SERIES
“Lo realmente relevante son los diálogos y monólogos tanto de los protagonistas como de los parroquianos del bar”
“Horace and Pete”
(Louis C.K., 2016)
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
Resulta obvio que hay algo delirantemente oscuro y perverso detrás de Louis C.K. Sus especiales de comedia, así como la serie que desde 2010 escribe, dirige, protagoniza y edita para FX, “Louie” (que actualmente se encuentra en un parón indefinido), nos presentan una mente enormemente creativa, pero al mismo tiempo angustiada, que recurre siempre a un humor incómodo, al auto-desprecio y el patetismo de su propia existencia (y la nuestra).
“Horace and Pete” nos traslada a un viejo y rancio bar de Brooklyn, que ha pasado de generación en generación de Horaces y Petes de la misma familia, a veces primos, a veces hermanos. Con tal punto de partida, casi podríamos esperar una sitcom relativamente estándar, pero este es sin duda el último término al que uno recurriría para describir “Horace and Pete”. La primera gran novedad se encuentra en el modelo de producción, realización y distribución, ya que la serie, que cuenta con un total de diez episodios de duración variada, apareció de manera casi repentina hace un año sin que casi nadie supiera que el proyecto existía, ha sido totalmente autofinanciada y se puede ver en la página web de Louis C.K. por un precio irrisorio. Por otra parte, la serie cuenta con un reparto cuanto menos estelar, entre los que encontramos a Steve Buscemi, Alan Alda, Edie Falco, Jessica Lange y el propio Louis C.K.
Sin embargo, es en la construcción narrativa y en su arriesgada puesta en escena donde la producción destaca por su fuerza y potencia. “Horace and Pete” ha sido definida como “teatral” en numerosas ocasiones, y aunque las comparaciones de este tipo entre medios y formatos siempre resulte problemática, sin duda se consigue una inmediatez y cercanía que es muy difícil de transmitir cuando existe una pantalla como filtro. Pero aunque se construya casi como si tuviera lugar sobre un escenario, la serie sabe que no es una obra teatral y aprovecha algunos de los recursos audiovisuales que más poder tienen para enfatizar lo que se está diciendo y no lo que está pasando (primeros planos, secuencias sin cortes). Y es que las tramas y subtramas aquí casi no importan. Lo realmente relevante son los diálogos y monólogos tanto de los protagonistas como de los parroquianos del bar, palabras siempre duras, directas, brutales, sugerentes, dolorosas, provocadoras y por todo ello accidentalmente divertidas, que se enuncian sobre el más desgarrador de los silencios (a falta de música o risas enlatadas) y flotan ocupando el vacío desolador que habitan todos y cada uno de los personajes.
Porque en el fondo “Horace and Pete” no es otra cosa que una tragedia, el fatal desenlace de una terrible acumulación de dramas familiares a lo largo de generaciones. Pero a veces, cuando los sentimientos están a flor de piel, la única manera de evitar llorar es reírse.
–