FONDO DE CATÁLOGO
«Irrumpió una voz dulce que buscaba mecer unas letras de amor y desamor entre arpegios de guitarra, silencios y una delicadeza folk que caló»
Hasta 2008 nos lleva Sergio Almendros para recuperar el debut discográfico de Russian Red, I love your glasses, que despuntó entre los nombres revelación de aquel año con su propuesta.
Russian Red
I love your glasses
EUREKA, 2008
Texto: SERGIO ALMENDROS.
El mismo año que Spotify se puso en marcha de forma tímida y casi sibilina, cuando el panorama discográfico español se encontraba disfrutando de sus últimos éxitos antes del huracán que supondría el streaming, en ese momento de incertidumbre inadvertida, el movimiento indie, ese que despuntó a finales de los noventa pero que pocos años después empezó a rebajar réditos, buscaba un nuevo hueco, un hueco que ese año encontraron e hicieron bien grande dos discos de debut: Un día en el mundo, de Vetusta Morla, y I love your glasses, de Russian Red.
Con unos incipientes pero aún minoritarios Love of Lesbian o Lori Meyers, por ejemplo, y entre los exitazos de formaciones como Fito & Fitipaldis o Pereza, irrumpió una voz dulce que buscaba mecer unas letras de amor y desamor entre arpegios de guitarra, silencios y una delicadeza folk que caló hasta el punto de convertirse en punta de lanza de una nueva generación de cantautoras. Y lo hizo además siendo pionera, o una de las pioneras, sirviéndose de una plataforma ajena a lo masivamente establecido, en este caso del portal MySpace, para darse a conocer y lograr una popularidad boca a boca que hizo que en los meses previos al lanzamiento de este I love your glasses ya hubiera un runrún y un interés especial por el álbum. Y el álbum no decepcionó un ápice, convenciendo a propios y extraños, siendo uno de los discos más importantes de aquel 2008 y teniendo su coherente continuidad y evolución en 2012 con Fuerteventura, si bien su fulgurante carrera tuvo hasta ahí sus mejores o más exitosos momentos.
Ya la apertura del disco con “Cigarettes”, el primer single y quizás el tema más conocido de I love your glasses, apuntaba perfectamente por donde cruzarían el resto de canciones: la voz de Lourdes Hernández y una guitarra de reminiscencias folk para vestir unas letras introspectivas, y poco más. Con la excepción de “They don’t believe”, el único corte de estilo jovial y ritmo alegre, el lote se mostraba compacto en su melancolía y sencillez. Con influencias que iban desde el folk norteamericano de los sesenta y setenta hasta el más delicado pop británico de finales del siglo pasado, con lazos hacia algunos de los más importantes nombres independientes del Estados Unidos de principios del XXI, especialmente Cat Power, los diferentes cortes se mostraban en apariencia desnudos, aunque los sutiles y preciosos arreglos que contenían algunos de ellos les elevaban a espacios más interesantes si cabe.
“Take me home”, una de las joyas, tomaba ciertos ropajes countries, mientras “Gone play on” inquietaba en su oscuridad y “Time is crucial”, esta sí libre de cualquier adorno instrumental, rebosaba verdad, sentimiento y dolor, cerrando la colección una deliciosa versión del “Girls just wanna have fun”, que resultaba una inmejorable declaración de intenciones tras el torrente emocional que dejaba atrás. Y todo casi únicamente con la voz de Lourdes Hernández, una guitarra de reminiscencias folk y unas letras introspectivas, eso sí, dando forma a unas grandes canciones.
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