«Decían las malas lenguas cuando se anunció nuestra vuelta que volvíamos para hacernos de oro. Se equivocaban: era para hacernos de plata”
La iniciativa “Granada, ciudad del rock and roll” celebra año y medio de vida con una gala en la que premia a 091 con su Púas de Plata. Un reportaje de Arancha Moreno.
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos de la gala: JAVIER MARTÍN RUIZ.
Granada suena. Suena más allá de sus fronteras, por sus tesoros arquitectónicos; suena por el agua de sus fuentes y su río Darro, y suena esa guitarra que puntea un flamenco en lo alto del Albaicín, acompañando al que sube esa maraña de callejuelas estratégicamente dispuestas frente a la belleza enmudecedora de La Alhambra. Pero lo que más se hace oír en Granada son sus bandas, esa cantera natural que cualquier ciudad querría tener entre sus filas: de Los Ángeles a Miguel Ríos, de La Guardia a Lori Meyers, de Lagartija Nick a Los Planetas; de Niños Mutantes a 091. Un valor incuestionable al que le faltaba un detalle: unir fuerzas para hacerse oír todavía más. Eso es “Granada. Ciudad del Rock” (GRX-R&R), la iniciativa que nació el pasado año para apoyar al circuito y reivindicar el valor de la escena musical granadina.
Nani Castañeda lleva dieciocho meses peleando en dos frentes. De día, lidera este proyecto de protección, difusión, promoción y apoyo a la música; de noche, toca la batería en Niños Mutantes. Quién mejor que un músico para tender puentes con el Ayuntamiento de Granada para defender juntos uno de los buques insignia de la ciudad. En este año y medio de trabajo ha gestionado todo este entramado apoyado desde la alcaldía de su ciudad. Han puesto en marcha “Granada Calling”, un proyecto -con guiño a los Clash- en el que se ha seleccionado a 24 bandas emergentes para tocar una vez al mes en las salas más emblemáticas de la ciudad. La programación de directos dentro de las salas (y en la propia calle, variando géneros y barrios) está ayudando a fortalecer el circuito y a todos los que forman parte. Pero no solo eso, también han creado una ruta musical muy particular por tiendas de discos, bares de tapas y locales emblemáticos que forman parte de la Historia del rock granadino. Todos tienen una púa en la puerta para saber que, al entrar, accedes a alguno de los templos que difunden música, programan conciertos y son lugares de reunión de las bandas granadinas.
Pocas tiendas de discos tienen el encanto de Discos Bora-Bora (Plaza de la Universidad número 1). De entrada estrecha y distribución angosta, en cualquiera de sus estantes hay auténticas reliquias en formato single, vinilo o cedé, desde el epé “Lola” del grupo Alarma!!! hasta una cinta de casete de “Debajo de las piedras”, de 091. Las paredes están llenas de repertorios de conciertos y portadas de discos firmadas, y es difícil abarcar tantas historias en un único vistazo. A pocos metros está El Bar de Eric, donde el batería de Lagartija Nick y Los Planetas despacha cervezas, tapas, anécdotas y risas, y si te animas a subir el Albaicín, puedes contemplar la fachada de la casa en la que nació Enrique Morente. Cada rincón tiene su historia, y todos ellos están recogidos en un mapa de mano, del tamaño de un plano de metro, pero con paradas exclusivamente musicales. Una de las estaciones más antiguas es el Planta Baja, local que acogió el pasado lunes un concierto de cuatro bandas emergentes: Carmencita Calavera, Joe Maremoto, Dreyma y Lemon Parade, demostrando que el talento aflora entre los jóvenes en géneros muy diferentes entre sí, aunque beban todos del mismo río.
Quizá la parada más simbólica del año sea la gala anual de las Púas de Plata, en la que se reconoce el mérito de los músicos de la ciudad. El año pasado se les otorgó a los Arias, un premio que recogió Antonio y un homenaje póstumo también a su hermano Jesús, y esta vez ha recaído en 091. Se celebró el martes 10 de octubre en el centro Federico García Lorca, lugar al que acudieron músicos, periodistas y autoridades para celebrar la maniobra de resurrección -aparantemente, finalizada- de los Cero. Antes de entregarles las púas, Nani Castañeda hizo balance desde el escenario de este primer año de andadura de «Granada, Ciudad del rock», reconoció algunos errores y reflexionó sobre el papel que deben jugar instituciones, artistas y público para apoyar la música, mostrándose a favor de los puentes tendidos con la alcaldía e incidiendo en lo importante que es sumarse a la iniciativa desde todos los ángulos. «Hay que estar, hay que apoyar la música. Tenemos que ir a los conciertos de los más jóvenes», dijo dirigiéndose a sus compañeros músicos, antes de matizar que esos directos «no se han cubierto casi nunca en la prensa local», dejando caer la importancia de apoyar también desde los medios.
Minutos después subieron a recoger las púas de plata José Ignacio Lapido, José Antonio García, Tacho González, Jacinto Ríos y Víctor García Lapido, los protagonistas de la noche. Regresaron inesperadamente en 2016 para celebrar los veinte años de su disolución, y se encontraron con un público mucho más numeroso que en 1996, una expectación que se había multiplicado mientras crecía su leyenda y que les llevó a recorrer España en una larga y exitosa gira. Diez meses después de volver a romper filas siempre comentan que “nunca se sabe” si volverán a juntarse, pero sobre el escenario la química fluye y protagonizan un aplauso casi tan largo como su ruptura. El tiempo parece poner las cosas en su sitio.
Ellos, que son “la ética de la resistencia”, como dice durante la gala el locutor José Manuel Sebastián de Radio 3, se reúnen para celebrar un momento de gloria. El último galardón de una buena cosecha que José Ignacio Lapido recibió así: “Hace unos meses el Ayuntamiento tuvo a bien concedernos la Medalla de Plata al Mérito de la ciudad. También hace unos meses en Vélez de Benaudalla nos concedieron una calle y nos dieron como recuerdo el pestiño de plata, y ahora la púa. Decían las malas lenguas cuando se anunció nuestra vuelta que volvíamos para hacernos de oro. Se equivocaban: era para hacernos de plata”. Rodeándole están José Antonio García, Tacho González, Jacinto Ríos y Víctor García Lapido, que ríen tras sus palabras tanto como las gradas.
Lapido: «Las cuevas, donde empezamos a tocar, (es) el verdadero germen de lo que es hoy la música en Granada»
Desde el escenario reflexionan sobre el lugar donde empezó todo: las cuevas de San Cristobal, «el verdadero germen de lo que es hoy la música en Granada», apunta Lapido. «Hubo un montón de bandas, algunas salieron de las cuevas y otras se quedaron en el intento, pero creo que son igualmente merecedoras de un reconocimiento», reconoce el músico, que sabe bien lo que cuesta hacer camino al andar. Hoy día, 091 es un grupo referente entre las más de 400 bandas en activo de Granada, una cantera que la sitúa en primera fila del rock patrio. La ciudad está orgullosa de sus músicos, cuya creatividad -según Antonio Arias- tiene que ver con las propiedades mineralizantes del río Darro. Y cuando el río suena… la ciudad también.
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