DISCOS
“Un disco catártico y personal que sabe estar en la crudeza de pop orquestal, el optimismo luminoso y sesentero o el simpático baño de sintes y cuerdas”
Ash
“Islands”
INFECTIOUS MUSIC/PIAS, 2018
Texto: SARA MORALES.
Los discípulos del sonido 90’s y el grunge post-Nirvana andan celebrando estos días el regreso de Ash, una de las bandas más reveladora y agitadora de aquella escena encargada de cultivar las semillas del nuevo milenio. Resulta que el trío norirlandés, con varias idas y venidas a lo largo de su historia y ausente desde aquel «Kablammo!» de hace tres años, ha desembarcado en tierra firme con un nuevo disco, «Islands». Confiesan estar más ilusionados y motivados que nunca buscando extender su legado hasta las próximas décadas. Sus seguidores agradecen la persistencia, sus objetivos de futuro y esa vuelta a las raíces que los hicieron imprescindibles una vez y hoy reviven a través de varios detalles que visten de largo esta nueva entrega.
El primero de ellos es el reencuentro con Infectiuos Music, el sello con el que editaron «1977», su álbum capital, ese con el que se estrenaron y consagraron en 1996. El segundo son las evocaciones visuales que «Islands» ha querido respetar desde su portada guiñándole el ojo al vital «1977»: vuelve el desdoblamiento de la imagen, la simetría perfecta, el blanco y negro. En su día, la carátula de “1977” consistió en el retrato de un paisaje urbano, una calle cualquiera de una ciudad cualquiera; hoy la imagen de “Islands” repite patrón, pero en forma de isla.
Cuenta Tim Wheeler, líder, cantante, guitarrista y compositor principal de Ash, que el ambiente de las diferentes islas por las que ha viajado durante el período de concepción del álbum han sido fundamentales a la hora de darle vida. Desde la singular isla de Naoshima en Japón, hasta Santorini en Grecia, pasando por Mallorca o Lambay. Que solo en ellas, y con sus diferentes personalidades y particularidades, encontró su sitio no solo para inspirarse a la hora de escribir estas nuevas doce canciones, sino también para refugiarse de la desazón y el malestar causado por una ruptura sentimental. El tema ‘All that I have left’, cargado de dureza, bien lo refleja.
Angustia, soledad, amor, pérdida, lealtad, traición, redención, renacimiento… Todos ellos son los habitantes conceptuales de «estas islas». Y manteniendo la energía y los característicos latigazos de guitarra por los que Ash encumbraron su sonido y reafirman con la canción ‘Annabel’, es un disco catártico y personal que sabe estar en la crudeza de pop orquestal (‘Don’t need your love’), el optimismo luminoso y sesentero de ‘Somersault’ o el simpático baño de sintes y cuerdas de ‘Is it true’ o ‘Confessions in the pool’ con la que ensalzan la amistad.
Un introspectivo paseo por las emociones a través del significado de cada composición, pero también un repaso por los géneros que Ash han demostrado dominar desde sus inicios. Un asalto britpop con ‘True story’, otro a la neo-psicodelia con ‘It’s a trap’ e ‘Incoming waves’, algo de punk chicle en ‘Buzzkill’, funky blues en ‘Did your love burn out?’ y rock alternativo en ‘Silver suit’.
El disco ha sido autoproducido por los tres miembros de la banda (Tim Wheeler, el bajista Mark Hamilton y el batería Rick McMurray), ayudados a las mezclas por Claudius Mittendorfer y grabado en el estudio que el grupo tiene en Nueva York. Un trabajo que narra en contenido y continente la nueva etapa de los de Downpatrick, marcada por este séptimo y simbólico cedé, muy lejos de quedarse aislado.
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Anterior crítica de discos: “Quique dibuja la tristeza”, de Los Hermanos Cubero.