Ayer, 4 de enero, a las 20:40 hora argentina (la madrugada del 5 de enero en España), en el Hospital Italiano de Mendoza, fallecía a los 64 años Sandro, uno de los artistas esenciales de la música popular argentina. La muerte se debió a las complicaciones tras la doble operación de trasplante de corazón y pulmón a la que se sometió el pasado 20 de noviembre. El lunes fue intervenido, debido a un problema bronquial, a otras dos operaciones. Su cuerpo no aguantó más.
Con Sandro se va uno de los mitos argentinos por excelencia, un cantante, apodado «El Gitano», que supo pasar del rock a la balada romántica, conquistando a un público femenino, sus «nenas», que lo seguía con verdadera devoción, no solo en Argentina sino en toda Latinoamérica, de ahí que se le conociera como Sandro de América.
Sandro, de nombre real Roberto Sánchez, había nacido el 19 de julio de 1945 en Valentín Alsina (Buenos Aires), comenzó a actuar en los inicios de los años 60 ya con el nombre de Sandro aunque integrado en el grupo Los Caniches de Oklahoma, con los que grabó un primer single con el rock de su autoría «Comiendo rosquitas calientes en el Puente Alsina». En 1961 el grupo pasó a llamarse Los de Fuego, con Sandro como guitarrista y segunda voz. En 1963 la banda se cambió de nombre por Sandro y Los del Fuego, ya con Sandro como vocalista principal. El grupo nutría su repertorio, principalmente, de versiones en castellano del rock anglosajón, tanto de Elvis y Paul Anka, como de los Beatles, de los Stones o de Buddy Holly.
El carisma escénico de Sandro, con movimientos influidos por Elvis y su potente voz, pronto lo convirtieron, sobre todo desde sus apariciones televisivas, en un ídolo juvenil. En 1965, tras la disolución de Los del Fuego, Sandro inicia su carrera solista y poco a poco irá derivando hacia un rock de mayor influencia latina y con espacio para la balada.
Sandro fue uno de los socios que regentaron, desde 1966, el local de la calle Pueyrredón llamado La Cueva, en el que actuarían las primeras formaciones del que luego se llamaría Rock Nacional: Los Gatos, Los Beatniks, etc.
Ya en la segunda mitad de los años 60, Sandro comenzó a decantarse por el lado de la balada romántica, género en el que triunfó rápidamente por lo impresionante de su presencia escénica –era todo un entregado showman que jugaba abiertamente con poses claramente seductoras y muy sexuales– y lo singular de sus maneras vocales. Es en este momento cuando su público pasa a ser mayoritariamente femenino, y es apodado como sus «nenas». Chicas que no dudaban en lanzarle a escena su ropa interior.
Llegaron los éxitos (especialmente ‘Rosa, Rosa’ y ‘Trigal’), las películas y Sandro se convirtió en Sandro de América, un ídolo que arrastraba multitudes en Latinoamérica y cuyas seguidoras llegaban al paroxismo, sobre todo las argentinas. También llegaron los hitos: Fue el primer artista latino en actuar en el Madison Square Garden neoyorquino, las puertas del Luna Park bonaerense se abrieron para él, por vez primera para un espectáculo musical.
Sandro siguió en activo, sustentado por sus seguidoras, por sus nenas, que ya no lo eran tanto, esas que siempre iban a encontrarse en las puertas de su residencia el día de su cumpleaños. Los problemas de salud se conocían desde 1998, cuando se hizo público que, debido a su adicción al tabaco, padecía un enfisema pulmonar crónico que fue agravándose con el paso del tiempo, hasta que el pasado 20 de noviembre, tras ocho meses de permanecer ingresado en el hospital se le sometió al doble trasplante de pulmón y corazón.