DISCOS
«A ritmo de funk pop y soul, Collins rubrica su mejor disco, en el que acepta las contribuciones de otros para hallarse a sí mismo»
Drugdealer
Hiding in plain sight
MEXICAN SUMMER / POPSTOCK!, 2022
Texto: XAVIER VALIÑO.
Michael Collins tiene un don para componer canciones que podrían gustar a un público amplio, al menos a cualquiera que pudiese sintonizar una emisora de principios de los setenta y disfrutase con el pop de la época. Eso es lo que incluía en sus dos discos previos, The end of comedy (2016) y Raw honey (2019), aunque parte de sus canciones se escondiesen tras algunos giros atípicos o una producción no precisamente lustrosa. Desde entonces, Collins pensó en abandonar su carrera musical para dedicarse a su sueño de rodar películas, convencido de que no había encontrado su voz y que los invitados de sus discos habían oscurecido su papel.
Un encuentro con la veterana Annette Peacock, en el festival de Texas Marfa Myths, fue lo que le llevó a decidir grabar un nuevo álbum, tras asegurarle esta que lo que estaba haciendo pedía a gritos continuidad y que debía cantar con un registro más alto. Ahora, con el tono tenor de un Nick Lowe (“Baby”), Van Morrison (“Madison”) o Phil Lynott (“New fascination”), Collins ofrece nueve canciones en las que no le importa ya compartir micrófono con Tim Presley (White Fence), Kate Bollinger o Sean Nicholas Savage. A ritmo de funk pop y soul, Collins rubrica su mejor disco, en el que acepta las contribuciones de otros para hallarse a sí mismo y descubrirse radiante y realizado, al tiempo que cautivador, en piezas redondas como “Valentine”, “Pictures of you”, “Posse cut” o “Someone to love”.
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