DISCOS
“Sirve para dar luz a estos eufóricos, ilusionados, sonidos que en otros casos no pasaron más allá de singles de ediciones limitadas”
Varios autores
“Interferencias. Vol. 1 Spanish Synth Wave 1980-1989
MUNSTER RECORDS
Texto: CÉSAR PRIETO.
En la ya extensa historia musical de este país, hubo unos años en que la electrónica parecía el futuro más evidente. Una azarosa conjunción de circunstancias hizo que en un periodo de no más de tres o cuatro años algunos jóvenes apostaran por crear proyectos, no solo canciones, en el que los instrumentos habituales del rock y el pop quedaban desterrados. El primer impulso fue el ejemplo de grupos foráneos que manejaban sintetizadores —empezaban a llegar aquí aunque con precios algo prohibitivos— para explorar su efecto en canciones pop o pequeñas experimentaciones. Hablamos de Ultravox, Cabaret Voltaire, Kraftwerk, New Order o los que ustedes quieran colocar. Al mismo tiempo, estos jóvenes compartían un ansioso deseo por sonidos renovados que iba mucho más allá del pastiche –genial pastiche, por otra parte— que fue la new wave, a la que consideraban demasiado devota del pasado.
Así que sin infraestructura y sin apoyos, con escasa repercusión en muchos casos, intentaron aliar a la música española con una modernidad —modernidad era la palabra de moda, aún si el pos— que en el fondo tuvo una repercusión mínima, pero pasó a impregnar gran parte de la música que vino después. Fue más una era que un estilo, puesto que convivían en lo que se llamó tecno pop diversas corrientes, cada una con su tono y sus coordenadas. Lo curioso es que para presentarse en sociedad, sin ningún tipo de ambages, usasen los mismos canales que grupos más convencionales. Tocaban en Rockola, aparecían en televisión… Y de hecho, qué caray, DRO salió de esta estética.
La recuperación que presenta Munster sirve para dar luz a estos eufóricos, ilusionados, sonidos que en otros casos no pasaron más allá de singles de ediciones limitadas y completar un poco más el escaparate de una época en la que parece que todo está estudiado. Y no es así. Destacan los grupos levantinos, siempre tan activos en este sonido, con los alicantinos Todotodo que abren el volumen con una pieza directa para la pista de baile, con toques tropicales, cinematográfica y con un constante remedo de vientos. De Valencia son Última Emoción y Justine, los primeros con una preciosidad cercana a Glamour —tenían un miembro escindido de éstos— y los segundos más afines a la sobreactuación de la voz y el rompepistas, como Video.
Hay sitio para los canónicos. Aparecen La Mode y Aviador Dro con la parte de su repertorio menos obvia, pero en conjunto sólo son nombres que sonarán de pasada al aficionado. Y se mueven entre varias coordenadas. Algunos muestran un espíritu sarcástico, entre ellos dos preferidos míos: Waq y Metal y Ca, estos últimos con la genial ‘Datos’, con un saxo que le da un cuerpo carnal y orgánico. Otros se alían al cosmopolitismo, Metropakt que cantan en francés y alemán, Líneas Aéreas con una oda al Benelux o los geniales Oviformia SCI con una de las mejores canciones de los 80, ‘Hablamos de nosotros’, llena de espías y tramas secretas.
Hay un tercer grupo de experimentales. Diseño Corbusier, aunque su gritona ‘Golpe de amistad’ supura también sangre de baile o Bola/Banda Electrónica que es uno de los grandes descubrimientos, con paisajes llenos de sutilidad que incluso llegaron a plastificar en Ariola. Dos decenas de canciones que no solo son esa parte de nuestra historia que no estaba en los libros, son también las ansias de respirar de quienes consideraban que el futuro ya estaba aquí y un puñado de soberbias, exquisitas, aún validas composiciones, como igual de válidos son sus gestores. No nos damos cuenta, siguen sin llegar al público, pero el amplio y preciso libreto que las pone en contexto avisa que muchos de estos grupos —o sus integrantes— siguen en activo.
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Anterior crítica de discos: “Firepower”, de Judas Priest.