FONDO DE CATÁLOGO
«In the land of salvation and sin es probablemente uno de las mejores grabaciones de los noventa»
Manel Celeiro recupera In the land of salvation and sin, de The Georgia Satellites, cuatro tipos de Atlanta vestidos de tejanos y cuero, con cara de pocos amigos y diametralmente opuestos a los cánones estéticos que imperaban en la época.
The Georgia Satellites
In the land of salvation and sin
ELEKTRA (1989)
Texto: MANEL CELEIRO.
Los años ochenta no fueron muy favorables, por lo menos en lo que se refiere al rock nd roll en su versión más clásica. Además de los coletazos de lo que se dio en llamar Nueva Ola, las ondas radiofónicas y los escaparates de las tiendas –si, todavía se vendían discos a millones– estaban dominadas por el hard rock de cabelleras cardadas y mallas de lycra que provenía de las calles de Los Ángeles, los denominados Nuevos Románticos o bien por el pop más pomposo. Y la MTV. Además de esas ostentosas producciones que todavía hoy en día provocan tanto escalofríos como adicción, depende de los gustos de cada uno. Ante este panorama que cuatro tipos de Atlanta vestidos de tejanos y cuero, con cara de pocos amigos y diametralmente opuestos a los cánones estéticos de la época tomaran por asalto las listas de ventas no deja de ser un enigma todavía por resolver, digno de que el inefable Iker Jiménez le dedique un especial en su programa nocturno de misterios varios. Y es que “Keepy our hands to yourself”, sencillo extraído de su elepé de debut trepó hasta el número dos y solo un megahit como “Livin’ on a prayer” de Bon Jovi les impidió liderar el Billboard Hot 100 en 1986.
Tras ese disco llegó Open allnight (Elektra, 1988), que en su contraportada contenía dedicatorias a algunos de sus ídolos, The Faces, Chuck Berry, absolutamente fuera de época por aquel entonces, bueno, casi como ellos mismos. No hace falta señalar que el disco no cubrió las expectativas comerciales pese a ser un tremendo compendio de canciones rocanroleras de primera división. La exigencia de las giras continuas y las presiones de la compañía empezaron a minarles la moral y a dar paso a las primeras diferencias entre ellos, sobre todo entre Dan Baird y Rick Richards, dos tipos de fuerte personalidad, con el bajista Rick Price sumándose al carro.
Obviamente, las cosas no iban lo que se dice rodadas cuando entraron en el estudio, los legendarios Ardent de Memphis, para dar forma a su tercer disco. Pero como suele suceder, a veces ese estado de tensión y de desapego sirve de acicate para que una banda ofrezca lo mejor de sí misma. Y así fue, con producción de Joe Hardy (ZZ Top, Steve Earle, The Replacements, Alice Cooper e incluso nuestros Siniestro Total), In the land of salvation and sin es probablemente uno de las mejores grabaciones de los noventa. Sí, se editó a finales de 1989, pero lo podemos incluir perfectamente en la década posterior. Aunque nunca salga en ninguna de esas listas de lo mejor de…
Perfecto de principio a fin, los catorce cortes contenidos dan fe de la formidable capacidad como compositor de Baird, un tipo al que se le caen las canciones como ha demostrado en su larga trayectoria posterior, y la química que brota de la grabación no da señales de que aquello se estuviera desmoronando. Suenan cohesionados, brillantes, entusiastas, quizás conscientes de que ese podía ser su último legado sonoro. Había que hacerlo bien y así lo hicieron.
Abren a toda mecha con “I dunno” y “Bottle o’ tears” dos superlativos ejemplos de rock and roll. Sí, todas sus influencias están ahí, igual que en sus dos álbumes anteriores, pero ese sonido fresco, contemporáneo, aleja cualquier sospecha de que estamos ante un mero revival. Y luego, luego llega un pedazo de canción, ¿su mejor composición?, como es “All overbut the cryin’”. De una intensidad y un dramatismo brutal, y es que además de la desintegración de la banda hemos de añadir el fracaso del matrimonio de Baird en la misma época. Aparecen territorios más acústicos en clave country, “Another chance” o “Sweet blue midnight”, le inyectan adrenalina al “Games people play” de Joe South, aportan medios tiempos de lujo (“Days gone by”, “Stellazine blues”) y descarganelectricidad y guitarreo como si no hubiera un mañana. Y es que “Shake that thing”, “Six years gone”, “Dan takes five” o “Slaughter house” –la única aportación de Rick Richards– hay que ponerlas con el volumen al once y acompañadas por unas cuantas cervezas frías para darles su verdadero hábitat.
Que un disco así no llegara a más es otras de las muchas injusticias a las que nos tiene acostumbrados este negocio. Y no se dejen engañar, no son otro de esos grupos de un solo éxito, si escuchan sus tres obras con la formación original comprobarán toda la valía artística que atesoraban. Tendrán enfrente a una banda tan musculosa como sensible, que llevaba contra viento y marea la antorcha del rock & roll en unos tiempos nada propicios para ello. Aunque pocos meses después, febrero del 90, salía a la venta Shake your money maker, de unos tales The Black Crowes. Pero eso es otra historia, ¿no?
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: The future, de Leoanrd Cohen.