LIBROS
«Profusamente documentado, rebosante de una erudición compatible con el espíritu divulgativo, cargado de buenas razones contra los tópicos»
Ignacio Faulín Hidalgo
¡¡Hola, Mr. Pop!! Cuando la modernidad llegó a España para quedarse: 1956-1964, Vol. 1
SÍLEX, 2022
Texto: JAVIER DE DIEGO ROMERO.
Señalado promotor artístico logroñés, Ignacio Faulín Hidalgo es también autor de numerosos libros de materia musical, entre ellos una historia del pop en La Rioja y sendos estudios sobre la canción cubana (Silvio Rodríguez) y la brasileña (Gilberto Gil y Caetano Veloso). En el año 2015 publicó en Milenio ¡¡Bienvenido Mr. USA!! La música norteamericana en España antes del rock and roll (1865-1955), trabajo al que ahora da continuidad con ¡¡Hola, Mr. Pop!! Cuando la modernidad llegó a España para quedarse, que ve la luz de la mano de la editorial Sílex; ambos son fruto de su doctorado en el programa Ocio y Desarrollo Humano, de la Universidad de Deusto. Su nueva obra aparece en dos entregas: la primera, de la que nos ocupamos aquí, abarca el periodo comprendido entre los primeros brotes del rock and roll en suelo hispano, en 1956, y la eclosión, ocho años más tarde, de la beatlemanía; la segunda, que arranca en 1965 y finaliza en 1969, saldrá a la venta después del verano.
De Elvis Presley a Gerry & The Pacemakers, pasando por The Shadows, Paul Anka, Adriano Celentano, Françoise Hardy o los mexicanos Teen Tops: son tan solo un puñado de los artistas cuya repercusión en España estudia Faulín en el primer ¡¡Hola, Mr. Pop!! Hace referencia a sus lanzamientos discográficos y también a las actuaciones en directo, deteniéndose en las de mayor trascendencia, como la de Bill Haley en 1958 o la de Jacques Brel dos años después, ambas en Barcelona. Por las páginas de este volumen desfilan asimismo, por supuesto, los nombres que conformaron la moderna escena juvenil en nuestro país, originada, señala el autor, en 1959; la enseñoreó el Dúo Dinámico hasta mediados de los sesenta, cuando el cetro del pop nacional pasó a poder de Los Brincos. Especial interés revisten, por otro lado, los pasajes dedicados a la canción en catalán —la denominada Nova Cançó—, que cobró fuerza al abrigo del sello Edigsa, y a los músicos que, mucho antes de que lo hicieran Triana, Veneno o Camarón, maridaron sus raíces flamencas con los nuevos sonidos juveniles, pioneros como Paquito Jerez o Rafael de Alba y The Gibraltar Twisters. La presencia de la música en prensa, radio y televisión, el crecimiento de la industria discográfica, los influyentes festivales de la canción y los famosos guateques son otros de los aspectos abordados en este riguroso y estimulante libro.
Diestramente escogidas, las citas de época que salpican ¡¡Hola, Mr. Pop!! dan color a un texto muy abundante en datos y, lo más importante, muestran cómo fueron percibidos en España el rock and roll, el twist o la beatlemanía. A este respecto, uno de los temas recurrentes en el libro es el rechazo, en ocasiones virulento, que provocaron los ritmos y bailes del momento entre las generaciones adultas, del que se encuentran múltiples testimonios en la prensa generalista. Así, en La Vanguardia Española, diario en el que colaboraba habitualmente, el poeta Luis Valeri se desfogaba en estos términos: «Hoy se ha llegado a un extremo de estupidez y de desgarro tal de las ondas sonoras que se debería ejercer una censura educativa para preservar el desgraciadamente amplio sector de nuestra juventud que con los twist, rock and roll y otras llamadas danzas hacen degenerar las diversiones en bárbaros atentados a la civilización». Con esta clase de apreciaciones contrasta abiertamente el entusiasmo que desprendían las dos revistas especializadas surgidas en los primeros sesenta, Discóbolo y Fonorama.
Frente a la imagen de una España culturalmente gris y aislada, tan trivial, Faulín pasa revista a un país que disfrutó sin apenas límites del fulgor de las nuevas músicas. Para comprenderlo es preciso adentrarse, como hace el autor, en el contexto histórico. En el marco de la Guerra Fría, enconada a consecuencia de la invasión de Corea del Sur por parte de su vecino del norte en 1950, Estados Unidos pasó a considerar el régimen franquista como un aliado contra el comunismo y promovió decididamente su consolidación internacional. Ambos Estados suscribieron en 1953 los Pactos de Madrid, de ayuda militar, económica y técnica; uno de ellos disponía la instalación de cuatro bases norteamericanas, tres aéreas y una naval, en territorio español. Del mismo modo, merced al patrocinio estadounidense España ingresó en la ONU a finales de 1955 —prácticamente coincidiendo con la llegada a nuestras tiendas de discos de “Rock around the clock”, de Bill Haley, piedra fundacional del rock and roll— y, ya en las postrimerías de la década, en el FMI y en la OECE (Organización Europea de Cooperación Económica, la actual OCDE). Por otra parte, el turismo extranjero con destino a la piel de toro experimentó un auténtico boom: del millón de visitantes registrado en 1951 se pasó a nada menos que catorce a la altura de 1965. Cada vez más abierta al exterior, integrada en el orden internacional como país del llamado mundo libre, España, en definitiva, no podía quedar al margen de las corrientes musicales procedentes de Norteamérica y de la Europa occidental. Pero ¿y la censura? Según Faulín, era similar a la existente, por poner un solo ejemplo, en una democracia tan asentada como la británica, y en ningún momento llegó a frenar significativamente el desarrolló de la música juvenil.
Profusamente documentado, rebosante de una erudición compatible con el espíritu divulgativo, cargado de buenas razones contra los tópicos, el primer volumen de ¡¡Hola, Mr. Pop!! es un trabajo muy logrado, francamente recomendable. Esperamos con interés la segunda parte.
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