Hortera, de Varry Brava

Autor:

DISCOS

«Varry Brava han hecho un disco sin prejuicios, apurando al límite y enormemente divertido»

 

Varry Brava
Hortera
ALTAFONTE/HOOK EDICIONES, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Sorprenderá al lector conocer que la palabra «hortera», en su significado primigenio, designaba un recipiente ancho y no muy profundo, que carecía de asas y tenía usos en la cocina y la alimentación. Una especie de intermedio entre un bol y un plato hondo. Por los bandazos que dan las palabras —más que los humanos — ha acabado convertido en esa cualidad que todo el mundo sabe ver a la primera, pero que tan difícil resulta de definir con exactitud. Así, Hortera, es como han llamado Varry Brava a su quinto disco de estudio.

Algunas consideraciones vienen a la mente. Varry Brava ya era, en sí, un grupo que potenciaba el desenfado y el petardeo. Si en un principio sonaban a pop de los 80 y disco music, con el tiempo introducen bases electrónicas y llegan a experimentar con géneros considerados vulgares como el bacalao, igual que aquí hacen con el reggaetón en “Loco”, pero es más un pastiche que una creación original. Quiero decir que Varry Brava no han hecho un disco y les ha quedado hortera; al contrario, han recopilado elementos considerados estridentes y han jugado conscientemente con ellos. Es una labor intelectual, aunque el resultado final sea efervescente y esplendoroso.

Para llegar a este punto, se necesita intertextualidad, y ellos la usan de continuo. Hay mucho de Tino Casal en “Luces de neón” o en “Ritos exóticos”, que interactúa también con Franco Battiato y con grupos tecno ochenteros como Vídeo. En la eurovisiva —es un pecado si no los eligen a ellos— “Mi mejor momento” llegan a OBK pasando por Modestia Aparte.

No es casual tampoco que en “PlisDonGou” abran con un “cuando calienta el sol” y mencionen el “Please don’t go”, que tanto puede ser el de KC and the Sunshine Band o su versión eurodisco recogida por parte de Double You —ambas horteras por naturaleza—. O que en la citada “Ritos exóticos” recuerden el “Yo quiero verte danzar”; porque no solo es la música, las letras también recoger elementos de la cultura popular más kitsch.

Así, nos encontramos con un Coco Loco, un cóctel de los bares hawaianos —también fuente de delitos estéticos —, con papel de celofán, con términos como “demasié” en la sentida balada a piano —otro foco de horteradas, la canción sentimental que va desde Camilo Sesto a Sergio Dalma — que es “KitKat”. Y con rimas imposibles de “playa”, “toalla” y “cobaya”. Y sobre todo el rosa, ese rosa que destaca en la portada y la purpurina que cubre ese elemento que pueden ver.

Y llegamos a la conclusión. Varry Brava han hecho un disco sin prejuicios, apurando al límite y enormemente divertido. Porque ser hortera cuando toca no es malo. Lo malo, quizás, es serlo siempre y no saberlo.

Anterior crítica de discos: U kin b the sun, de Frazey Ford.

Artículos relacionados