“He cantado muchas veces desde la rabia. Cuando coges la furgo, llegas al sitio, el sonido es horrible, el de la sala es un capullo… sales a tocar de otra manera, como si te hubieran encajado cuatro goles. Pero ahora canto desde la tranquilidad, sin rencor”
Tras cuatro años sin disco nuevo, Vicky Gastelo regresa con «Con el viento de cara», un disco optimista, que no elude el paisaje circundante, con el que vuelve una de nuestras imprescindibles cantautoras eléctricas.
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: SIEMPRE MELA.
Han pasado cuatro años desde que publicó «En el fondo de los mares», periodo intenso en el que Vicky Gastelo ha tenido tiempo para estar “más con la vida que con los escenarios”. Quizá por eso regrese con diez canciones llenas de emociones, de paisajes, de reflexiones, de dejarse llevar, de de ver las cosas desde el lado amable… Diez canciones llenas de vida. «Con el viento de cara» recoge todo eso, y una forma más personal que nunca en las maneras de Vicky. Se ha enfrentado a solas con las canciones, sin productores, sin interferencias externas. Y las ha grabado en directo con su banda, poniéndose más del lado del oyente que del músico. Ahora regresa a Madrid para subir toda esa vida a los escenarios de nuevo. Nos lo cuenta una tarde de marzo, en un café, a pocos días de iniciar una nueva gira. Y está radiante.
¿Ha sido fácil encarar este cuarto disco?
Todo ha ido bien. He pasado de la dificultad de los tres anteriores a tener a todo el mundo receptivo, precisamente en una situación jodida. Todo el mundo se ha adaptado al presupuesto, Bori Alarcón en su estudio no me ha puesto ni un problema, todo bien. Todo ha sido así. Para mí es uno de mis mejores momentos. Si todo estuviese más boyante se reflejaría en lo que hago: en ventas, en conciertos… Pero bueno, ¡es lo que hay! He sido muy feliz, no he discutido con nadie, todo ha ido bien.
Has elegido un single, ‘La calle es un ring’, que es un espejo de la situación que se vive fuera, pero no de lo que refleja el disco. Porque este álbum tiene muy poco de combativo.
Lo elegí porque no quería otro single como ‘Será’ o ‘Como el sol’, quería sorprender. Supongo que tengo mi propio sello, mi manera de ver y sentir las cosas, que es mi manera de contarlas. Trataba de huir un poco, de dar sorpresa, pero el resto… sigo siendo yo. Aunque el disco también es optimista. El otro día leí que el 90 por ciento de las cosas que temes que te pasen, no te ocurren. Es más realista ser positivo que ser negativo. A la gente muy positiva la ven como una inconsciente, y no, verlo mal no es la realidad de las cosas. La canción ‘Cuantas veces’ va de eso. En este disco me ha dado tiempo a reflexionar. He estado en dos años con poca música y mucha vida. He paseado, he visto gente, he estado con mi sobrino, le llevo al cole por las mañanas. Estaba más con la vida que con los escenarios. Y eso se nota en el disco.
Al escuchar ‘Con el viento de cara’, he tenido la sensación de que es el álbum en el que te has aceptado a ti misma.
Puede ser… Sí, sí, tienes toda la razón, de todas las maneras. Esta es la música que hago, como la hago, me da igual que sea más lenta o más rápida, todo ese tipo de prejuicios. Dejo una canción con dos guitarras porque así está bonita, porque así la toco y porque así emociona en un concierto. Me acuerdo de que un día vino César Pop a hacer un tema y me preguntó si esa era la maqueta, pero le dije que no, que era el disco. “Que sepas que se va a quedar eso”, le dije, y me contestó: “Vaya huevos que tienes”. ¿Por qué, porque está más acústico ese tema que los otros? Ahora lo veo desde fuera. La gente no tiene tanto prejuicio cuando va a escuchar una canción, piensa si es bonita o no, si le cuenta algo, si le sorprende…
¿Hay que quitarse la mecanización del músico de la cabeza?
Totalmente, hay que ser libre para volver a pensar en la canción. Como era antes, como cuando empecé en esto, que yo quería estar ahí por las canciones que oía a hacer a otros. He vuelto a eso, y he encontrado mi sitio en la música, mi manera de hacer las cosas. Estoy feliz.
En este disco también afrontas problemas: hablas de la crisis, del oficio, de traiciones… pero se nota que lo cuentas desde otra óptica. No hay rabia.
Sí, incluso he cantado de otra manera. Mi madre me dice que la voz está muy limpita. Ahora me dicen que «En el fondo de los mares» parece muy viejo. He cantado muchas veces desde la rabia. Cuando coges la furgo, llegas al sitio, el sonido es horrible, el de la sala es un capullo… sales a tocar de otra manera, como si te hubieran encajado cuatro goles. Pero ahora canto desde la tranquilidad, sin rencor, no quiero cantar ‘La calle es un ring’ con mala onda, quería salir con un «up tempo», sonriendo en la portada… Lo tenía claro, que fuera todo sencillo y positivo todo el rato.
¿Has matado tus monstruos más profundos, como dices en ‘Dónde estás’?
Los he matado. Y bien muertos están [ríe].
Pero aunque miras con alegría, sigue habiendo un lado melancólico, ese punto de tristeza tuyo.
Uno es muchas cosas. Yo soy guerrera, sino no me hubiera metido con un cuarto disco. Soy luchadora, nunca tiro la toalla, ni conmigo ni con nadie. Cuento las cosas, tampoco pasa nada por contar de vez en cuando que uno te la jugó. Sí, escribo siempre cuando tengo sensación de melancolía, ni cuando estoy muy triste, que no tengo ganas de nada, ni cuando estoy muy alegre, que tengo ganas de irme de cañas. Es un puntito de melancolía que tengo siempre. Como cuando alguien está solo en casa, se pone una copa de vino y se dedica un tiempo. Hay una conexión con el interior y me pasa a la hora de cantar. Cuando siento que canto bien es cuando toco esa tecla. A veces pasa y a veces no, no importa que haya poca o mucha gente. Conectas contigo mismo. Me siento al piano, a veces escribo cuatro cosas o gran parte de una canción. Y otras simplemente estoy conmigo y disfruto tocando, y ya está. Pero creo que ese punto lo tiene todo el mundo. Unos lo dedicarán a estar con su hijo, otros a pintar y yo a hacer canciones.
«La música, para emocionar, tiene que ser mucho más sencilla de lo que a veces la hacemos. La música es para los que la escuchan, no para los compañeros»
¿A qué te refieres con lo de que has escrito estas canciones “desde otro lado”?
He escrito desde la tranquilidad de mi casa. No lo he escrito en un hotel en Badajoz, como «Será», ni entre Madrid y no sé cuantos sitios más. Las he escrito todas desde casa, en Torrelavega, en mi habitación de siempre.
Por eso en este disco hay tantas referencias a Cantabria: astilleros, pueblos, gaviotas…
Sí, todo eso sale. Hasta ‘A la francesa’, que es la historia de alguien que tengo cerca, la escribí en casa. Me la estaban contando y pensé que era una buena historia para escribir. Me llegó de una forma especial, era su historia, que al final es la historia de todos, porque todos somos parecidos. Ha sido como los primeros discos: estaba en el salón, y de repente desaparecía y me iba a mi habitación. Entonces nadie me interrumpe, nadie me llama. A veces salgo de la habitación y no hay nadie en casa porque se han ido, no me han querido molestar y yo estaba ahí en mi piano. Y cuando vuelven, lo de siempre: a ver qué te parece esto. ‘Cuantas veces’ está escrita a piano, iba cantando y veía la carilla de mi padre y le decía: “¿Está guay, eh?”. Hubo otras que tocaba y no lo veía. No te dicen que es mala porque no te quieren herir… pero veía que los ojillos no se emocionaban, no les tocaba nada. Y fuera.
¿Así que si no ves una buena reacción, descartas sin piedad?
Fuera, eso lo tengo muy claro. Cuando tocaba una canción para mi padre, había momentos que de repente aparecía mi madre para oír también. Cuando alguien se acerca a escuchar una canción es que esa canción les está llegando de alguna manera. Pero este disco apenas se lo he enseñado a nadie.
¿Te lo has guardado tú sola hasta el final?
Bueno, es que estaba en Cantabria un poco apartada. Quería hacer lo que yo quería, y si me equivocaba, asumirlo. Eso para mí es importante, sobre todo como soy, muy perfeccionista. Quería hacer lo que soy yo, sin pensar si le puede gustar a César Pop, a Quique González, si encaja en el Libertad o no… Ya está, si no les gusta, qué le vamos a hacer. Oía el disco de Patty Griffin y pensaba que no necesito nada más, ella iba solo con una guitarra y yo estaba flipando. ¿Por qué estorbar la historia, para qué? Aunque unos días antes de salir me dio un poco de miedo.
El momento de crisis.
Este más que nunca. A ver a quién le echo la culpa ahora. Si me equivoco, me equivoco con todo el equipo.
Le echas la culpa a la honestidad, a hacer lo que querías hacer.
Sí, pero bueno, cuando tienes productores puedes echarle la culpa y salir un poco menos dañado, pero esta vez…
Has grabado en el estudio de Bori Alarcón, pero has producido tú. Es tu primera vez en la producción.
Cuando fui a grabar con Bori le dije que solo las habían escuchado los músicos y mi familia. Le dije: “Dime todo lo que quieras, no tenemos más ayuda, si me estoy equivocando, dímelo, si crees que no estoy cantando bien, dímelo”. Cuando grabamos le miraba, a ver qué cara ponía. Las iba oyendo, salía y entraba y cambiaba los cables. Daba al botón desde la mesa y me decía: “Vicky, esta también es muy buena”. El otro día hablé con él, después de un mes y pico sin hablar, y le dije que el disco iba muy bien, que tenía buenas críticas, y me decía “Me alegro por ti, con todo el currazo que te has pegado”.
Así que la experiencia de hacerlo todo ha merecido la pena.
Absolutamente.
Entonces, ¿repetirás?
No lo sé, a lo mejor con las siguientes canciones creo que me pueden ayudar otras personas. No es que haya decidido que voy a ser la productora de mis discos. Trataré de hacer buenas canciones, y después me lo dirán ellas. Cuando intentas forzar una canción por un camino que no es te lo dicen ellas. No lo sé, ya veremos.
¿Has tenido una crisis creativa en este disco?
En este disco he estado un año sin hacer canciones, pero no me lo tomé como una crisis. Estás todo el día exigiéndote, te quedas tan vacío que necesitas vivir para volver a escribir. Sobre todo porque no quería escribir sobre lo mismo, sobre si me va mal con los chicos o no. He escrito cosas que tenía pendientes. Hace mucho tiempo que quería escribir ‘Donde estás’. Un día vi «Where is my love» de Cat Power y me dije que tenía que escribir ya sobre mi idea, donde está mi amor. Yo quería escribir sobre eso.
Has grabado «Con el viento de cara» con José Barragán, David Escudero, Mario Carrión y Dani Casielles. Veo que repites músicos.
Sí, tienen que ser ellos. Es otra de las cosas que me he quitado. Yo no me siento bien si me graban unos y luego les doy mi disco a la banda para que se lo aprendan para tocar. Es algo que pasa con los productores, cuando eres solista suelen tener su equipo de trabajo porque van más rápido. No quería eso. A medida que vas avanzando te vas quitando de cosas. Barragán ha llegado a España hace nada y en cuanto ha llegado me ha dicho que viene con muchas ganas de tocar. Teníamos tres días para ensayar el primer concierto, y días antes ya estaban hablando para quedar el domingo. En este disco, la ilusión no se acaba nunca: de los músicos, de la gente, la mía… Se devuelve todo.
¿La publicación del disco te pilló fuera de España?
Sí, en Miami, al principio no me quería ir. Pero allí estuve, celebrándolo con la gente. Todas las noches, llegaba al hotel y me conectaba para ver qué decía la gente del disco.
¿Fuiste a una especie de campo de compositores?
Nos reunimos autores para escribir, he conocido a gente fantástica, como Juan Carlos, un chico que ha escrito cosas para Ricky Martin. De repente sientes una empatía… con otros nada de «feeling», pero bueno. Me sirvió para descansar un poquillo, aunque tenía que currar una canción todos los días para entregarla, pero pude desconectar un poco. Llevaba una tunda muy buena, en mi casa me decían que me diera un capricho. Estuvo bien, te das cuenta de cómo trabaja cada uno. Algunos lo hacían como yo, otros eran mucho más académicos… Yo prefiero encontrar primero una buena canción, y luego ya se ve lo demás, si no, estás mucho más encorsetado. Disfruté, aprendí e hicimos un par de canciones muy bonitas. Estoy muy satisfecha. Era un laboratorio de música.
Tras presentar el disco en Madrid, y sigues de gira por Santiago, Granada, Valencia, Santander, Barcelona, Murcia… ¿Cómo suena la banda de esta gira?
Suena como un tiro, como el disco, que se ha grabado todo en directo. Tenía unas premisas: quería que estuviera Bori, que hubiera diez buenas canciones, porque no me gustan los discos largos, prefiero que la gente se quede con las ganas de más; que estuviera mi banda y que fuera como lo que hago en directo, eso es lo que me hace feliz. Me ha costado tiempo encontrar una guitarra que funcione, solo una, pero es lo que quería. No setenta mil percusiones, guitarras… Hemos pensado cada cosa que se hacía. Y sin sufrir, sin volverse loco. La música, para emocionar, tiene que ser mucho más sencilla de lo que a veces la hacemos. La música es para los que la escuchan, no para los compañeros. El parón me ha hecho volver a escuchar mucha música, ser más oyente que músico.
¿Volveremos a verte a la guitarra y al piano?
Claro, ya no puedo dejar el piano.
Y cantando aquello de «Ya tengo canas y arrugas…». ¡Qué comienzo, el de ‘Brindis’!
Es un brindis, pocas veces brindamos porque vivimos. Estar cerca de lo otro te hace valorar que hay que estar alegre cada día. Cuando pasas miedo, cambias el chip. En mi casa somos de celebrar todo, pero ahora es increíble. Yo quería brindar, el “nanana” es un poco de catarsis. Es el mensaje: “A veces cuesta creer que va a cambiar algo, y cuando ya no lo crees, cambia el viento de lado”. A veces solo es cuestión de tiempo. Pasa el tiempo, se apartan las nubes y sale el sol. No hay que buscarle explicaciones a todo.
Estas son las fechas de los próximos conciertos de Gastelo:
Madrid, 26 de marzo en Clamores.
Santiago de Compostela, 29 de marzo en Sonar.
Granada, 4 de abril en La Tertulia.
Valencia, 5 de abril en El Volander.
Santander, 12 de abril en Black Bird.
Barcelona, 26 de abril en Fizz.
Murcia, 10 de mayo en La Puerta Falsa.
Salamanca, 11 de mayo en Café El Corrillo.
Zamora, 15 de mayo en Avalón Café.
Zaragoza, 23 de mayo en La Campana.
Zizur Mayor, 24 de mayo en la Casa de la Cultura.
Valladolid, 29 de mayo en La Dolce Vita.
Oviedo, 30 de mayo en Whirlpool.