«Nuestra intención no tenía nada que ver con alcanzar el éxito. Para nosotros lo importante era decir lo que queríamos decir, no agradar a un público haciendo lo que pidiera sino haciendo lo que queríamos nosotros. Hoy sucede todo lo contrario, en el fondo se escribe y se canta para complacer, para seguir los tendencias del mercado»
Su biografía es apasionante, pero este comprometido cantautor italiano que dejó a mediados de los 60 una de las más imperecederas canciones mediterráneas de todos los tiempos, ‘Sapore de di sale’, sigue en activo y viviendo el tiempo presente. Esta semana actúa en Cartagena, en La Mar de Músicas. Miguel Tébar ha charlado con él.
Texto: MIGUEL TÉBAR ALMANSA.
«Buona sera! ¿Está el señor Paoli?» «Le paso inmediatamente la llamada a su despacho», responde en español un asistente peruano que trabaja con él.
Gino Paoli es uno de los autores de canciones más importante que ha dado el norte de Italia, 77 años de agitada vida privada y más de 30 discos que conforman varios periodos de éxito irregular, desde su brillante debut a comienzos de la década de los 60. Actualmente dice vivir en una casa de campo en la Toscana, en un terreno heredado de generación en generación.
«Ahora estoy en Génova pero mañana me voy para allá, donde suelo pasar la mitad del año» y se explica por si pareciera banal vivir en tal región «No es que yo haya elegido la tan de moda Toscana, en definitiva ella me eligió a mí».
Aunque rápidamente se presta a ejercer de embajador de «la Superba», agradecido a ella y consciente de lo difícil que puede ser defender una ciudad un tanto hostil, que indudablemente oculta muchísimo más de lo que muestra. «Ciertamente se me ha vuelto a ver paseando del brazo del díscolo cura Andrea Gallo, por los callejones del Casco Antiguo de Génova … nuestro conocido Nicola Francescantonio está rodando un documental –titulado «Una canzone per il paradiso»– sobre la ciudad de un tiempo, de cuando éramos jóvenes: un servidor y todo el resto, los que seguimos vivos y lo que ya no están con nosotros. Mi querido Don Gallo y yo hablamos de Tenco, de De André, de Lauzzi y de tantos otros. Fuimos testigos de aquello que sucedió tan distinto a la Génova de hoy día que, aunque siga siendo extraordinariamente hermosa, ha perdido un poco la identidad portuaria. En el fondo todas las ciudades con puerto tienen mucho en común, gente que llega y otra que se va. Aquí, después de la guerra, llegaron los americanos y tras ellos marineros de cualquier nacionalidad. Era una ciudad muy viva pero con una capacidad bastante limitada, incluso afable, no deshumana y hosca como sucede ahora. A pesar de sus muchos cambios, la capital de la Liguria todavía se reconoce de algún modo. Aún en la actualidad se puede apreciar una identidad genovesa, sobre todo en las callejas, porque Génova es una ciudad donde verdaderamente viven… digamos, muchísimos extranjeros».
Ésta no será la primera vez que el autor de ‘Sapore di sale’ venga a cantar a nuestro país, pero sí que la memoria le traiciona un poco –pues el concierto Visions de la Mediterrània del Festival Internacional de la Porta Ferrada fue hace dos años–, «El verano pasado estuve en un festival del Mediterráneo en Sant Feliú de Guixols, donde actuaba Serrat, Noa y un montón de artistas más ¡Estaba hasta yo!». Y da su razón «Efectivamente soy muy mediterráneo, en el sentido de que estoy claramente más emparentado con un marsellés o un catalán que con un milanés o un parisino. De cualquier manera creo que los idiomas y la cadencia del lenguaje en los pueblos de costa, desde aquí hasta el sur de España, incluyendo Francia, se parecen por sus dialectos. La gente que tiene los pies en el agua se asemeja».
Desconociendo que La Mar de Músicas (LMdM) este año dedica parte de la programación a su país, el bueno de Gino está convencido de que se le ha traído a Cartagena por la misma razón que se le invitó a la Costa Brava: «Porque de cualquier manera pertenezco a esta gente, a la gente del mar. Amo cantar en España, me gustan sus pueblos, sus paisanos, hay mucha música en su país».
En términos numéricos, comprobamos que la última docena de canciones originales publicadas hasta 2009 por Paoli formaron un disco llamado «Storie» (historias) y, en su reciente directo «Auditorium Recording Studio» (Parco della Musica, 2011) –el cual presentará en Cartagena–, entre algunos estándares, se encuentran seis nuevas composiciones con la palabra canzone (canción) en todos sus títulos. Por ello, la enigmática voz en off que introduce a todos los artistas en LMdM podrá presentarle con un titular del tipo: «Un encuentro con el jazz entre Historias y Canciones de Gino Paoli». «Creo que sí, así al menos lo espero. En realidad este es un disco grabado con músicos italianos de jazz –Danilo Rea al piano, Rosario Bonaccorso al contrabajo, Roberto Gatto a la batería y Flavio Boltro a la trompeta–, que tiene por objetivo acercar aún más esta música a todo el mundo. El jazz es mi primera pasión y he vuelto a él tras cuatro o cinco años. Su antecesor –»Milestones: Un incontro in jazz» (2007)– fue un poco distinto. Este segundo volumen va más dirigido a la gente, intenta hacer que el jazz sea comprendido por quien apenas conozca el género. Incluso, quien sea profano pienso que podrá divertirse y sentirlo con placer. Ésta es nuestra intención y esperamos que así suceda, pero de todas maneras eso será otro asunto… ¡Ah, sí! Con Enrico Rava hicimos algunos conciertos, pero por sus obligaciones profesionales llamamos a Boltro para sustituirlo».
Sin lugar a dudas, Gino Paoli es uno de los compositores fundamentales de la música ligera italiana y un digno representante de la reconocida «scuola genovese dei cantautori» (Luigi Tenco con quien formó un primigenio grupo, Fabrizio De André, Umberto Bindi, Bruno Lauzi, etc.), algo que marca. «La música de hoy es muy diferente. Está hecha, sobre todo, para contentar los gustos del público. Mientras que la música de aquellos tiempos era mucho más sentida, una música compuesta más para sí misma, para mostrarse y basta. Nuestra intención no tenía nada que ver con alcanzar el éxito. Para nosotros lo importante era decir lo que queríamos decir, no agradar a un público haciendo lo que pidiera sino haciendo lo que queríamos nosotros. Hoy sucede todo lo contrario, en el fondo se escribe y se canta para complacer, para seguir los tendencias del mercado. Yo nunca me he preocupado por los gustos de la gente, siempre he seguido los míos, y luego, si estos coinciden con los del público, será un bien añadido pero nunca una idea preconcebida. No he hecho las canciones preguntándome si gustarán o no, las escribía como bien entendía y punto. Este discurso también valía para Luigi, para Fabrizio, etcétera. Hoy casi nada es así y esto no es un juicio de valor sino la constatación de una realidad».
En los últimos tiempos ha vuelto a vérsele por los auditorios con una de sus parejas más cómplices: Ornella Vanoni, pero parece que, de aquí en adelante, ya no será así. «Hoy por hoy no compartiría el escenario casi con nadie, por lo menos no con mis colegas italianos. Gustosamente lo haría con Joan Manuel [Serrat], porque él está cerca de mi manera de pensar y porque nuestra amistad está basada en una estima sincera» –no por casualidad «I semafori rossi non sono Dio», fue un disco basado por completo en canciones del cantautor catalán reinterpretadas por el propio Paoli–, «o, incluso, con Lluís Llach me subiría al escenario, pero no con autores de por aquí».
«Un artista continúa siéndolo mientras se pregunte, mientras que no esté satisfecho con lo que ha hecho, mientras no se acomode. Un artista, si verdaderamente se considera como tal, debe investigar continuamente, buscar un algo más»
TIEMPOS REVUELTOS
Al ser preguntado sobre actualidad musical, el maestro deja clara su opinión: «No escucho lo que se conoce como música actual porque, para empezar, no creo que sea nada nuevo». Acto seguido, nos desvela su secreto, algo que en el fondo se podía suponer: «En este momento escucho mucha música clásica, de ella siempre hay algo que aprender. Por el contrario, me parece que en el mundo de la música ligera se pasa por alto eso que se llama melodía. Y para mí la melodía es lírica, es poesía. Mientras que, cuando todo se reduce a métrica o por lo menos cuando la rítmica toma preponderancia… no me interesa tanto. Bueno, un poco sí porque la rítmica también es parte de la música, pero no lo es todo. Para mí la música es sobre todo melodía. Hoy en día no se la valora, ni es la protagonista, en cambio para mí es el elemento esencial de la música y por ello prefiero escuchar a Mozart que cualquier grupo moderno».
De nuevo sonsacado por algún nombre italiano contemporáneo, nos confiesa, «yo cuando debo citar a cualquier otro artista nombro siempre a alguien que, de algún modo, me sea cercano. Supongo que es algo muy humano. Últimamente me decanto por gente como Renato Zero o Elisa, el resto no me interesa gran cosa».
Tiempos revueltos: El Magreb está revolucionado, Grecia llena de indignación las calles, España parece que se ha despertado gracias al movimiento 15-M, en Portugal las protestas aun están en ciernes y mientras tanto nuestros representantes políticos obedecen las leyes del mercado sin considerar a sus ciudadanos… En el «Bel paese» de Berlusconi, con un centro-izquierda en crisis y el PC desapareciendo se contraponen iniciativas muy avanzadas, como las de: il Movimento 5 Stelle, Se non ora quando?, il Popolo Viola y hasta la fecha más de 70 referéndums populares (abrogativos, institucionales, consultivos y constitucionales). ¿Debería el italiano envidiar a sus vecinos europeos? «Todo lo que se puede comentar sobre esto, ya lo ha escrito Stéphane Hessel en sus libritos: «Indignez-vous!» [«¡Indignaos!»] y «Engagez-vous!» [«¡Comprometeos!»]. Por lo cual, añadir cualquier cosa a ello sería… quizás lo único que podríamos aportar sea ese pequeño pero gran pensamiento de Antonio Gramsci publicado en 1917: «Indifferenti» [«Odio a los indiferentes»]. En estos tres textos creo que están todas las respuestas a lo que usted plantea. Pienso que no haya mucho más que decir, a lo que ya dijeron ellos».
Considerando la prestigiosa carrera musical de Gino Paoli (y su intensa vida), uno puede pensar que ya no le quedan aventuras o proyectos que tomar, pero… «Ja, ja, ja. Consecuentemente, todo lo que he hecho en mi vida ha ido encaminado hacia aquello que haré en el futuro. Porque un artista continúa siéndolo mientras se pregunte, mientras que no esté satisfecho con lo que ha hecho, mientras no se acomode. Un artista, si verdaderamente se considera como tal, debe investigar continuamente, buscar un algo más, por esto… pienso que… hasta que yo viva… ¡en fin!, creo que continuaré aprendiendo a buscar. Cada vez que entro en una librería, aunque haya leído mucho, me parece no haber leído casi nada en comparación con lo que me queda por leer y… así es mi vida: todo lo que he hecho es poco en comparación con lo que aún podría hacer».
Es imposible imaginar el bigote blanco de nuestro entrevistado sin la compañía de un cigarro tras otro. Sabiendo que Italia nos lleva más de un lustro regulando espacios libres de humo, le preguntamos cómo lo lleva: «Normalmente me jodo y bailo [ríe socarronamente]… Creo que la libertad es, sobre todo, una cuestión de respeto. Así que yo respeto a los que no fuman y ellos me deben respetar a mí. Pero esto que debería de ser así, en realidad no lo es. Cada uno tiene su manera de vivir y ésta debe de ser respetada como tal, si lo que se quiere es recibir lo mismo. De otra manera, no es posible seguir».
No en vano un marinero genovés descubrió las Américas. «Siempre me he sentido marinero, pero no voy mucho al mar y no lo hago porque, si existía un sitio en el cual la gente tenía en cuenta las normas, ese era el mar. Incluso por aquellos que en tierra firme no las respetaban. Y ese respeto existía porque el mar te lo imponía, te obligaba a respetar. Las reglas del mar eran reglas muy importantes y existía cierta solidaridad entre los marineros. Hoy en día se va allá, como se va por la autovía o como si se fuese a un aparcamiento en el centro de la ciudad. Y esto me molesta. Por tanto, dado que no quiero cabrearme, he decidido ir menos al mar. Hace tiempo podía regocijarme respetándolo porque, según mi punto de vista, una de las cosas más importante es cuidar nuestros mares. Antes podía disfrutarlo mucho pero ya no es así, hay muchos sitios prohibidos donde no se puede acceder, son privados o bien te cobran. Durante años han permitido que el mar no fuese respetado en absoluto y después, de golpe, cerraron todos los pasos. Es injusto, como no es justo la poca educación entre aquellos que pisan las playas. Quizás en esta entrevista haya abusado de la palabra respeto, pero estoy convencido de que hoy por hoy es una palabra muy importante que, sin embargo, está cada vez menos presente en el mundo. En definitiva, educación y respeto son valores fundamentales. Respeto de los unos a los otros sin importar si somos extracomunitarios, negros, judíos o cualquier tipo de persona. Es necesario respetar al prójimo si quieres que te respeten a ti. Es lógica pura, sin embargo es una cualidad que cada vez es menos frecuente. Siento haber utilizado tantas veces la palabra, y puede que usted piense que yo sea un exagerado, pero creo verdaderamente en ello y continuaré incidiendo en este tema porque noto muy poco respeto en el ambiente».
La historia de la gata con la mancha negra sobre el hocico seguramente habrá cautivado a muchas generaciones de amantes a los felinos, y no solo: «¿Me habla de la canción ‘La gatta?’ Aquella situación se dio hace mucho, mucho tiempo… Fue para mí como un salvavidas. Hasta cierto punto, la muerte de la gata supuso el fin de un periodo bohemio, tiempos de hambruna y miseria, de no saber cómo hacer para tener algo que cenar… y después, todo cambió. Por lo que supuso un punto de inflexión, fue como nacer de nuevo».