LIBROS
“Tiende los puentes para que salgan reflexiones de esas que uno lee dos veces, que encienden una luz que invita a compartir, o a rebatir, en cualquier caso a pensar”
Chema Domínguez
“Ismael Serrano. Conversaciones”
EFE EME
Texto: MARTA SANZ.
La discografía de Ismael Serrano cuenta cientos de historias, no necesitan explicación ni contexto, porque son en sí relatos que dibujan los mundos que el músico madrileño (perdón, vallecano) quiere retratar. Sin embargo sus conciertos están llenos de palabra, porque habla, mucho, a veces más de lo que canta. En este preciso momento está viajando por el mundo con una maravillosa gira aniversario llena de anécdotas, y aunque cada noche se extiende durante horas hablando sobre vida y música, con el aplauso final uno se queda con ganas de levantar la mano, y seguir haciendo preguntas. Porque habla mucho, pero no de más. Sus reflexiones no cansan, sino que avivan y despiertan. Por eso aunque le hemos visto ya impreso en cuentos y poemas, este libro era necesario, para por fin leerle a él, sin más contexto que su contorno, sin su guitarra como excusa.
Las ‘Conversaciones’ de Ismael y Chema Domínguez tienen lugar en Los Paraísos Perdidos —la oficina del cantautor—, a saltos entre los últimos días de verano de 2017 y el invierno de 2018, pero bien podría haber sido una noche del tirón, en una de esas barras de bar en las que nunca se hace de día. Chema nos cede un taburete, a una discreta distancia, y nos permite escuchar. Cuando nos sentamos casi dan ganas de chistar al mundo para que guarde silencio, porque desde la primera página ese rinconcito merece toda nuestra atención.
Siendo el protagonista de esta historia cualquier cosa menos sospechoso de guardarse su opinión, estaba en la mano del firmante darle rienda suelta en la dirección adecuada, y en ese sentido hace un trabajo soberbio. Porque le deja hablar, de todo, pero también le recuerda, le sonsaca, y tiende todos los puentes para que salgan reflexiones de esas que uno lee dos veces, que encienden una luz que invita a compartir, o a rebatir, en cualquier caso a pensar. Y en estas habla de política, claro. Pero también de cine, de cómics, e incluso de bares. El espíritu crítico de Ismael Serrano le alcanza a sí mismo, porque parece mirarse en ese espejo del que habla en ‘Vértigo’ cuando la nostalgia de entonces es por fin debida, y aunque se reconoce, sabe señalar sus tropiezos, la arrogancia de ciertas edades, y sus debilidades.
También se habla de música, en todas sus versiones. Hay anécdotas maravillosas con grandes como Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute (“olé”), que pasaron por su vida después de ser fuente de inspiración. Hay fragmentos de un cariño infinito y recíproco con Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Recuerdos de sus inicios, que partieron como tantos de El Retiro o los túneles del Metro —de aquellos, no los de hoy—. Los prejuicios, la vida de las canciones, la fama de los cantautores y las consecuencias de vivir, cantar y contar sin cerrar los ojos al mundo.
Para entender su vida, y su discografía, era imprescindible acudir a dos personas que completan su historia. Uno es su hermano, Daniel Serrano, por el que descubrimos que los versos de Ismael en ‘Papá, cuéntame otra vez’ se hicieron con tachones y goma de borrar. El otro es su padre, el periodista y escritor Rodolfo Serrano, fácilmente reconocible como primera revelación del cantautor y su hermano.
Aunque puede que una de las mejores cosas de este libro es que es un compendio de todas esas preguntas que los que hemos sido devotos de Ismael Serrano durante estos veinte años hubiéramos querido hacerle, un reflejo de esa charla que siempre quisimos tener. Algunos lo intentamos. Yo misma, hace muchos años, allá por su tercer disco, lo encontré una noche en la barra de una sala de conciertos de Madrid, y reuní todo el valor juvenil que tenía —pensé que era suficiente— para acercarme a él. En mi cabeza todo lo que quería saber de ‘Vértigo’, ‘Al bando vencido’ y ‘México insurgente’. Al llegar a su lado, solo alcancé a un darle un toquecito en el brazo antes de deslizarle un rápido “gracias, eres bueno, eres tan bueno…”. Dos segundos después me escurrí con mi copa entre la multitud y el rubor. Este libro, de alguna forma, me saca de ese desastre. Y supone el regalo de volver siempre que quiera al oasis imprescindible de estas conversaciones con alguien que, como diría Sabina, es muy amigo nuestro, casi sin conocernos.
—Ismael Serrano. Conversaciones está a la venta en librerías y en La Tienda de Efe Eme.
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Anterior crítica de libros: “It’s only rock and roll”, de Susana Monteagudo y Marta Colomer.