FONDO DE CATÁLOGO
«Un manejo de las armonías y los estribillos de muchos quilates que les llevaba a jugar en la liga de los grandes nombres del power pop setentero»
Cheap Trick
In color
EPIC RECORDS, 1977
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
Cuando pienso en Cheap Trick antes de, por ejemplo, escribir algo sobre ellos, se me vienen a la cabeza unas cuantas ideas: la primera es que tienen varias decenas de canciones de las que te levantan del asiento y la segunda es que, la banda de Illinois, es una de esas a las que resulta muy complicado poner una etiqueta y, en todo caso, esta variaría con el paso de los años y las distintas etapas vividas por el grupo.
Hoy lo que toca es hablar de los primeros tiempos, los mejores vaya. Cuando nacieron Cheap Trick, en 1974, sus miembros ya tenían unos cuantos tiros pegados aunque ningún intento les había acercado a la fama. El guitarrista Rick Nielsen y el bajista Tom Peterson ya habían coincidido en Fuse, con quienes llegaron a grabar un disco, y en otros proyectos como Sick Man Of Europe, el precedente inmediato de los Trick. Fue en aquella banda, tras quedarse sin batería y sin cantante, cuando tiraron de Bun E. Carlos y el vocalista Robin Zander. La pareja, que con Rick y Tom completaba el cuarteto y daba forma a la clásica formación de Cheap Trick, también se conocía de anteriores aventuras y, lo cierto, es que el juego de dobles parejas iba a funcionar de maravilla.
Pocos meses después de comenzar, y cuando las grabaciones aún quedaban lejos, los de Rockford ya se habían hecho un nombre por su gran directo. Y fue esa tarjeta de presentación la que llevó al reputado productor Jack Douglas a poner sus ojos en ellos y a ofrecerles grabar con Epic, con él a los mandos, claro. El resultado fue Cheap Trick, su debut, un gran álbum que veía la luz en febrero del 77 y que ya dejaba clara su maestría para meter en la batidora una colección de riffs poderosos mezclada con brillantes y pegadizas melodías . Aquello les salía tan bien que algunos vieron claro que tenían muchas papeletas para conquistar grandes audiencias.
Y ellos no quisieron perder mucho tiempo para confirmar los buenos augurios. Por eso, el mismo año de su debut, en septiembre, llegaba a las tiendas su segundo elepé: In color. Para la ocasión, Tom Werman tomaba el relevo de Jack Douglas en la producción. Más allá de ese cambio, no se produjeron grandes variaciones. El sonido del grupo se movía por los mismos derroteros que habían mostrado unos meses antes, con una pizca más de inspiración, si cabe . A su vocación de banda de estadio, los Cheap Trick unían un manejo de las armonías y los estribillos de muchos quilates que les llevaba a jugar en la liga de los grandes nombres del power pop setentero.
Un disco que rebosa energía y un grupo en estado de gracia
Todo ello está presente en este disco desde la inicial “Hello there”, menos de dos minutos de energía desbocada, un huracán, una de esas canciones que multiplican su valor en el conjunto de una obra como esta. El tema, considerado individualmente, está bien; pero como comienzo de In color es sencillamente perfecto. Cheap Trick nos preguntan si estamos preparados para rockear y lo estamos. ¡Que pasen las nueve siguientes!
En “Big eyes”, la voz de Robin Zander destaca sacándole brillo al lado más hardrockero de la banda, mientras que “Downed” y sus ligeros efluvios psicodélicos es, por méritos propios, una de las mejores canciones del álbum, una maravilla que precede al hit de In color.
Es casi imposible resistirse a los encantos de “I want you to want me”, a su ritmo juguetón, a su alegría, a su tono festivo. Tenía que ser un éxito y lo fue. Estamos ante todo un clásico. Con el oyente aún bailando y celebrando llega “You’re all talk”, que tira de él hasta llevarle muy cerquita de la pista de baile gracias a sus toques casi funk y su ritmo contagioso. La fiesta continúa con “Oh Caroline” y también la vuelta al rock de guitarras fuertes y estribillo potente y coreable; y si alguien echaba de menos algo de velocidad, tranquilos, porque “Clock strikes ten” pisa el acelerador a fondo hasta convertirse en uno de esos números que, en directo, llevan al espectador un punto más allá. Y esas guitarras… puro rockandroll.
En la recta final nos topamos con “Southern girls”, una de las mejores melodías de In color, aunque “Come on come on” no le va a la zaga: otro estribillo glorioso para mostrar, en todo su esplendor, la vertiente más pop de la banda. Y si “Hello there” era una gran bienvenida, “So good to see you” es la despedida perfecta, hard rock de manual con Zander demostrando que, si hablamos de versatilidad, es muy difícil ponerse a su altura.
In color transcurre sin altibajos, rotundo, inmediato y superando lo que habían plasmado en su primer disco. Es cierto que los muchachos no quedaron muy satisfechos con la producción de Werman, quien terminó de hacer su trabajo mientras ellos estaban girando. Tal vez ese fue uno de los motivos que les impulsó a meterse en el estudio, veinte años después, para regrabar aquellas canciones junto al mismísimo Steve Albini. En cualquier caso, estos Cheap Trick estaban sobrados de talento y personalidad. En algún lugar, a mitad de camino entre el pop de sus adorados Beatles y el gusto por el espectáculo de algunos de sus compatriotas más orientados al artificio y el arena rock, se movían las constantes vitales del grupo de Rockford. No muy lejos, por cierto, de otros nombres sagrados como Badfinger o Raspberries. Aquel sonido caló en su país y, sobre todo, en Japón, donde triunfaron antes que en su tierra; un éxito que les llevó a grabar un directo en el mítico Bufokan. Antes, sin embargo, llegaría su tercer álbum, Heaven tonight (1978), que, además de ser también sobresaliente, contenía la que se iba a convertir en su canción más emblemática: “Surrendet” , un himno, nada más que añadir.
Si el sonido de Cheap Trick era una mezcla original y curiosa, la imagen no se escapaba de otra cachonda dualidad. Peterson y Zander tenían un look de rock stars, con sus melenas, eran guapos; pero como el cuarteto no había salido de un casting, también estaban allí Bun E. Carlos y Rick Nielsen, más peculiares que agraciados. El grupo tiraba de sentido del humor y, tanto en portadas como las de In color y Heaven tonight, como en sesiones de fotos, lo ponían de manifiesto. Por delante y a todo color, los guapos; en la contra, los feos, con perdón.
Si queremos acotar la gloriosa primera etapa de Cheap Trick, a la que hacíamos referencia al comienzo, podemos señalar el notable Dream police (1979) como su broche de oro. Aquel disco sonaba, eso sí, más producido, y anticipaba algunos de los cambios que estaban por venir. La década de los ochenta llegaba y no lo iba a hacer con buenas noticias. All shook up bajaba el nivel, a pesar de contar con el gran George Martin a los mandos. Peterson se fue de la banda y, ni con él ausente, ni con su vuelta a finales de la década, se acercaron a sus logros setenteros. Vendían discos, sí. Tenían buenas canciones, por supuesto. Pero no estaban a la altura de los pelotazos de sus primeros discos. Muchas cosas habían cambiado. Ese imaginario intermedio en el que les habíamos situado en sus comienzos ya no era tal, costaba reconocer la influencia de los más grandes del pop y se veían mucho más cerca los sonidos orientados a las FM o que directamente abrazaban el AOR sin disimulo. Fue una época complicada para muchos y ellos no se libraron de la quema: baladas ñoñas, compositores a sueldo… La verdad es que no parecía quedar mucho del grupo que había grabado In color.
Vuelta a los orígenes
Pero cincuenta años de trayectoria dan para mucho, también para renacimientos. Y el del grupo de Rockford bien podríamos fecharlo con la edición de Cheap Trick, en 1997. Titular el álbum, de nuevo, con el nombre del grupo parecía dejar clara la intención de un nuevo comienzo y el propósito de plasmarlo en el disco, el primero de unos cuantos buenos elepés que iban a llegar. Special one (2003) y Rockford (2006) son pruebas irrefutables de que a Cheap Trick no se les había olvidado todo aquello que les había hecho grandes. Lo que les ha llevado a ser toda una institución del rock and roll en Estados Unidos y a figurar, con toda justicia, en su salón de la fama.
Convertidos en referencia para infinidad de grupos jóvenes, o más jóvenes que ellos, de muy distinto pelaje, estos veteranos siguen en forma. La edición de In another world, el pasado año, es una buena prueba de que no han perdido las ganas de seguir haciendo buenas canciones y de tocarlas en directo. Esa es su vida, la que alegra la nuestra.
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: Utopía (1992), de Serrat.