DISCOS
«Se impone la rúbrica del músico experimentado que cuece sus canciones a fuego lento, con calma, incapaz de dar un paso en falso»
Ross
Interstellar
ROCK INDIANA, 2020
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Llevábamos ya ocho años sin noticias de Juan Antonio Fructuoso Ros —esto es, Ross— en formato álbum, y alegra comprobar que su visión caleidoscópica del pop permanece intacta. Siempre lejos de los radares mediáticos más pintones y de cualquier moda, frecuentemente recurriendo al paraguas de la autoedición, el músico madrileño (afincado desde casi siempre en Murcia) lleva ya más de dos décadas de trayectoria impoluta, remojando su pluma en ese tintero de melodías radiantes de inspiración anglosajona —por algo ha vuelto al inglés— que podemos llamar power pop o rock de esquirlas psicodélicas. Poco importa cuando el oficio ni siquiera se discute.
En realidad, este Interstellar reafirma lo ya apuntado en aquel Pop EP (2018) de hace un par de años, que tocaba cuatro palos distintos y, a la vez, similares. Dice su autor que ha querido combinar la fiereza sónica de Supersonic spacewalk (1997) y la lisergia distinguida de Rossland (2001), dos de sus mejores álbumes (con permiso del magnífico Sugar, de 1996, producido por Ken Stringfellow) y la verdad es que en ese sano término medio anda: algunas de estas canciones, como “Look”, “Do It!” o “Perhaps”, podrían compartir estanterías y —ay— cubetas con los Oasis más vitaminadamente psicodélicos, con el Paul Weller más ácido —lógico— o con el Richard Hawley de Standing at the sky’s edge (2012). Por ahí van los tiros.
Otros pasajes se desproveen de aparato lisérgico y dejan que sus giros melódicos brillen con mayor claridad, como ocurre en “Sea windows”, “Autumn song” o la acústica “My girl in a Brand new home” (las favoritas de quien firma). Pero siempre se impone la rúbrica del músico experimentado que cuece sus canciones a fuego lento, con calma, incapaz de dar un paso en falso.
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Anterior crítica de discos: Triángulo de Amor Bizarro, de Triángulo de Amor Bizarro.