis protagonizado estos años?
Mikel: Aprendes de todo, hasta de cosas que creías que no tenían importancia. De las afinaciones de las guitarras, por ejemplo. Si te puedes permitir invertir en material, en vez de tener la misma guitarra para ochenta afinaciones, intentas que se quede una siempre con la misma afinación, porque va a sonar mucho mejor. Son detalles que ni te planteas cuando empiezas, cuando solo quieres que te escuche alguien.
Alejandro: También vas teniendo más medios, te vas profesionalizando y se ve reflejado en un montón de cosas que queríamos hacer el principio y que no podíamos porque no teníamos ni la mitad de los medios con los que por suerte ahora contamos.
Hablamos de vuestros conciertos porque es lo que más repercusión tiene en Izal. ¿Los vivís con más emoción que los procesos de grabación y composición?
Mikel: Lo que más feliz me hace es escribir las canciones, sin duda. Cuando escribo algo que me emociona, tengo un momento muy feliz que es el día siguiente a haber compuesto y haber grabado algo: no acordarme de lo que he hecho el día anterior y levantarme, escucharlo y que me emocione. Si me hacen elegir entre componer y tocar, creo me quedo con componer, grabar las canciones y que se queden ahí en el universo para siempre, pero también disfruto del escenario. Tengo la suerte de haber dado muchos conciertos, disfrutar mucho y acabar emocionado.
Alejandro: El estudio, los ensayos, es muy bonito… pero yo soy carne de directo.
Alberto: Yo he aprendido mucho en estos cuatro discos grabando con Izal y cada vez disfruto más de ese momento. Después de tantos conciertos, con alguno te quedas, pero son un poco más borrosos, porque vamos uno, otro, otro. Pero los discos son momentos muy intensos, se te quedan más en la cabeza.
Gato: Le dedicas mucho más tiempo, mucho más mimo. Es distinta la huella que deja.
Lleváis dos discos grabando con Santos y Fluren, ¿en qué ha cambiado el modo en que registráis las canciones en estudio a lo largo de estos años?
Gato: En discos anteriores llevábamos todo más ajustadito. En Copacabana, que fue la primera vez que trabajábamos con Santos y Fluren, les dejamos un margen de acción a ellos, aunque llevábamos las cosas bastante atadas, porque era la primera vez y por cuestión de medios, ya que no podíamos permitirnos mucho tiempo en el estudio. Esta última vez fuimos con los temas más abiertos, con más tiempo y les dejamos que metieran más mano. Es algo que se trabaja en equipo. Es un trabajo lindo que es la primera vez que pudimos hacer de verdad.
Mikel: Somos siete productores: los cinco Izal, Santos y Fluren. Nosotros trabajamos la preproducción en el local antes de grabar, y luego somos siete productores locos buscándole las vueltas a cada tema. Esta vez teníamos un mes y medio. En Magia y efectos especiales, nuestro primer disco, tuvimos ocho días para grabar todo.
Hablando de prudencia, parece que la hay también en vuestra experimentación, puesto que el sonido y las estructuras de Izal siguen estando por encima de las nuevas sonoridades. ¿Lo percibís así?
Mikel: Nuestro espíritu siempre ha sido no aburrirnos de nosotros mismos. Es verdad lo que dices, cuando las escribo en casa, las estructuras de las canciones, la experimentación, esos blancos y negros, esa forma de escribir, incluso la letra te lleva ya a Izal. Es un sello que es muy positivo que impregne todo, porque al final eso y otras muchas cosas forman el carácter de un grupo. Es muy importante que Izal suene a Izal. Aunque quisiéramos que Izal no sonase a Izal, eso sería imposible. Partiendo de esa premisa, lo que hacemos es intentar hacer la canción lo más emocionante posible. Es verdad que el ansia de experimentación es cada vez mayor. En este último disco sí hemos intentado, dentro de nuestro sello, nuestra impronta y nuestra personalidad, introducir un montón de timbres nuevos que antes no existían en nuestros discos. Desde la laap steel, el violín de Ara Malikian, el han, el banjo…
Comentáis que ahora tenéis más medios, y por eso podéis experimentar. ¿Es que experimentar es cuestión de dinero?
Gato: Está ligado principalmente al tiempo. Antes teníamos que estar cuarenta horas trabajando en otras cosas y no podíamos dedicarle el mismo tiempo.
Mikel: Es cuestión de dinero, sí. Un tío que se dedica a la vida contemplativa y lo único que tiene que hacer es buscar el arreglo más creativo para un tema, hace ochenta arreglos. El que trabaja de siete de la mañana hasta las ocho de la noche, llega a casa destrozado, y le apetece coger la guitarra media horita, hacer un par de arreglos y luego irse a dormir. Habernos profesionalizado y tener este local de ensayo donde ensayamos con in-ears, nos permite escucharlo todo. Entendemos el lenguaje que estamos hablando cada uno. En las condiciones en las que ensayábamos en los primeros cinco años era imposible emocionarte tocando.
Alberto: Y cuando llegábamos a grabar al estudio decíamos: “¡Ostras, cómo mola el arreglo ese!” Si llevo haciéndolo tres meses…
Mikel: Pero no es solo eso. Está el espíritu de crear que tiene todo artista. Sobre todo no aburrirte de ti mismo y sentir que estás haciendo el mismo tema que ya hiciste.
«No le tenemos en absoluto miedo al silencio ni a la calma, pero en un festival te dan sesenta minutos para que tires tu artillería»
Mikel, siempre te has negado a profundizar en el significado de las letras. Puesto que algunas tienen un trasfondo de crítica social, ¿no tienes tentaciones de explicarlo para que se entienda el mensaje?
Mikel: No, porque escribo para mí mismo y es la forma en la que quiero decir las cosas. Cuando me emociona la forma en la que lo he dicho, me vale. Cada uno entenderá una cosa, otros entenderán lo mismo que yo tenía en la cabeza cuando la escribí… pero nunca me ha importado que nadie entienda lo que escribo.
Pero si quieres denunciar una situación…
Mikel: Ya lo he hecho. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Y hay gente que no querrá entender. Para eso está la poesía, y las figuras, y las imágenes. Mucha gente ha escrito de forma literal sobre lo que yo he escrito de otra forma y seguramente bastante mejor que yo. Esto es otro vehículo. Lo escribo para mí, es un desahogo propio. Soy consciente de que mucha gente entenderá de lo que estoy hablando y mucha gente lo verá de otra forma, pero no es algo que me quite el sueño.
En vuestra lírica hay dos atmósferas que sobrevuelan todo. De los terremotos, fuegos y vendavales, a la rutina, los pozos sin salida, los espacios sin aire. Habéis dicho que Izal es luz y oscuridad. ¿Caben los grises y la calma en Izal?
Mikel: Los grises están ahí todo el rato. No todas las frases son intensas. Obviamente hay muchas imágenes impactantes y fuertes, pero no es el cien por cien del contenido. Hay mucha letra pequeña, hay mucho puente y mucha estrofa a parte de estribillos.
Siempre habéis tenido mucha comunicación con vuestros seguidores, pese a no ser millennials, y…
Alejandro: ¡Yo soy millennial! Estamos cascadetes, pero…
Mikel: (Consulta el móvil) Los millennials son los nacidos entre el 81 y el 99. ¡Soy millennial!
Alejandro: Somos millennials todos…
En ese caso, en calidad de millennials, habéis dicho que Internet ha democratizado la música, que cualquier banda con talento tiene las mismas oportunidades. Sin embargo, aún hay gente con talento tocando en bares. ¿En qué falla esa democracia?
Mikel: Hay mucha oferta y muy poca demanda. Es un empleo donde hay poquísimos puestos de trabajo. Es la gente que va a verte lo que hace que el grupo pueda dedicarse a la música. Y no somos ochenta mil millones de personas en España. Es cierto, hay un montón de talentazo que no saca la cabeza más, pero creo que es porque la población en España es finita: y también es suerte, trabajo… No vale con un talentazo. Tienes que currar todas las horas del día, musical y extramusicalmente. Hay parte de marketing, de tener suerte, de quién te mueve como grupo. Nosotros no somos bookers. Bueno, lo fuimos. Hubo una época en la que yo me hacía pasar por una mánager, elegí ser Pilar. Y yo contrataba en nombre de Pilar, la mánager de Izal.
Imagino que Pilar solo contrataba por email.
Mikel: Sí, sí, nadie conoció nunca a Pilar. Pero así el dueño de la sala veía que era un grupo que llevaba alguien. Hay un montón de factores que te tienes que currar.
Alejandro: Hay un factor súper importante: conectar con la gente. Un ejemplo que nos ha sorprendido mucho es el de Cyan, una banda con la que giramos. Nos flipaba cómo tocaban, cómo cantaban, cómo componían, la actitud del directo… todo. No sabíamos qué les faltaba. Gustaban, pero no lo suficiente como para vivir de ello.
Mikel: O quizá no se hicieran pasar por una mánager que se llamaba Pilar (risas). Con la competencia brutal que hay, lo primero es tener algo que ofrecer, un proyecto musical con una identidad que conecta, las letras, los arreglos de guitarra, la forma de tocar la batería, de moverte en el escenario… Tú puedes tener todo eso, pero también tienes que hacer que la gente sepa que existes. Y ahí hemos tenido suerte.
Como dices, lo ideal es esa ecuación: una propuesta interesante y saber venderla. Pero también existen propuestas vacías que, sin embargo, saben venderse y arrasan.
Mikel: Pues eso conecta con un montón de gente, y a veces tendemos a olvidar que nadie está obligado a escuchar nada. Yo opino lo mismo que tú, muchos proyectos no me llegan en absoluto. Y no entiendo qué encuentra nadie en ellos, ni por qué alguien se emociona hasta llorar con temas que yo veo de un naíf, de un infantilismo y una falta de mensaje brutal. Pero a veces nos olvidamos de que no somos los que contienen la llave de lo que mola y lo que no. Hay mucha gente que escucha cosas que no nos gustan, pero nadie les pone una pistola en la cabeza para que lo hagan. Y lo bailan, y lo «gosan» y lo cantan. Hay que entender que a mucha gente le gusta esto y a otra mucha le gusta otra cosa, y existen proyectos musicales muy diferentes. Pensaremos que algunos tienen calidad, pero es nuestra opinión.
¿Es un pensamiento elitista que clasifiquemos a unos como calidad y a otros no, al referirnos a algo tan subjetivo como el arte?
Alejandro: Ellos pensarán igual que nosotros: “¿Cómo alguien se puede emocionar con esto?”.
Mikel: Venga, vamos a decirlo. Habrá gente a la que le flipe el reggaeton, que no escuche otra cosa, por poner un género muy alejado de lo que hacemos, y pensará cuando escuche lo nuestro: «¿Pero cómo le puede gustar a alguien esta mierda?». Todo vale, mientras la gente escuche lo que quiera escuchar. Vivimos unos tiempos superdemocráticos, porque ahora en Youtube, Spotify, etcétera, tú eliges qué escuchas. La gente descubre grupos porque alguien se lo ha pasado por WhatsApp.
Nacisteis en un momento en que el estilo que hacéis estaba de moda. ¿Qué parte del éxito de Izal tiene que ver con hacer la música adecuada en el momento adecuado?
Mikel: Sí, también tiene que ver, claro. Tenemos la suerte de hacer un trabajo que por lo que sea conecta con mucha gente ahora. Si no fuera así seguiríamos haciendo este trabajo, eso es lo importante. Quizá si viviéramos una escena de rock duro me influiría subconscientemente lo que me rodea, y tal vez estaría componiendo de otra forma. Pero, no sé, mis referencias vienen de mucho antes. Seguramente seguiría componiendo las canciones igual, seguiríamos haciendo lo mismo en el local y no nos comeríamos una mierda, porque resulta que lo que hacemos no le interesa a la gente. Es un factor que ha jugado a favor, un factor no buscado, pero encontrado.
Quizá por la velocidad a la que habéis crecido, hay quienes os consideran un fenómeno, comparándoos incluso con Operación Triunfo. ¿Os molesta?
Mikel: Llevamos ya el culo pelado. Llevamos diez años haciendo música como Izal, y otros diez o quince antes. Esto no es un proyecto de un disco que sacamos hace un mes y medio, que un single lo ponen todas las emisoras y las teles a todas horas y lo estamos petando porque nos sale nuestra primera gira de treinta conciertos. Estamos componiendo discos que cada uno suena mejor que el anterior. Yo respeto todas las opiniones, pero no tienen fundamento.
Gato: Se tiende a comparar el indie, porque se ha vuelto mainstream, con fenómenos que son realities. El indie no es un producto que se ha creado por una multinacional o por una cadena de televisión para vender algo. Es fruto de una generación que ha escuchado una música en los ochenta y los noventa, los millennials, que somos nosotros, y a raíz de eso compartimos un montón de gustos y de estética en nuestro trabajo, pero no quiere decir que hayamos creado un producto. Compartimos esta generación, pero no hay comparación entre cualquier grupo indie más o menos comercial con algo tan prediseñado y formateado como es OT.
«Nunca me ha importado que nadie entienda lo que escribo»
El público os respalda cada vez más, pero parece que la prensa no siempre os ha acompañado. ¿A qué creéis que se debe esta extraña dicotomía?
Mikel: Esa es una pregunta para esa prensa, no para nosotros. Somos un grupo que nació sin discográfica. Nosotros cinco, con nuestros empleos al principio, nos lo hemos currado mil horas en el local de ensayo, haciendo canciones que nadie nos escribe, arreglando canciones que nadie nos arregla, las grabamos con el poquito dinero que teníamos al principio… ahora tenemos más. Nos ha compartido la gente en redes y hemos llegado a llenar dos Palacios de los Deportes. Que me explique el periodista que quiera, por qué tenemos un tufo a lo que sea. Te aseguro que no tendrá ningún argumento. Pero esa pregunta, por favor, hazla, porque nos interesará muchísimo la respuesta. Porque desde luego somos conscientes de que eso ocurre.
¿No habéis hallado el motivo?
Mikel: Me voy a mojar, que es lo que quieres.
Solo si te apetece hacerlo.
Mikel: Sí, me voy a mojar. Nosotros hemos crecido sin el apoyo de todos esos medios de los que hablas. Creo que nos ven como algo ajeno, y por tanto no consiguen nada apoyándonos. Así de claro. Crecimos solo por nuestros medios y sin el apoyo de nadie, ningún periodista se podía colgar la medalla, muy poquitos, los contamos con una mano. Para todos los demás pasamos absolutamente inadvertidos y ninguno puede decir que nos descubrió, ni que habló bien de nosotros cuando tocábamos en una sala de mierda en Carabanchel o la sala La Palma para veinte personas. Como todos esos nunca estuvieron, creo que no les interesa en absoluto estar ahora.
Gato: Ayer estuvimos en la celebración de los cuarenta años en el periodismo musical de Santi Alcanda. También hay mucha gente como él, y el hecho de que te tenga en cuenta una persona que tiene esa trayectoria, para nosotros es un orgullo.
Entonces no todo es oscuridad en vuestra relación con la prensa musical.
Gato: Claro.
Mikel: Pero te da rabia, porque para mí, un periodista siempre ha sido la persona que dice la verdad. Siempre he pensado que el trabajo es intentar llevar la verdad de lo que ocurre a las personas, preguntando o documentándote. Y hay veces que incluso notamos cierta poca ética. Nos han ocurrido un montón de cosas de las que deberían haber hablado y no se ha hablado en absoluto, o que han asistido a ciertos eventos y han hecho alguna crónica, que parece que no había estado donde había sucedido. Creo que el fondo de la cuestión es lo que te acabo de decir: que fuimos un grupo al que no hicieron grande los medios sino la gente. Unos pocos periodistas musicales sí que estuvieron desde el principio porque les encantó el proyecto. Y luego hay una inmensa mayoría o una parte de la prensa, más elitista, de hecho, a los que les pasamos absolutamente inadvertidos en un momento, y ahora no les interesa que nos vaya bien ni documentar que nos va bien.
¿Os ha llegado a frustrar esa situación?
Mikel: Es raro que un grupo que llena dos veces el Palacios de los Deportes no tenga una cobertura de todos los medios de comunicación musicales. Al principio nos quitaba mucho el sueño, porque lo necesitábamos. ¡Es que acabábamos de llenar la Joy y no habían salido más de cuatro entrevistas de los de siempre, de los nuestros! Ahora ya es como decir: “Bienvenidos a los conciertos los que queráis venir, pero no nos importa, porque así nacimos y así crecimos”.
«Si indie es de independencia, a todos los niveles, somos los más indies del lugar»
¿Os puede haber perjudicado que os etiqueten como indies en un momento en el que también se desconfía de la avalancha de bandas que parecen etiquetarse así para entrar en según qué circuitos?
Mikel: Nosotros no rellenamos ningún formulario para pasar al club de los indies. Ni siquiera hemos sabido muy bien qué cojones era eso del indie en nuestra puñetera vida.
Alejandro: Porque no nos dejan entrar (risas).
Alberto: Llevamos media vida diciendo que no somos indies, que somos un grupo de pop rock.
¿Por qué creéis que os han etiquetado de esa manera?
Mikel: Hemos nacido independientes cien por cien, más no se puede ser, seguimos sin discográfica a pesar de todo lo que ha llovido. Ahora tenemos a la gente de nuestra familia musical Hook, todo el puñetero día con historias de Izal. Si indie es de independencia, a todos los niveles, somos los más indies del lugar. Si es una forma de ponerte unas gafas más gruesas, ir a diez festivales por verano porque si no, no eres cool y hacerte la foto en Instagram, eso no sé qué cojones es. Eso no es música, eso es moda, es tendencia, y ahí no tenemos nada que decir.
De la faceta previa de cantautor de Mikel se ha hablado mucho, pero, ¿y los demás, cuál es vuestra historia musical?
Gato: Iván con ocho años estaba en el conservatorio aprendiendo piano. Es una persona totalmente dedicada, ha hecho giras con gente gordísima, no sabe hacer otra cosa que no sea música. Yo llevo desde los doce años con bandas y siempre fue mi obsesión la música, no he hecho otra cosa además de estudiar, luego trabajar, pero siempre dedicado a la música. Creo que es el caso de todos.
Alberto: Yo toco la guitarra desde los nueve años también.
Alejandro: Llevo desde los nueve años tocando y desde los quince grabando discos en Valencia. Antes de venir a Madrid llevaba como 250 canciones grabadas en estudio y editadas. Luego vine aquí, hice alguna más y con Izal. Supongo que queda clara la idea.
Sin embargo, parece que todo empezó con Izal, de ahí que se perciba que vuestra carrera ha sido meteórica.
Mikel: No lo petamos nada más reunirnos en 2009. Hemos empezado a ser conocidos hace tres o cuatro años, pero se hizo una base de trabajo gigante los primeros cinco años. Y cada uno de nosotros antes. Es una bola de nieve, la forma en que se comparte hoy en día la música es exponencial. Porque si tocas a cinco personas el corazoncito, esas cinco a otras cinco, y esas veinticinco a otras… Hemos tenido la suerte de tener cuatro álbumes que están funcionando increíble, que han conectado con la gente, que han convertido en himnos ya diez o quince temas de nuestra discografía, eso es una locura, una barbaridad. ¿Por qué ha sucedido? Supongo que por lo que estamos hablando, y por cosas que ni siquiera tendrán explicación. Ha sido una aventura increíble. No hay otra forma más sencilla, honesta, de crecer en un proyecto musical como lo que nos ha pasado: hacer canciones, grabarlas y que el mundo reaccione de esa forma sin explicárnoslo.
Cantáis en «Autoterapia»: «Mi lucha es dejar de imaginarme que cada paso es el más importante». ¿Hubo algún paso realmente determinante en la trayectoria de Izal?
Mikel: El Café la Palma, con nuestra oficina actual. Entonces no teníamos a nadie. Habíamos grabado Magia y efectos especiales sin discográfica, sin mánager, sin dinero.
Alberto: Teníamos que haberlo llamado «Sin» (risas).
Mikel: Aquel disco salió en marzo de 2012. Con ese Verbatín bajo el brazo, fuimos a las oficinas de management y nadie nos hizo caso. Manuel Notario y Hook en aquel momento llevaban a Amaral, Second, Dinero, grupos que nos molaban. En un principio tampoco se interesaron demasiado, pero luego sí, a raíz de unas carambolas, de Radio 3, de Carmona que lo comenta… Manuel (Notario) vino en junio a vernos al Café La Palma, que fue la primera vez que vinieron cien seguidores de verdad de la banda. Fue la primera noche de nuestra historia con la gente cantando muy arriba, un conciertazo. Manuel lo vio, se pensaría que lo estábamos petando así todas las noches…
Quizá vio esa conexión que tenéis con vuestro público…
Mikel: Si vio una conexión, ese día se dio por primera vez. Creo que eso marcó nuestra historia, porque empezamos a trabajar con Hook y a profesionalizar el proyecto. A raíz de eso pisamos nuestros primeros festivales y vimos cómo trabaja una oficina con una red de contactos a la que habla de Izal. Ahí empieza un poco a gestarse toda la historia.
¿Qué empezó a cambiar desde aquella noche?
Mikel: Ahí ya nos buscan los conciertos. Ya salimos a Montilla, que fue el primero, por 300 pavazos. Dijimos: “¡Increíble, no perdemos pasta hoy!”. Y empezaron a buscar conciertos. Así es como crecimos. Pero siempre decimos: “Qué bien esa noche (del Café La Palma), que la gente cantó cuando tenía que cantar” (ríe).
«No hay otra forma más sencilla, honesta, de crecer en un proyecto musical como lo que nos ha pasado: hacer canciones, grabarlas y que el mundo reaccione»
Mikel, dejaste el baloncesto porque empezabas a acercarte a algo más profesional, y la presión y la competición no te dejaban disfrutar igual. Con Izal, ¿no existe esa presión cuando se ha profesionalizado la banda y aumentan las expectativas?
Mikel: Supongo que ahí está la espada de Damocles sobre nuestras cabezas. La procesión igual va por dentro, y no hemos llegado a hablar tan abiertamente de ello, y preguntarnos: “¿Qué va a pasar si este Palacio de los Deportes es una mierda?”. Está claro que la ansiedad y el estrés es diferente que el de un Café la Palma, lo que pasa es que también nos jugábamos mucho en el Café La Palma.
Alberto: No desaprovechamos ninguna oportunidad. Somos muy inquietos. En el primer Sonorama en el escenario principal, en 2014, grabamos un DVD, y ya había presión. En el primer Palacio de los Deportes vino Radio 3 y estaba TVE grabando. Todo el rato así. Hay una tensión añadida con la que aprendes a convivir. Yo sí vi grabaciones antiguas de ensayos con otras bandas y me sorprendí a mí mismo al ver cosas que hacía entonces, porque era como muy libre todo.
¿Os sentís un poco menos libres ahora?
Alberto: En mi caso, por ejemplo, que soy más bien tímido, hace que te lo pienses todo mucho más. Depende de la personalidad de cada uno. Para Gato esos retos o esa tensión son positivos, a lo mejor a mí me pesa un poco más. Nos repartimos un poco entre todos. Mikel tiene mucha responsabilidad…
Mikel: Y soy muy angustias, encima. Me llamaban Angus en la facultad.
Alberto: También es cierto que él tiene un extra de presión, es la cara más visible. Las cosas buenas van para ti, y las malas… pues también (ríe). Es fácil equivocarte un día cualquiera delante de mucha gente.
Mikel: Trabajamos en eso también. Muchas veces nos autoanalizamos. En Coruña, que actuamos el 23 de febrero con el show nuevo, habrá cosas que no salgan como tienen que salir. Lo importante es que disfrutemos, que nos riamos de la cagada y sigamos la fiesta y el concierto, y sigamos emocionándonos. Porque eso es lo que la gente recibe. De eso también vas a aprendiendo, al principio las cagadas eran dramáticas.
Al fin y al cabo, la música no es una sucesión de notas con una precisión robótica…
Alberto: No somos máquinas, somos personas tocando un instrumento. Una vez, al acabar un concierto, le pedí a nuestro técnico de sonido que me lo pasase para escucharlo. Luego me di cuenta de la estupidez por la que me estaba rayando, que era casi imperceptible y yo creía que me acababa de cargar una canción.
Mikel: La gente recibe una energía, una actitud, una fiesta, una emoción, y tú no puedes cargártela porque te acabas de olvidar de no sé qué. Eso es lo que juega en contra y te vas dando cuenta cada vez más cuando sales a un escenario.
Mikel, has publicado un libro de relatos y una novela. ¿Seguirás alimentando esa faceta?
Mikel: De momento no tengo nada más, pero seguramente sí seguirá. Hago todo lo que me apetece hacer, y fíjate la suerte que tengo, que hay gente que me hace caso a nivel literario, y que es fácil para mí editar un libro. Es otro lujo más. Y soy consciente de que me lo ha dado Izal. Mi lucha en la literatura es que la gente intente olvidarse del cantante o el compositor y disfrute de otra faceta muy diferente. Son dos mundos totalmente diferentes, por eso me gustó mucho escribir los relatos y luego la novela, porque era un terreno inhóspito, sin cubrir para mí, sin jugarme nada en absoluto, con la libertad de la que hablábamos antes.
¿Cuáles eran tus objetivos con la literatura?
Mikel: Hacer algo que estuviera a la altura de estar en una librería, y si me tengo que fiar de las opiniones de los editores y demás, creo que lo conseguí. Mi familia también me apoya. Mi problema con la literatura es que admiro tanto a los escritores buenos que me parece una falta de respeto escribir un libro. Pero, al final, hay que pensar menos, escribir más y dejarte de historias. Hay que escribir lo que te dé la gana, ojalá le aporte algo a alguien, y dejar de compararte con Asimov, porque vas a salir perdiendo siempre.
Entonces tus aspiraciones con la literatura son distintas. No aspiras a un Nobel, ni…
Mikel: Yo aspiro al Nobel. No quiero decir que el Nobel esté a mi alcance, pero vamos a imaginar cosas y escribir intentando cierta calidad. Es bueno ponerse metas imposibles. Con Izal, nos preguntaban: “¿Dónde queréis tocar?” Decíamos: “En Glastonbury”. No vamos a tocar ahí en nuestra vida, pero está bien pensarlo, así todos los días vas al local con una zanahoria delante que no va a llegar.
¿Tocar en grandes recintos fue alguna vez vuestra zanahoria?
Mikel: Ni lo pensábamos. La verdad es que no.
Alberto: Para mí ya era un objetivo vivir de la música.
Mikel: La zanahoria era esa, vivir de la música. Las conversaciones del coche en los tres primeros años eran hacer cálculos de cuántos conciertos de cien personas al mes teníamos que dar para sobrevivir. Nos salían las cuentas haciendo ocho conciertos, todos los findes dobletes, con una entrada de cien pavos. El Palacio de los Deportes solo pasa por nuestra cabeza después de hacer La Riviera, que Hook nos dice: “¿Nos tiramos al Palacio?” Antes no estaba en nuestro imaginario. Y metimos 12.000 tíos. No estuvo mal.