FONDO DE CATÁLOGO
«Muestra la conexión perfecta entre el rock and roll y la música fronteriza»
Los Lobos
How will the wolf survive?
SLASH/WARNER, 1984
Texto: EDUARDO IZQUIERDO
Tras los discos Sí se puede (1976) y La banda del este de los Ángeles (1978), puramente tradicionales y, a menudo, haciendo de banda de acompañamiento de otras voces, Los Lobos habían publicado en 1983 su primer trabajo discográfico, el fantástico …And a time to dance, un minielepé, o epé largo, con la discográfica independiente Slash. Su éxito lleva a esta a firmar un acuerdo con Warner Bros., con quien lanzarán, licenciado a medias, el que habitualmente se considera su primer larga duración, How will the wolf survive? (1984).
“Don’t worry baby” y su rock clásico da el pistoletazo de salida a un álbum producido por T-Bone Burnett, con el que Los Lobos edifican definitivamente su carrera, y que muestra la conexión perfecta entre el rock and roll y la música fronteriza. Aquí ya no son solo una banda festiva, ideal para bailar en una fiesta mestiza como parecía en su disco anterior, sino que también se muestran como un enorme grupo de rock and roll. Le sigue una preciosa balada country blues como “Matter of time”, para luego introducir la música ranchera en “Corrido #1”. Tres temas y el resumen de todo lo que son Los Lobos en escasos diez minutos. Por cierto, a pesar de ser un corrido, la canción está cantada en inglés. Como curiosidad, algunos discos en vinilo se editaron con el título de “Corrida #1” y hoy son objeto de coleccionistas. “Our last night” es un medio tiempo fronterizo magnífico con David Hidalgo, su compositor, luciendo capacidad vocal cantando en tonos muy altos.
Canción importante del álbum es “The breakdown”, habitualmente desapercibida y que cierra la cara A en vinilo. Compuesta a medias entre David Hidalgo, Louie Pérez y el productor T-BoneBurnett, da una leve pincelada de un camino que Los Lobos tomarán en el futuro. Porque hay una ligera —muy ligera— experimentación en su estilo clásico, que acabará desarrollándose más adelante en discos como Kiko (1992) o en proyectos como los Latin Playboys.
Hasta el momento, el disco roza la perfección, si no la ha alcanzado; pero es que la segunda cara puede ser incluso mejor que la primera. “I got loaded” es el único tema del álbum, junto al siguiente, en el que nadie del grupo interviene en la composición. Firmada por el músico de Lousiana Bob Camille, es un simpático rock and roll aderezado con swamp, donde brilla el saxofón del ex Blaster, y ya Lobo de pleno derecho, Steve Berlin. «A soñar del bajo sexto / al compás del contrabajo / y al arrullo de acordeón». Así arranca “Serenata norteña”, una maravilla, aquí sí, totalmente tradicional. Extraída del México más profundo, César Rosas deja constancia de lo a gusto que está cantando ese tipo de temas, que siempre serán su momento en los discos de Los Lobos. Una polka norteña con cambios de tiempo magnífica. Tras ella, “Evangeline” es boogie y rock and roll del estilo de su gran ídolo, Ritchie Valens. Explosiva y festiva, infalible en las fiestas para bailar, es un pelotazo en toda regla.
Aunque, Los Lobos, no son solo otra banda del este de Los Ángeles como reza su lema, sino que son LA BANDA. Implicados también en la escena punk angelina de finales de los setenta, quedan vestigios de eso en el punkabilly mexicano de “I got to let you know”. Pero es que, son tan buenos, que son capaces de componer un precioso corte instrumental tradicional, como “Lil’king of everything”, y cerrar el disco con el tema que le da título. Una canción suprema. Cantar sobre la inmigración (¿Cómo sobrevive el lobo?) es posible haciendo rock, y aquí están ellos para demostrarlo. Riff de guitarra impecable y la historia de un inmigrante mexicano intentando ser alguien en la tierra prometida. Apabullante.
En 1989, Rolling Stone colocó How will the wolf survive? en el puesto número treinta de los mejores discos de los años ochenta, pero es que, en 2003, en su lista de los mejores quinientos discos de todos los tiempos, apareció en el puesto cuatrocientos sesenta y uno. Cuando, en 2020, se repitió la lista, incluso lo hizo más arriba, en el puesto cuatrocientos treinta y uno. Un justo reconocimiento a un grandísimo trabajo.
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Anterior entrega Fondo de Catálogo: Échate un cantecito (1992), de Kiko Veneno.