«La mejor definición de su sonido, ese que siguen manteniendo 30 años después, la da el propio grupo: “Doce cartuchos a bocajarro”»
Se formaron en Lanzarote a finales de los ochenta, y además de dar conciertos, sus componentes siguieron en otros proyectos. Por fin editan su debut, con referencias al punk, el rockabilly o el garaje.
Texto: XAVIER VALIÑO.
Foto de apertura: ADRIEL PERDOMO.
Pocos casos, por no decir ninguno, hay en el rock español de un grupo que graba su primer álbum 30 años después de formarse. Pero es que el caso de Inadaptados no es precisamente como el de los demás, condicionados sobre todo por su procedencia, la isla de Lanzarote, un «asteroide volcánico y tropical», como ellos mismos la definen. A finales del año pasado editaron Rock&Roll desesperado, un debut cargado de guitarras, distorsión y voces desgarradas. Es momento de hacer justicia con una de las bandas de rock más injustamente desconocidas del país.
Fue a finales de los 80 cuando Carlos Brito y Javi Fuentes montan el grupo con Juan Luis Panés ‘Buli’. Pronto después se les une un vocalista, Roberto Aparicio, con el que dan su primer concierto a finales de 1990. En 1992 este último abandona el grupo y poco después se les suma Antonio ‘El Fuzzo’, completando la formación de cuarteto que llega a nuestros días. Desde el principio, y manteniéndose fieles a su sonido y sus principios hasta la actualidad, dejan bien claras sus coordenadas –psychobilly, rockabilly, punk, garage, high energy, surf…– y sus influencias: tanto bandas foráneas como The Sonics, The Cramps, The Fuzztones, Meteors o The Stooges, como formaciones españolas como Parálisis Permanente, Desechables o Los Coyotes, y grupos canarios como Ataúd Vacante, Los Dalton o Guerrilla Urbana.
Durante los siguientes ocho años el grupo pasea su rock and roll sucio, veloz y peligroso por distintos escenarios canarios, llegando a aparecer en Televisión Española y sonando habitualmente en el Diario Pop de Jesús Ordovás en Radio Nacional por mediación de Vicente Abreu, al tiempo que dejan también varias canciones en discos colectivos. Hasta 1996 no aparece su primer epé, un disco de 4 canciones, Estado salvaje, grabado en un día de agosto en una bodega y publicado por el sello de Las Palmas Ruin Records. A partir de ese momento llaman la atención de clásicos de la escena rockera de aquellos años como Kike Turmix, y graban once canciones para un disco que permanece inédito todavía y que no llegan a editar en su momento porque el grupo decide tomarse un descanso.
Por aquel entonces varios de sus componentes ya tenían un proyecto paralelo, King Trash Fandango, y en los años sucesivos prestarían sus servicios a otras bandas como Humbert Humbert, Pantasma, Supergrupo o S.U.N. Por fin, tras varios años sin tocar juntos, en el 2015 deciden retomar la actividad, tocando con Marky Ramone y Brutalizzed Kids y haciendo una versión de la legendaria banda canaria Ataúd Vacante para otro disco colectivo. Tras resultar ganadores de la edición de 2016 del Teguise Showcase de Lanzarote, consiguen dar su primer concierto en la Península, concretamente en el Monkey Week de Sevilla.
El grupo decide entonces registrar un álbum financiado por ellos en los estudios Néptar de Ane Fernández –guitarrista de Marca Acme, La Isla, Zürich– en Arrecife (Lanzarote). Grabado en dos días de agosto de 2017 –uno para la base instrumental y otro para las voces– con equipo analógico y en directo, solo se le añaden posteriormente unas guitarras con slide en el tema que titula el disco. En él recuperan alguna de sus antiguas canciones e incluyen otras compuestas para la ocasión. Además de la masterización de Mike Mariconda, cuenta con una portada ilustrada por Mik Baró (Wau y Los Arrrghs!!!, Los Chicos, Mambo Jambo) en el que aparecen junto a su ‘mascota’ Facundo en un coche trucado que parece descontrolado a toda velocidad. Tras enviarlo a varias discográficas, Folc decide editarlo en vinilo, contando con la producción ejecutiva del sello canario Los 80 Pasan Factura.
En Rock&Roll desesperado aparecen, como no podía ser de otra forma, esas guitarras cargadas de distorsión y voces al límite que se reparten entre Javi Fuentes y Carlos Brito según quien haya compuesto la canción, con textos que hablan de deseo, cementerios, basureros, alcohol, relaciones enfermizas… El disco se inicia con el sonido de un motor en “Velocidad y rock and roll” y, durante los cuarenta minutos que siguen, no dan un respiro al oyente. Por encima de la poderosa y engrasada sección rítmica de Buli y Carlos, cabalgan las guitarras de El Fuzzo y Javi. La mejor definición de su sonido, ese que siguen manteniendo 30 años después, la da el propio grupo: “Doce cartuchos a bocajarro”. Sin tregua, añadiríamos nosotros.