«Un tifón se cruzó con el festival durante el concierto de Red Hot Chili Peppers. La banda siguió tocando a pesar de la tormenta y del brazo roto de Anthony Kiedis. Aquella legendaria actuación se saldaría con cientos de personas atendidas por hipotermia y un terrible caos con miles de asistentes intentando salir del recinto en medio del tifón»
El primer festival de rock de Japón fue arrollado por un tifón en 1997. Los asistentes de aquel Fuji Rock nunca olvidarán aquel festival. El organizador del evento regresó al año siguiente con un cartel de lujo y consagró su festival como el primero y más grande de Japón. Un festival de montaña por el que han desfilado toda clase de artistas japonés, africanos, europeos y estadounidenses.
Una sección de ALFONSO CARDENAL.
Dicen los que le conocen que Masa Hidaka siempre trabaja con una sonrisa en la cara. Tiene pinta. Este japonés, el hombre que tras asistir a Glastonbury se propuso crear un festival de rock en su país, está acostumbrado a la presión, a luchar contra los elementos y los impedimentos para sacar adelante sus ideas, por inmensas que suenen. Los Hidaka son las personas que arriesgan, los apasionados aventureros que crean festivales por una sencilla razón: quieren ver a sus músicos favoritos en su país, en su pueblo o en su barrio. Masa Hidaka levantó el Fuji Rock Festival, el primer festival de rock de Japón. En su primera edición, en el verano de 1997, un tifón se cruzó con el festival durante el concierto de Red Hot Chili Peppers. La banda siguió tocando a pesar de la tormenta y del brazo roto de Anthony Kiedis. Aquella legendaria actuación se saldaría con cientos de personas atendidas por hipotermia y un terrible caos con miles de asistentes intentando salir del recinto en medio de un tifón en un festival debutante y con fallos de organización. Las 30.000 personas que asistieron a esa edición, el 26 de julio de 1997, no olvidarán fácilmente aquella primera noche festivalera. Tras una jornada en la que actuaron Aphex Twin, Rage Against the Machine o Foo Fighters, Massa Hidaka canceló las actuaciones del domingo. El 27 de julio, tras el paso del tifón, salió un brillante sol. Ya era tarde. Beck, Green Day, Massive Attack, Prodigy o Lee «Scratch» Perry se marcharon sin actuar. Masa Hidaka y su equipo no se rendirían a pesar del fracaso, de la tormenta de críticas, de los dedos acusadores.
Hidaka dejó la escuela a los catorce años, se marchó a vivir a Osaka y trabajó durante un tiempo en una fábrica a cambio de cama y comida. Unos años después pasó a organizar sus primeros conciertos en Japón. Eran los ochenta y Hidaka era un incordio para las autoridades. Los conciertos de Smash, su empresa, eran abiertos, de pie, con espacio para que la gente bailara. Hidaka tendía a ignorar bastante todas las normativas del Japón de aquellos años. “La policía me odiaba, el jefe de bomberos me odiaba, aunque ahora todo lo que hacía entonces es normal”, explica el promotor japonés en una entrevista en «The Japan Time». Hidaka estuvo veinte años organizando conciertos de distinta envergadura mientras tramaba algo mayor. Cuando fue a Glastonbury lo vio todo claro. “Woodstock fue increíble para mi generación, pero Glastonbury me atrajo más por su variedad de música, de gente y de oferta”. De aquel viaje a Inglaterra saldría el plan de Hidaka, su gran festival junto al Monte Fuji.
EL ÉXITO DE LOS QUE SE EMPEÑAN
El primer Fuji Rock fue el mayor evento de la historia musical de Japón, también el mayor desastre. Para conseguir aquel increíble cartel Hidaka había luchado mucho. En aquella época las compañías discográficas japonesas solamente traían a sus artistas a Japón cuando estaban de promoción. La idea de que una banda actuase sin presentar material nuevo sonaba estúpida. Hidaka cambió aquella mentalidad. También la de los jóvenes que estaban acostumbrados a la comodidad de las salas y que de pronto se veían bajo la lluvia, en el barro o padeciendo el exceso de calor y humedad del verano japonés.
Tras el desastre de la primera edición, Hidaka se replanteó algunas cosas y el año siguiente el festival se trasladó a Tokio, y ya, en 1999, el Fuji Rock se ubicó en Naeba, en la prefectura de Niigata, su hogar actual. Hidaka quiso mantener el nombre a pesar de que el Fuji Rock se había alejado del monte en el que nació. Su nuevo emplazamiento resultó ser una estación de esquí con escenarios diseminados por las montañas a los que se accede por teleférico o cruzando frondosos senderos. La segunda edición contó con las actuaciones de Ian Brown, Nick Cave, Iggy Pop, Asian Dub Foundation, Primal Scream, Sonic Youth, Beck, Björk, Elvis Costello o Garbage. Fue un éxito total. El 2 de agosto de 1998, cuando acabó el último concierto, Masa Hidaka respiró tranquilo. Su sueño, su idea de levantar el primer macrofestival japonés, había funcionado. El Fuji Rock era una realidad. En 1999 el festival pasó a ser de tres días y a contar con un centenar de bandas. El Fuji, año tras año, poco, se fue haciendo inmenso.
SHOW MUST GO ON
El 11 de marzo de 2011, cuando el terremoto y su posterior tsunami destrozaron Japón, Hidaka estaba en su oficina frente a la televisión. Desde ese momento tuvo claro que aquel Fuji Rock tendría que ser especial. Su oficina de Londres descolgó rápidamente el teléfono y se puso a llamar a artistas y agentes para explicarles que Japón no se estaba hundiendo en el mar. Casi todos los artistas a los que llamaron aceptaron la invitación. “La gente lo necesita”, explicó Hidaka a la prensa. “La gente necesita gastarse su dinero, tomar unas copas, pasar un buen rato escuchando música y recaudando dinero para las víctimas de la tragedia”. Para ello Hidaka instaló huchas por todo el festival y entre la edición de ese año y la del siguiente recaudó más de 150.000 euros. El Fuji Rock de 2011, cuatro meses después del terremoto, fue un desahogo, una gran alegría en un país triste, un festival que contó con Coldplay, la reunión especial de The Faces, Wilco o Manu Chao y que supuso uno de esos gestos de normalidad que a veces son necesarios cuando todo tu mundo está patas arriba.
Año tras año el Fuji Rock sigue creciendo, llevando a Japón a las bandas del momento, a las leyendas de otras épocas y a los mejores grupos del país. Aunque llueva, sople el viento o se mueva la tierra, cada verano, entre las montañas de Naeba, se celebrará el festival, la apuesta desmedida de Masa Hidaka, un hombre que sigue la máxima de que pase lo pase el show debe continuar.
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