FONDO DE CATÁLOGO
«Suenan aplastantes, con una producción de matrícula, y las ocho canciones fluyen en una secuencia perfecta de principio a fin»
Manel Celeiro nos guía hasta 1980 para recuperar uno de los trabajos imprescindibles de Black Sabbath, precisamente el primero en el que grabó el vocalista Ronnie James Dio.
Black Sabbath
Heaven & hell
VERTIGO / WARNER, 1980
Texto: MANEL CELEIRO.
Cuando aquellos cuatro inadaptados de Birmingham unieron fuerzas para dar rienda suelta a sus inquietudes musicales, y para huir de una vida gris en las fábricas metalúrgicas que eran el principal motor económico de la ciudad, ni siquiera en sueños podían imaginar que su legado alcanzaría la magnitud que posee hoy en día. Y ya han pasado cinco décadas y media desde aquel día en que Black Sabbath ensayaron por primera vez. Partiendo del blues, fueron moldeando un sonido denso, pesado, sombrío, basado en las pétreas seis cuerdas de Tommy Iommi, la impenetrable sección de ritmo manejada por el batería Bill Ward y el bajista Geezer Butler y el peculiar estilo vocal de Ozzy Osborne. Una propuesta que contrastaba con un buen número de compañeros de generación todavía afines, en cierta medida, a la cultura del sueño jipi y el poder del amor y las flores que ya empezaba a manifestar su ocaso.
Su primer disco, grabado con un exiguo presupuesto y en apenas tres días, es el punto de partida, con esa famosa y tenebrosa foto de portada y temas como la propia “Black Sabbath”, “The wizard”, “N.I.B.” o “Behind the wall of sleep”, de una de las carreras más exitosas y duraderas del universo rockero. Y es que los Sabbath son, junto a nombres consagrados y otros menos populares pero igualmente importantes, uno de los pilares fundamentales del desarrollo del heavy metal.
Su influencia ha sido decisiva en centenares de músicos posteriores y ha llegado al corriente siglo veintiuno con una vigencia inaudita. Quizás solo podríamos situar a un nivel similar la ascendencia de Led Zeppelin. Numerosas bandas y músicos, sean del estilo que sean, han reconocido lo que ha supuesto para ellos la escucha de sus álbumes, especialmente los publicados entre 1970 y 1975. Desde compañeros de militancia metálica de diversas franjas de edad, como Green Leaf, Slayer, Pantera, Metallica, Down, Baroness, Eyehategod, Cancer Bats, Electric Wizard, Saint Vitus, Candelmass, Green Lung y Ghost, a pertenecientes a la última gran revolución venida desde Seattle, como Soundgarden o Nirvana, pasando por combos inclasificables, como Melvins, Body Count, y leyendas del punk y el hardcore, como Black Flag, o estrellas mediáticas como Red Hot Chilli Peppers o Kanye West. También han sido objeto de deseo para ser sampleados en la escena hip hop e incluso en la dirigida a las pistas de baile más comerciales.
Sin embargo, las cosas no les marchaban muy bien en el momento de su trayectoria en el que nos vamos a detener. Corría 1979 y las ultimas referencias, Technical ecstasy y Never say die!, no habían disfrutado de una buena respuesta. Parecían haber llegado a ese momento en que la mente se bloquea, la musas huyen de tu lado y las ideas se agotan. Además, las relaciones entre ellos no eran las mejores, especialmente entre Ozzy y Tommy, agravadas por el estado de adicción a casi cualquier sustancia del cantante (y otros miembros del combo) y su inestable personalidad. Retrasarse en acudir a sesiones o, simplemente, no presentarse, además de alegar mil excusas para no cumplir compromisos y una total falta de interés por trabajar en el siguiente álbum, hicieron que la cuerda llegara a tensarse tanto que, obviamente, se rompió. Así que el Madman fue despedido sin contemplaciones y lo que podía haber representado el ocaso definitivo se convirtió en una recuperación en toda regla. La llegada de Ronnie James Dio, ojo, palabras mayores, fue maná caído del cielo, encajó de inmediato, la química entre ellos surgióde forma instantánea, y Ronnie —que venía resentido por su salida de Rainbow y su relación con otro personaje de aúpa, Richie Blackmore— aportó el entusiasmo y la ilusión necesaria para ese renacimiento. Entraron en el estudio a finales de 1979, con Martin Birch a los controles, y en la primavera de 1980 veía la luz uno de los mejores discos de metal jamás publicados.
En Heaven & hell parecen otra banda, sin perder sus raíces, en parte debido a las enormes prestaciones de las cuerdas vocales de Dio, infinitamente superiores a las de su predecesor, y en parte por la revitalización a nivel artístico que experimentaron. Tras andar perdidos se vuelven a encontrar. Suenan aplastantes, con una producción de matrícula, y las ocho canciones fluyen en una secuencia perfecta de principio a fin. Dio cambia la orientación de las letras, aferrándose a ese universo de espada y brujería épica que tanto le gustaba, y la guitara de Iommi escupe riffs que derriban paredes.
“Neon knights” te deja boquiabierto, su ritmo acelerado de linaje hard rock y la irrupción vocal captan toda tu atención. “Children of the sea”, con su lírica introducción y su serpenteante y mágica atmósfera, deja claro el peso del nuevo fichaje en las tareas de composición. “Lady evil”, “Wishing well” y “Walk away” son tan sencillas como implacablemente efectivas, un «menos es más» que no es tan fácil de conseguir, algo que, como escribíamos con anterioridad, habían perdido en sus obras anteriores. La canción que titula el disco, “Heaven & hell”, roza la perfección. La extraordinaria línea de bajo creando expectación, poniéndote alerta ante lo que va a pasar, el fraseo vocal de Ronnie, la pausa y el acelerón final con una sobresaliente intervención solista de Iommi te invitan a repetir su escucha una y otra vez. Los teclados y una breve parte central cuasi progresiva dan el toque diferencial a “Die young”, y el broche final, a cargo de “Lonely is the word”, muestra la plenitud de la que gozaban las cuerdas vocales del pequeño gran hombre, la forma en que entona y liga estrofas con naturalidad, introduciéndote en ellas, es asombrosa: «Es un largo camino a ninguna parte / y me iré muy pronto / Siguiendo el camino pasaremos muy cerca / de la cara oculta de la luna / Únete al viajero / si no tienes donde ir / Apoya tu cabeza y toma mi mano / es el único camino que conozco».
Tras otra excelente grabación, Mob rules, y un soberbio doble en vivo, Live evil, Ronnie abandonó la banda para iniciar su carrera en solitario con otro clásico del género, Holy diver. Posteriormente volvieron a trabajar juntos como Black Sabbath en Dehumanizer y junto a Tommy Iommi, Geezer Butler y Vinnie Appiceen en el efímero proyecto llamado justamente, por cuestiones contractuales, Heaven & Hell, con el que dejaron The devil you know. Pero, como se suele decir, esa es otra historia, y ahora no toca.
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