“Gold”, de Stephen Gaghan

Autor:

CINE

 

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“Podrá no ser un texto rompedor o desafiante en sus formas, pero sí indicativo de un tiempo en el que capitalismo y simulacro todo lo definen”

 

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“Gold”
Stephen Gaghan, 2016

 

Texto: JORDI REVERT.

 

El cine es hogar de soñadores, exploradores y buscadores de oro. Algunos de ellos, como el Dobbs de “El tesoro de Sierra Madre” (“The Treasure of Sierra Madre”, John Huston, 1948), nunca alcanzan el éxito y continúan vagando en la derrota, quizá sin saber –o sin querer saberlo− que su destino no es otro que el de buscar sin conquistar. En la era en la que John Huston podía ser aventurero, boxeador o director en Hollywood, personajes como el de Humphrey Bogart eran posibles en un mundo aún con margen para el descubrimiento, aún de fronteras emborronadas.

En la era en que el neoliberalismo ya dicta sin remedio el paso del mundo, esa figura tampoco puede ganar. Pero no por su condición de maldita, sino porque esa posibilidad ha quedado exterminada y no hay opción para la victoria. Esto es lo que parece apuntar “Gold”, vuelta al cine de Stephen Gaghan más de una década después de su prometedora y densa “Syriana” (Gaghan, 2005). En un momento de la película, el excéntrico Kenny Wells, interpretado con generosidad gestual por Matthew McConaughey, recibe un premio al mejor minero del año. En su discurso de agradecimiento, plantea qué es lo que define a un minero y enfatiza la misma búsqueda como aquello que lo mueve cada día. El empeño de Wells, sin embargo, se estrella una y otra vez con la misma pared: el capitalismo salvaje representado en las grandes corporaciones ya no permite el hallazgo, decide los triunfadores y expulsa a los descubridores. Existe la búsqueda, pero el premio ya no está ahí. En esa lucha infructuosa se concentra la épica de un relato que rechaza la complejidad geopolítica que hiciera de “Syriana” un rara avis en Hollywood, y que aquí da paso a un relato más convencional y sustentado en lo insólito del episodio, como le sucediera a la reciente “Juego de armas” (Todd Philips, 2016). En la línea de “La gran estafa americana” (“American Hustle”, David O. Russell, 2013) y sin la energía provocadora de “El lobo de Wall Street” (“The Wolf of Wall Street”, Martin Scorsese, 2013), la película de Gaghan podrá no ser un texto rompedor o desafiante en sus formas, pero sí indicativo de un tiempo en el que capitalismo y simulacro todo lo definen.

 

 

Anterior crítica de cine: “Kong: La Isla Calavera”, de Jordan Vogt-Roberts.

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