La primera parte de la carrera de Loquillo fue tan luminosa y espectacular que sus producciones en los 90 y en este nuevo siglo pareciera que no fueran más que trabajos sin demasiada importancia. Pero un análisis riguroso descubre discos de muchísima altura, trabajos de búsqueda en los que la calidad ha sido constante. En este artículo repasamos la obra de Loquillo durante el siglo XXI, en sus años de madurez personal y artística.
Texto: JUANJO ORDÁS.
El siglo XXI ha visto reinventarse a Loquillo, pero no se ha tratado de un renacimiento al uso. No estamos hablando de ese tipo de artistas que en horas bajas regresan de nuevo a la actualidad mediante una obra simplemente correcta, ni tampoco nos referimos a esa clase de músicos que tras un largo retiro retornan a primera plana mediante tours conmemorativos. El caso del barcelonés fue muy distinto, pues condujo su trayectoria a un nuevo nivel en el que pasado y futuro se daban la mano para construir un brillante presente. Una reinvención de lujo.
Tras sus gratas experiencias trabajando en la musicalización de poemas de algunos de sus escritores favoritos, Loquillo entendió que era momento de dar prioridad a los Trogloditas, mítica agrupación que siempre mantuvo una sonoridad muy particular, pese a las idas y venidas de miembros. En pleno año 2000, era hora de aglutinar en un único trabajo todo el aprendizaje que el rockero catalán había acumulado a lo largo de los años, era importante comenzar a dar a luz a un Loquillo capaz de entonar las letras más introspectivas y, a la vez, dejarse la piel revolcándose sobre el rock agresivo. Dicho matrimonio, en apariencia complicado, no resulto una unión traumática, sino que se trato del inicio de una reinvención bien llevada, creíble, emocionante y los Trogloditas fueron el vehículo adecuado.
CUERO ESPAÑOL
El primer paso fue plantear un nuevo disco de estudio, un LP que dejara claro cuales eran las nuevas directrices, que plantara las bases para la nueva etapa que el del Clot iba a emprender. Con Jaime Stinus a su lado, la apertura sonora estaba garantizada. Hablamos de un productor de amplia cultura musical, sin complejos, que entiende el trabajo en estudio y que, además, es un virtuoso guitarrista. No obstante, fue su fichaje el que impidió el regreso Jordi Vila, el batería original del grupo chocaba con los planteamientos que Stinus promulgaba. En cierta forma, es absolutamente lógico que Loquillo delegara en Stinus gran parte de la organización de las sesiones, pues era la única forma de acometer el cambio, la única manera permitir que el grupo creciera. El sustituto fue Enric Illa, que realizó una excelente labor a los parches.
Las sesiones de grabación acabaron dando forma a un trabajo que gana peso con los años y que se aprecia mucho mejor con la perspectiva que el tiempo otorga. Cuero español se podía (y se debía) entender como un LP dividido en dos partes muy diferentes. Por un lado tendríamos una supuesta cara A, en la que se daba cabida a las composiciones más netamente rockeras. Desde la inicial y brutal «Quiero acariciar el rock and roll» (legada a Loquillo por el difunto Pepe Risi) hasta las versión del «Cazadora de cuero» de los extintos Farmacia de Guardia, la energía eléctrica se desataba de forma incontrolable: aceleraba, frenaba, pero el nervio se exhibía constante. Al margen de las citadas canciones, destacaba ese simpático guiño a Brian Eno que era «La chica que fue» y «La sonrisa de Risi» (otro tema legado a Loquillo por el añorado guitarrista de los Burning). Tras un inicio sin pausa aparecía «Cuando fuimos los mejores», un tema bisagra que unía la primera parte del álbum con la segunda, más melancólica e introspectiva. Es este tema el que nos presentaba a un nuevo Loco que, partiendo de la reflexión, meditaba y aceptaba su pasado. Sabía dónde estuvo, dónde estaba y dónde quería ir.
La segunda parte del trabajo estaba marcada por el romanticismo, por la memoria y por el regocijo de vivir. Si hubiera que escoger un tema insignia de esta nueva comunión entre el rockero y el intelectual, sin duda era «Por amor» el que mejor representaba los nuevos parámetros creativos de Loquillo: letras trabajadas, vivencias maduradas y rock inteligente. También destacó «Malo», tema de estribillo marcado que podemos contemplar como antesala de futuras canciones de estribillos luminosos y corte pop como «El manager» o «Veteranos».
Desde el título a la portada, pasando, obviamente, por las canciones que contenía, Cuero español era una reivindicación de la madurez en el rock and roll, del envejecimiento bien entendido y del aprendizaje cosechado, es decir, todo lo que España ignora y países como Francia y EEUU comprenden a la perfección. La idea era clara: se puede ser una leyenda y continuar ofreciendo canciones de alto nivel.
La gira de presentación del LP resultó fundamental en el devenir del Loco, más que nada por que porque Jordi Vila había regresado a filas y porque los encargados de telonearle fueron los asturianos Babylon Chat, grupo glam en el que militaba Igor Paskual, joven guitarrista que pronto se convertiría en su mano derecha.
Con la banda rodada, un nuevo método de trabajo y nuevas canciones de gran potencial, se acercaba el momento de grabar un trabajo de empaque. Era la hora de «las tres efes».
FEO, FUERTE Y FORMAL
Tras el paréntesis en EMI, fue la discográfica Blanco y Negro la que acogió la nueva entrega de Loquillo y Trogloditas. Feo, fuerte y formal no fue solamente un disco excelente, sino que podríamos citarlo como el mejor trabajo de Loquillo hasta la fecha. Una producción detallista, unas canciones memorables y una ejecución perfecta ayudan a colocar el LP en la cima creativa del de Barcelona. Esta vez no podemos hablar de un trabajo dividido en partes o temáticas, sino de un LP perfectamente cohesionado y fundido. La incorporación de Igor Paskual al equipo compositivo formado por Stinus, Sopeña y Segarra no hace sino aumentar el nivel de las canciones hasta límites nunca vistos en la discografía del Loco, quien por otra parte comienza a cantar como nunca en su vida. En este sentido, es muy destacable «La edad de oro», hermosa y romántica balada en la que el cantante se entrega con disciplina y emoción sobre las experimentales guitarras de Stinus, de corte absolutamente Bowie. Pero estamos hablando del único punto de descanso en un camino lleno de cortes enérgicos como la rápida «Deportivo 7» y su descriptiva visión nocturna de los barrios de los 70, la hímnica «Feo, fuerte y formal», la declaración de principios de «Territorios libres» (otro himno) o la glammy «Las chicas del Roxy». Por otra parte, el mestizaje hacía su aparición de nuevo en un disco de los Trogloditas con la incorporación de un tema tan inspirado como «Charnego», que tristemente no se prodigó en directo.
Se trató de un trabajo sin fisuras, en el que hasta la inclusión de una nueva versión de «Barcelona ciudad» tenía sentido. Las guitarras de Ricard Puigdomènech, Jordi Pegenaute y Stinus dotaron al conjunto de una variedad estilística importante, sabiamente conducida por el último de los citados provocando la confluencia hacia un territorio común.
Con este disco, podríamos decir que el nuevo Loquillo queda definido por el rock pensado, las letras personales y un sonido rico en matices e influencias, aunque el pulso glam callejero queda patente. Visto en perspectiva, se trató del último cañonazo rockero de su trayectoria. Las guitarras no volverían a rugir como en este disco, pues el siguiente paso discográfico del músico no le alejaría de la inmediatez aunque si de la rabia que desprendía parte de este maravilloso LP.
El tour correspondiente tuvo sus consecuencias. A su finalización, Ricard Puigdomènech y Jordi Pegenaute abandonaron el grupo, aunque en distintos términos. Mientras el primero desaparecía de la escena troglodita, el segundo continuaría trabajando entre bambalinas para la banda. Sustituir a un buen guitarrista es complicado, sustituir a dos aún más, pero Loquillo lo consiguió aunando pasado y futuro. Por un lado recuperó a Xavi Tacker (guitarrista de la banda desde finales de los ochenta hasta principios de los noventa) y por otro invitó a Igor Paskual a unirse a los Trogloditas en calidad de guitarrista invitado. Se trataba de una apuesta interesante, por un lado el público se reencontraría con Tacker y por otro contemplaría como el antiguo telonero pasaba a jugar en primera división. Lo mejor de todo es que la combinación funciono a la perfección, algo que se pudo comprobar en la gira promocional de Historia de una actitud, el recopilatorio con el que Loquillo y Trogloditas celebraron su 25 aniversario.
HISTORIA DE UNA ACTITUD
Doble compacto (más DVD) dedicado a resumir 25 años de carrera. Se trató de una excelente retrospectiva en la que se incluyó un tema nuevo, una versión regrabada de «Cuando fuimos los mejores» bastante distinta a la original, menos melódica y bastante más rockera, con Jordi Vila la batería. Un dato importante es la inclusión de algunos temas básicos del repertorio Troglodita en su versión en vivo extraída del mítico A por ellos que son pocos y cobardes. Teniendo en cuenta que tanto las versiones en vivo como en estudio de «Cadillac solitario» y del «Ritmo del garaje» no destacan precisamente por su calidad de sonido, ¿por qué no regrabarlas de una vez? Hubo que esperar unos años para disponer de unas buenas versiones en formato «live».
La gira de presentación del recopilatorio fue un verdadero éxito, el grupo funcionaba, el repertorio era de infarto y las guitarras de Paskual y Tacker sonaban salvajes. No obstante, dicha formación llegaría muy pronto a su fin. Tras finalizar la gira, Tacker abandona la banda y, por otro lado, Paskual es confirmado como miembro oficial de los Trogloditas. Era momento de preparar un nuevo disco de estudio y dar salida a nuevas canciones, aunque la búsqueda de un guitarrista parecía una prioridad, pues los servicios de Stinus, Pegenaute y Paskual estaban garantizados.
Fue precisamente durante esta época cuando se unió a Andrés Calamaro y Enrique Bunbury para prestar sus voces a la versión single del tema “¿Dónde estás?”, perteneciente al formidable debut en solitario de su amigo Jaime Urrutia. Fue por entonces cuando aconteció el concierto que celebraba el quinto aniversario de EFE EME, que contó con las actuaciones de Jaime Urrutia, Enrique Bunbury, Ariel Rot y el mismo Loquillo. Fue durante ese concierto cuando el barcelonés pudo contemplar sobre las tablas la fuerte conexión musical entre su pupilo Igor Paskual y Guillermo Martín, mítico guitarrista madrileño que por entonces prestaba servicio en las filas de los Corsarios de Urrutia.
ARTE Y ENSAYO
La tercera parte de la trilogía, la confirmación de la resurrección. Arte y ensayo fue el disco de madurez de Loquillo y Trogloditas, aunque cada vez obraba más como un artista en solitario que se sirve de distintos músicos para llevar adelante su propuesta. Se trató de un disco redondo de principio a fin que, en su búsqueda y encuentro de la madurez, dejó por el camino la agresividad. El inicio con el tema que daba título al LP distaba mucho de antiguas aperturas como «Quiero acariciar el rock and roll» o «Deportivo 7». Se trataba de una pieza basada en guitarras mecánicas deudoras de la Velvet Underground, con un ritmo bailable que remitía a las piezas berlinesas de Bowie y una letra que era una declaración de principios, dejando claro con quién estábamos tratando.
La importancia de Paskual se deja notar con fuerza en unos coros cuidados como nunca y en una fuerte comprensión de las necesidades de su «jefe», lo cual queda patente en las piezas que firman conjuntamente. Puede sonar pretencioso decir que estamos ante un disco que destila cultura, pero en efecto así es. Las referencias musicales esta vez no se centran en el rock crudo ni en el glam, sino en nombres que en su día definieron el rock and roll como un proyecto artístico e ilustrado.
Habría que volver a hacer referencia a Lou Reed en el carácter cosmopolita del álbum, a Roxy Music en la cuidada y dimensionada producción o a Bowie en el vanguardismo que impregna cada uno de los cortes.
El latido callejero permanecía exclusivamente en dos temas, la versión de «I fought the law» que ya fue rodada en la gira del 25 aniversario y en Rock and roll actitud, primer single que aunaba la vertiente rockera de Loquillo con unas guitarras certeras, aunque más meditadas que salvajes. El resto del trabajo se movía en ambientes selectos, entre la afrancesada y memorable balada «Johnny et Silvie» y el sonido oscuro cuasi-gótico de «Tiro de gracia», entre la neoyorquina «Restos de serie» y la melancólica «Corre rocker, corre». Por otra parte, el pop luminoso aflora en la brillante «Veteranos», aunando el rock clásico 50 y la tradición mediterranea de forma brillante.
Fue éste el paso definitivo que permitió al público contemplar al nuevo Loquillo, el que había aparcado la chupa de cuero en favor del buen traje, el que sabía que la intensidad no se medía por la potencia, sino por el sentimiento.
Una vez publicado el disco la gira presentó una nueva formación troglodita. Esta vez Igor Paskual ya se encontraba rodado y Guillermo Martín se unió como segunda guitarra, compartiendo y alternando con Paskual las labores solistas. Los temas de Arte y ensayo sonaron feroces en directo, empastando muy bien con las canciones pertenecientes a etapas pasadas. Además, los nuevos guitarristas los remozaron y dieron nuevo empaque y vida. Para el recuerdo queda la imagen de Martín vertiendo todo su sentimiento en el punteo inicial de la «Edad de oro» o la estampa de Igor Paskual exprimiendo su guitarra durante el solo final de «El rompeolas». Era la hora de dejar constancia del poderío de la banda en una nueva grabación en directo. Pero dicho proyecto tendría que esperar.
MUJERES EN PIE DE GUERRA
El siguiente trabajo de Loquillo fue al margen de los Trogloditas y se trató de la banda sonora del documental Mujeres en pie de guerra. Dirigido por Susana Koska y basado en la lucha femenina por la libertad durante la guerra civil española, fue fundamental a la hora de marcar la orientación de las canciones que Loquillo preparó en compañía de algunos de sus más destacados colaboradores. Sin duda alguna, entre los temas recogidos en la grabación destacaban «Antes de la lluvia», «El año que mataron a Salvador» y «Durruti», tres canciones memorables y conmovedoras. En lo que se refiere al apartado técnico, es interesante destacar que en la primera de ellas Loquillo cantaba sobre baterías sampleadas aunque tratadas de forma orgánica, algo novedoso en su espectro musical.
Durante el transcurso de la gira de Arte y ensayo, Guillermo Martín enfermó, teniendo que ser sustituido por Jordi Pegenaute. Sin duda alguna, debieron de tratarse de momentos más que delicados en el seno de la banda. Guillermo no sólo había calado fuerte entre los fans de Loquillo, sino que además había encajado a la perfección en el grupo, tanto a nivel musical como humano. Gracias a su coraje y valentía, conseguiría recuperarse de sus dolencias para unirse de nuevo a la gira y continuar dando lo mejor en escena. Fue entonces el momento de inmortalizar a la mejor formación que Loquillo y Trogloditas haya conocido jamás, aunque dos elementos clásicos como Sergio Fecé y Jordi Vila la hubieran abandonado recientemente.
HERMANOS DE SANGRE
Me atrevería a decir que es el concierto más lujoso que se haya editado jamás en España y en Europa. Era casi una obligación dejar constancia audiovisual del gran momento que Loquillo atravesaba. Tenía a la mejor banda, el mejor repertorio y unos fans fieles. La preciosa caja bautizada Hermanos de sangre recogía dos conciertos: uno íntimo en Barcelona y otro de puro estadio-rock en Barakaldo. Se trataban de dos conceptos distintos pero en los que la banda se defendía a la perfección, resultando imposible escoger entre uno u otro. El repertorio era distinto, el sonido preciso pero diferente y las filmaciones magistrales. Así mismo, se incluían tres temas nuevos que sonaban a clásicos por los cuatro costados. Destacaba la incorporación de Cuti al piano y teclados, el eficiente Tony Jurado a la batería y a Jaime Stinus como tercer guitarrista en su regreso a los escenarios.
Fue durante la gira de presentación, en la que el francés Laurent se estrenaba como batería, cuando Guillermo Martín falleció, dejando al rock huérfano de uno de los mejores músicos que haya dado al mundo nuestro país. Un duro golpe para el grupo que llevaría a Loquillo a replantarse su carrera, así como la disolución de la banda.
Gracias al apoyo de Stinus a las seis cuerdas, la gira puedo continuar su curso, aunque lo que se estaba produciendo era el fin de una etapa y el inicio de una nueva. Tras telonear en el verano de 2007 a The Who y a los Rolling Stones, Loquillo anunciaba el final de los Trogloditas y el inicio de su carrera en solitario.
BALMORAL
El futuro se presenta prometedor para el Loco. Por un lado, el grueso de los últimos Trogloditas es la banda que le respalda, por lo que la solidez musical está asegurada. Por otro, Balmoral, su nuevo trabajo, presenta a un artista renovado, jugando con sonidos inéditos en su currículum y armado con temas imprescindibles. Ha cumplido el sueño de grabar un tema junto a Johnny Hallyday, y ha conseguido romper moldes. Sin renunciar a su pasado, podemos decir que Balmoral es en gran parte rupturista, pues en él Loquillo se libera de corsés y ataca sin prejuicios piezas que se volverán imprescindibles en sus conciertos. Una nueva y prometedora etapa junto al equipo más engrasado con el que haya contado nunca.
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