Iván Ferreiro: «Todo lo que hablábamos era muy cerebral, pero cuando tocábamos era todo corazón, y al escribir solo había instinto»
Trinchera pop: así se llama el noveno disco solista de Iván Ferreiro, el primero con canciones propias desde que editó Casa en 2016. Antes de publicarlo, los hermanos Ferreiro hablan de su nueva creación con Arancha Moreno.
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: PAU ROCA / TANA CAPO.
«Miedo me dan», me decía una habitual en los conciertos de Iván Ferreiro cuando leía en sus redes que su próximo disco partía de la filosofía y de las máquinas. ¿Se habían vuelto locos los hermanos Ferreiro? Las teorías iban desparramándose por las redes, a través de un público que ya es legión y que no ha dejado de crecer en estos últimos años, en los que prácticamente no han cesado de tocar pero no han entregado canciones nuevas. Ellos, ajenos a la urgencia digital y a la necesidad de mostrar algo nada más encender la mecha, antes de que explote, han dedicado unos cuantos años a crear el poso de su nuevo álbum, para dar con la tecla, el discurso y el mecanismo. El resultado es Trinchera pop y de su contenido nos hablan Iván y Amaro, acomodados en una sala de cristal de las oficinas que Warner tiene en la estación madrileña de Príncipe Pío. Es una tarde de finales de enero y aún faltan días para anunciar que, dos días antes del disco, Iván publica el libro Meteoro y el señor Conejo junto a María Rod (Harper Collins). Nos centramos, pues en las canciones, que los Ferreiro desgranan replicándose y completándose mutuamente; demostrando, una vez más, que son dos cebreros y un mismo corazón. Y aunque al principio no se acuerden, cuando la grabadora se apaga, se les enciende la bombilla: el punto de partida para el disco que ahora alumbran quizá haya que buscarlo en el cedé de extras de Casa (2016), en una canción titulada “El acontecimiento”.
¿En qué punto os encontrabais cada uno cuando empezasteis a crear este disco?
Amaro: Es una pregunta imposible de contestar. Es que no sabemos cuándo empezamos a hacerlo. Una respuesta fácil y corta es que habíamos hecho la mejor gira de nuestra vida…
¿La de Casa?
Amaro: La de Casa. Estábamos muy felices, y bastante cansados. Yo vivía en Madrid, Iván en Gondomar. Han pasado muchos años y ahora vivo en Nigrán…
Iván: Queríamos estar en casa haciendo música, pero no tener prisa por enseñársela a nadie. ¿Qué pasa si solo disfrutamos de hacer música y quitamos todo lo que odiamos, como estar delante de la hoja en blanco, sufriendo? Hemos eliminado todo lo que no nos gustaba de nuestro trabajo. Seguimos quedando con un montón de gente, no tenemos prisa para las cosas. “La humanidad y la Tierra” igual tardamos cuatro años en hacerla, o más.
Amaro: Hemos eliminado el trabajo de la ecuación, no hemos trabajado nunca.
Iván: Hemos grabado muchas horas de estudio, pero lo hemos hecho sin darnos cuenta. Ya no somos unos chavales y no tenemos por qué ser especialmente frescos, sin contar que la frescura nos da un poco igual. Estábamos pensando muchas cosas todo el rato: el proceso creativo, que se mezcla con la política, los hijos, la comida… Todo lo que hablábamos era muy cerebral, pero cuando tocábamos era todo corazón, y al escribir solo había instinto. Lo que no queríamos era hacer lo mismo.
¿Habéis huido de vosotros mismos?
Iván: No quería ni sentarme a hacer acordes con el piano, solo quería estar con la máquina. Todas las canciones están escritas, solo las reescribimos. El pop se regenera a sí mismo. Todo lo que he hecho en los últimos treinta años lo va a volver a contar desde el principio un chaval de veintidós.
Amaro: En el pop el bagaje no te ayuda, va en tu contra. Hay que escribir una canción como si fuera la primera vez.
Iván: “Los puntos de Lagrange” salió porque estaba con la guitarra y no la toco nunca.
Amaro Ferreiro: «En el pop, el bagaje no te ayuda, va en tu contra»
Ese punto de partida, en el que os habéis apoyado más en las máquinas que en los instrumentos, ¿ha sido como empezar la casa por el tejado, y no por los pilares?
Iván: No. La diferencia, en mi caso, es que la electrónica y los modulares que usamos no hacen cosas exactamente lo que crees que van a hacer. A veces, aparece algo aleatorio que crea una cosa que no habías escuchado antes. Llevo cinco años sin tocar el piano porque no me divierte, y porque no es mi instrumento, es el que he cogido porque es el que sé tocar. Mi instrumento es la maquinita, que es donde puedo estar veinticuatro horas al día.
Amaro: Tu instrumento es el cerebro, que creo que es el mío también. El primer instrumento que tenemos que tocar es el cerebro.
¿El disco parte, entonces, del concepto?
Iván: Y de intentar excitar un cerebro que está un poco aburrido. Amaro venía de tocar la guitarra y al piano está encontrando cosas nuevas. Casi todo el piano lo ha metido él. A mí no me apetecía tocar los acordes, buscaba el acorde de otra forma. La máquina me limita, y a mí me gusta la limitación. Es nuestro disco más sencillo. Cuando lo toquemos con Leiva, va a decir: «Hostia, Iván, ¡por fin un sol!». Estoy harto de mis propias figuras, pero la máquina me divierte todo el rato.
Sabiendo cómo disfrutas de las máquinas, no tenía claro si esta forma de componer iba a derivar en canciones más complejas para el oyente, pero Trinchera pop no es un disco difícil de escuchar.
Iván: Hemos tratado de que todo sea lo más bonito posible. Si usas máquinas, la gente piensa que será tecno o feo o complejo. Lo mismo con las letras: si es de filosofía, será un tostón. No. Queríamos hacer un disco partiendo desde otro lugar, que no nos recuerde a Val Miñor ni a Casa, y hay mucha armonía, mucha música. Y la letra tenía que venir de otro lugar. Queríamos hacer un disco de filosofía donde entre todo, pero no hay una conclusión. Hay preguntas, hay respuestas, momentos hermosos contando cosas horribles, momentos preciosos contando cosas preciosas también… Lo único que importa es la emoción. La filosofía no es solo una cuestión cerebral, también es emocional. Cada cosa nos lleva a una emoción, pero no nos crea la misma emoción todos los días. Hay que eliminar el amor romántico y meter el amor a los amigos, lo que pensamos, las dudas… y no puede ser aburrido. Tampoco queríamos que sonase prepotente ni sobrado, que tengas que ir a mirar la Wikipedia. Esto es pop, y la filosofía es pop también. No hay nada más pop que la filosofía, que es alguien pensando en su casa sobre el sentido de la vida. Al principio, Casa le pareció complicado a algunas personas. A nivel armónico, probablemente lo era, pero también fácil de oír. No creo que la complicación tenga que ver con la facilidad de oír algo. Hay cosas muy simples imposibles de escuchar.
Casa, vuestro último disco de canciones nuevas, marcó un punto de inflexión. ¿Era difícil reconstruirse después de un disco así, sobreponerse a un disco como ese, después de siete años?
Iván: Amaro: Lo que hemos hecho ha sido olvidarlo. Hemos tenido tanto tiempo que queríamos empezar otra vez.
Iván: La premisa principal es divertirse. Trinchera pop, el título, es una broma. Todo el mundo esperará un disco de otra manera, pero para nosotros esto es pop. Quería divertirme todo el rato, no quería pasar ni un segundo de agobio haciendo nada, y para divertirme no puedo repetirme, porque mi carácter no me lo permite. No puedo hacer lo de antes, y menos después de estar tres años tocándolo. Quería perder el tiempo hasta descubrir que tenía un disco. Parece una estupidez, pero rula si la trinchera te la tomas en serio y estás comprometido con la música. Comprometerte con la música es pasártelo guay, si estás sufriendo para ser un tío auténtico, no usas la música, sino tu ego. La música tiene que ser un sitio apacible.
Iván Ferreiro: «No puedes estar comprometido con algo si no has dudado de por qué lo haces, si solo lo haces automáticamente»
La filosofía es el telón de fondo, y en él hay mucha filosofía de la canción.
Iván: Empezamos haciendo un disco que hablaba sobre el proceso creativo, pero siempre buscamos conceptos que engloban muchas cosas. Hubo un momento en el que solo nos interesaba el proceso, ni siquiera la obra. Me interesaba tener un día maravilloso, y si iba al estudio no tener ninguna obligación más que pasármelo bien. En otras épocas he bajado al estudio y he estado agobiado porque no se me ocurría ninguna canción, y subía frustrado. No me pasa desde Picnic, y aunque hemos estado muy finos estos años y casi siempre conseguíamos cosas, estaba aburrido. Para mí el disco es toda una canción. No veo diez canciones, sino un disco que es la misma cosa.
Amaro: Están hechas todas con la misma filosofía.
Iván: Por divertirse no tiene por qué quedar algo ligero o superficial, te puedes divertir de una forma profunda. Hay una frase que me encanta, de una serie de ciencia ficción, de un extraterrestre que está con una niña, que está haciendo un puzle. El extraterrestre se pone nervioso porque no sigue las instrucciones y le sale otra cosa. Y el extraterrestre flipa: «Hostia, ¿sabías que ibas a hacer esto?». Y ella dice: «No, solo estoy jugando». «¿Y no tienes miedo a fracasar?». «Estoy jugando, no se puede fracasar si juegas». Jugar no permite el fracaso, otra cosa es el juego deportivo, que para mí es una perversión del ser humano [sonríe]. Jugando no puedes palmar, es imposible si te lo estás pasando bien. No importa quién gana, importa pasar la tarde de lluvia mientras tomas el café echándote unas risas. Veo el disco un poco parecido.
Componer no es (tan destructivo como) El juego del Calamar, ¿no?
Iván: No. Ni la he visto [ríe].
Trinchera pop está compuesto de diez pequeñas trincheras repletas de guiños a otros, y a vosotros mismos. Están Max Ritcher y Vivaldi, frases de los libros de Emilio Bueso, Los Rodríguez, Bob Fosse, la serie El Hombre y la Tierra de Félix Rodríguez de la Fuente, el filósofo Lagrange… ¿Esos son vuestros compañeros de trinchera?
Iván: Parte de ellos, porque también están Leiva, las Tanxugueiras, está Nico [Pastoriza], Jairo de Depedro… Ha pasado mucha gente por ahí. Queríamos que estuviera todo junto. Coincide que es Max Richter y El Hombre y la Tierra, pero podían haber sido otros.
Amaro: Es un disco lleno de referencias y de influencias, y no nos importa que se noten los homenajes. Iván ha hecho uno de los discos más originales de su carrera, y lo ha hecho gracias a estar empapándose de muchas otras obras y músicas, y de leer libros. Que te influyan otras personas no te hace ser menos original, sino todo lo contrario.
Iván: La idea es coger tus influencias y, en lugar de hacer un homenaje o una versión, crear algo nuevo. Es lo que debería hacer el pop todo el tiempo, lo que hace la gente joven. Nosotros somos unos viejunos, y no tiene que ver con nuestras influencias en este momento, sino con las que tenemos desde los quince años. De eso va la trinchera también, reivindico todo lo que han hecho los demás porque me construye a mí, y yo espero influir a alguien, aunque sea solo a nivel conceptual. “En las trincheras de la cultura pop” es Max Richter llevándose a Vivaldi por delante, y nosotros cantando como Calamaro, tratando de cantar como Dylan. Lejos de ser un chiste, consigue algo emocionante. Siempre que juegues y te emociones, la cosa está bien.
Os hacéis muchas preguntas en este disco. Hay mucha reflexión sobre el sentido de la existencia, sobre qué estamos haciendo aquí, y para eso también sirve una trinchera, para cobijarse en medio de la incertidumbre, ¿no?
Iván: Sirve para cobijarte, para atacar, para esperar, para pasar miedo, para reflexionar… Hay mucho del mundo exterior. Hubo un momento en el que no le veía sentido a hacer canciones.
De hecho, te lo planteas en una canción, si te sigue gustando escribir canciones.
Iván: No me gusta escribir. Me gusta cuando sé lo que tengo que escribir y lo escribo, pero cuando tengo que pensar sobre ello no me gusta una mierda. Una trinchera necesita compromiso, pero no existe el compromiso si no existe la duda. No puedes estar comprometido con algo si no has dudado por qué lo haces, si solo lo haces automáticamente. Cuando dudas es cuando decides cómo vas a hacer las cosas. Si no dudas, solo haces lo que hacen los demás.
Amaro Ferreiro: «El primer instrumento que tenemos que tocar es el cerebro»
En la música también hay reglas, pero no queréis someteros a ellas, ¿no?
Iván: Lo que hemos hablado muchas veces: no competimos contra nadie, competimos contra nosotros mismos, que es tratar de ser feliz y sentirte realizado con lo que haces. Todo el mundo quiere hacer mejor su trabajo a medida que crece. Los que no hacen mejor que antes su trabajo son unos hijos de puta. Otra cosa es el éxito que tengas, pero yo no pienso en el éxito cuando hago discos, porque estaría totalmente perdido. Quiero hacer mejor mi trabajo. También sé que a veces profundizar te aleja de los demás, porque cada persona va con su vida, sus pulsos, sus necesidades… y haces un disco que no se corresponde con lo que necesita esa persona. Eso no significa que tu trabajo esté mal hecho. El gran engaño es creer que existen el éxito y el fracaso. No existen ni el éxito ni el fracaso, son mentira.
Amaro: Lo malo son las expectativas.
Iván: Nosotros queremos sentirnos orgullosos de lo que hacemos, y si tardamos siete años, pues siete años. Hay canciones que hacemos que les gustan mucho a los demás y a nosotros no nos gustan mucho. Canciones que disfruté mucho pero que se me pasaron de moda y no quiero volver a tocar. El éxito y el fracaso son chorradas. Hay que amar lo que haces. Es una cosa que me encanta de la gente del rap y del trap: «Acabo de hacer la mejor canción del mundo». Eso, que en mi generación era horrible, la gente joven lo dice. Y no tan joven. Mira Rayden, diciendo «menudo temazo acabo de sacar». Está de puta madre. La canción nos permite ser quien queramos un ratito. Cuando viene alguien a poner normas en una canción deberíamos mandarle a la mierda. Aunque, claro, vivimos en una sociedad que acaba de descubrir que en la canción de Shakira [“Music Sessions #53”] hay mensaje. ¿Es una broma? Señores, ¿qué creen que hace todo el mundo desde que existen las canciones?
A pesar de ser un gran collage de referencias, como decíamos antes, el disco suena absolutamente a Iván Ferreiro. «Si vivir es el alambre, el resto solo es esperar» (“En el alambre”) es una alusión a Bob Fosse que retrata a la perfección la vida del músico.
Amaro: All that jazz, la película, va del proceso creativo, por eso nos encajaba. Es lo que dice Iván, las obras de arte hablan unas con otras, es un diálogo entre nosotros y Bob Fosse. Salvando las distancias, nos sentíamos igual que él.
Iván: Y está la serie, maravillosa, Fosse/Verdon, un biopic más real. Cuando ves All that jazz te das cuenta de que todo es mentira, de que él está un poco en la mierda todo el rato, pero hace una fantasía sobre eso y consigue convencerte de que si te vas a morir de cáncer lo mejor es estar bailando, follando y drogándote. Y no es verdad, pero a nivel metafórico es lo que todos querríamos decir que hicimos antes de morirnos: disfrutar de la vida. Con esa frase hacemos pop. Cualquier frase puede acoplarse en un contexto adecuado.
Amaro: Dices que es muy Ferreiro, y es que, para que funcionara en el disco, tenía que pasar por el filtro de Iván y que lo hiciera suyo.
Iván: Descubrí que necesito masticar las cosas. Las dejo en mi cabeza un rato, y un rato no es pasado mañana, es cuando esté listo. A veces por pudor, por no hacer esperar a los demás, hacía cosas que sonaban a mí, pero quería ir más allá. Quería estar en todo, no solo en la letra y en la voz. Eso me obligó a hacerles tocar a todos de otra manera; ellos tocan tan bien que te convencen al momento, pero esa exigencia les hizo tocar mejor. Nadie oyó el disco entero hasta que estuvo mezclado. Todo estaba en mi cabeza, y yo estaba acojonado. Parte de mi trabajo es poner cara de que algo es así, aunque no lo tenga muy claro [ríe]. Como dice Calamaro, no sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero. En el fondo, iba medio perdido, pero eso es divertirse, eso es el alambre. Si te metes una pequeña hostia, no pasa nada, porque si te caes no te matas, te rindes hasta mañana. Es una canción de rendición, pero por hoy. No se puede dormir en el alambre, la frase es muy cool pero la canción habla de lo contrario, habla de la caída.
De hecho, el disco está plagado de caídas y precipicios, de mucho riesgo. ¿Tiene que ver con la forma en la que estabais haciendo el disco?
Amaro: El disco tiene ciertas dosis de riesgo, pero sin riesgo no es divertido. Si no es un reto para ti, no lo será para los demás.
Iván: Tiene que ver con cómo te enfrentas a los discos, cómo vemos la música de otros. Vemos una cierta autocomplacencia en otra gente. Nosotros queremos emocionarnos y que el año que viene nos parezca que hay que hacer otra cosa, porque esto está trillado. El otro día, viendo la serie de Marc Ronson, el productor, el tío dice que la música tiene una innovación continua, la tecnología va mejorando y hace que la música sea nueva. Para mí, todo el que se mete con el autotune es un viejo. A mí me criticaban en los noventa porque me gustaban las cajas de ritmos. Toni Brunet dijo hace unos meses, en su Instagram, que tiene amigos de su edad que dicen que la mejor música se hizo en el siglo XX, y que no solo no está de acuerdo, sino que hay discos que se hacen en el siglo XXI que los del siglo XX no podían soñar en hacer, hablando de Alex Turner. Estoy totalmente de acuerdo. No tenemos que estar a la última respecto al mundo, pero sí que haya una innovación para ti, para que te desarrolles. Lo necesitaba en este disco. Nunca he sido un tipo que tiene la música agarrada, en mi banda cada vez tocan más separados, pero al final estamos más juntos. Si por mi fuera, habría un cantante en el grupo, porque me divierto más tocando la máquina.
Iván Ferreiro: «No hay nada más pop que la filosofía, que es alguien pensando en su casa sobre el sentido de la vida»
Crear un sonido Ferreiro y desaparecer de la escena. «Ya me fui», como dices en una canción.
Iván: Efectivamente. Me gusta ese descontrol en el que acaba pasando algo precioso.
Hace siete años años, en una charla para el libro Iván Ferreiro. 30 canciones para el tiempo y la distancia (2017), me hablaste ya del cine de Sorrentino, y ahora sus dos películas comparten canción: “La gran belleza y La juventud”.
Iván: Su última película me parece autobiográfica mía, aunque yo no viva en Nápoles ni se hayan muerto mis padres. Parte de este disco tiene que ver con el diálogo del arte. Cuando David Lynch saca una película, quizá esté pensando en una canción de Bob Dylan, pero el que la ve lo relaciona con Sorrentino, o con su propia vida. Nadie controla el arte, nadie es el dueño de las ideas. No existiría Dolor y gloria, desde mi punto de vista, si no existieran Roma, de Cuarón, y Scorsese. Mi idea de La gran belleza y La juventud es esa: miles de inputs y gente teniendo conversaciones que nunca van a estar todas juntas, pero que mueven el mundo y las emociones. Para mí, La gran belleza era una película y cuando vi La juventud pasó a ser otra película distinta, y me gustó mucho más. Cada uno percibe el arte de una manera diferente. Me gustaría que con el disco pasara un poco eso, que no estén demasiado claras las cosas.
Amaro: Iván ha intentado escribir de otra manera para que la canción solo te cuente lo que quieras que te cuente. Hablando de algo superpersonal, te pone un escenario para que tú pongas lo que quieras. A Lynch le decían que no entendían sus películas porque pasaban cosas y luego no se resolvían. Y él decía que la vida es así, que a veces estás con un tipo y de repente dejas de verlo, y no sabes qué pasó.
Iván: Es nuestro disco más Lynch, en el sentido de no explicar. Quería que no se explicara a sí mismo, que te planteara más preguntas que respuestas. Que te haga sentir cosas y que no sientas lo mismo siempre que lo oyes, que mute porque no te está dando las pautas. Las pautas las generas tú.
Por cierto, diría que os habéis licenciado ya en mirar al espacio desde las canciones: habláis de mecánica orbital, entropía, universos paralelos… ¿El cielo es otra trinchera?
Iván: Es la gran trinchera. La gente se ha olvidado de mirar hacia arriba. Mirar las estrellas es un acto muy importante a nivel de pensamiento. Yo no consigo entender La isla de las tentaciones. El otro día vi un rato y no entendí nada.
Ha sido una grabación larga, entre 2021 y 2022. ¿Cómo han fluido las sesiones con vuestro productor, Ricky Falkner?
Amaro: Nos entendemos perfectamente, sabe jugar a nuestro juego y sabemos cómo es él. La primera sesión de grabación en casa de Iván fueron quince días y no recuerdo un solo minuto, solo recuerdo que vimos la temporada tres de Twin Peaks todas las noches. Llegó un momento que era más importante ver Twin Peaks que tocar. Eso engloba mucho la labor de Ricky como productor y nuestro trabajo con él.
Iván: Mi trabajo es ponerles algo delante que les permita trabajar y emocionarse. Ofrecerles algo que les dé ganas de seguir tocando con nosotros.
Amaro: Es el disco que más nos emociona a todos, porque hemos hecho un trabajo menos inmediato.
Iván: Yo necesitaba un plus, una tensión en la música. Estoy guiando a la banda, y al oyente, para que pasen cosas. Esa es mi labor, y Ricky ha pillado eso muy bien.
Por cierto, vaya paliza tener que personalizar todos los vinilos, ¿no? Porque son cartones de vinilos antiguos sobre los que va el diseño del vuestro, pegado a mano y firmado por Iván.
Amaro: Es una paliza bonita. También habla de cómo está hecho el disco. Es la mejor portada posible.
Iván: Y la foto es de Pau Roca. Es la primera vez que aparece mi careto en la foto, y salgo solo aunque hay muchos colaboradores. Es parte de la ambigüedad de Trinchera pop. El disco está lleno de contradicciones, que es lo que más me gusta.
¿Y la gira?
Iván: Va a ser increíble, ahí, con mis maquinitas. Estoy buscando un cantante, cuando encuentre un cantante empezaremos la gira [ríe].