«No soy una persona agradable cuando estoy enfrascado en el proceso de grabación, tengo arranques de ira, puedo bordear la bipolaridad y tiendo a amedrentar a la gente»
Fue uno de los precursores indiscutibles de la escena electrónica, gracias a varios álbumes que revolucionaron el pop sintético a finales de los setenta. Ahora, el británico reivindica su condición de pionero con “Dead son rising”, que rompe cinco años de silencio discográfico. Eduardo Guillot hace las preguntas.
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Fotos: ED FIELDING.
En 1977 ya estaba al frente de Tubeway Army, banda que firmó con Beggars Banquet y debutó un año más tarde. Gary Numan fue uno de los más destacados representantes de la generación synth-pop británica que cohabitó con el punk, y más de tres décadas después resulta indiscutible su rol como pionero de la escena electrónica contemporánea. Aunque en 1981 anunció su retirada de la música para dar la vuelta al mundo en avioneta, no tardó en arrepentirse, y ha seguido cultivando una carrera en la que la tecnología ha jugado siempre un papel crucial. “Dead son rising” le devuelve a la actualidad, tras cinco años en los que había permanecido inactivo discográficamente.
“Dead son rising” parece un resumen de toda tu trayectoria. Tiene electro, synth-pop, rock industrial…
No era mi intención, y no es lo que siento al escucharlo, pero acepto tu opinión. Es un disco en colaboración con Ade Fenton, que coescribió todo el material conmigo, así que, de hecho, es menos un disco puramente mío que el anterior trabajo de estudio, “Jagged”, o el próximo, “Splinter”, que saldrá el año que viene. Quizá el hecho de haber compartido la composición, algo que he hecho muy raramente, ha permitido que las diversas facetas de mi carrera salieran a la luz. Es muy posible.
¿Qué objetivos tenías cuando entraste en el estudio?
Quería ser oscuro y razonablemente pesado, pero al mismo tiempo buscaba que fuera un disco diferente a “Jagged”. Deseaba más diversidad en el sonido, el contenido de las letras y el tempo. Pero, en general, no había un mapa de ruta a seguir, a diferencia de lo que he hecho en otros discos que he grabado en los últimos años. Nos permitimos dejarnos llevar, y la cosa funcionó muy bien.
Han pasado cinco años desde “Jagged”, más que nunca en tu carrera. ¿Por qué?
Mi mujer te dirá que la razón es que soy un perezoso. La verdad es que me resulta bastante desalentador empezar con un nuevo álbum, y cada vez es peor y más duro. No soy una persona agradable cuando estoy enfrascado en el proceso de grabación, tengo arranques de ira, puedo bordear la bipolaridad y tiendo a amedrentar a la gente. Sabiendo eso, el estrés que genera grabar es poco deseable. Es un gran problema, pero tengo que afrontarlo.
Como mencionabas al principio, y al igual que en “Jagged”, has trabajado con Ade Fenton. ¿Lo consideras tu mano derecha actualmente?
Más que eso. Es coproductor del disco, hace funciones de manager y toca en la banda de directo, además de ser mi mejor y más cercano amigo. Es una parte vital de lo que hago actualmente.
¿Puedes explicar el título del disco y su relación con la canción ‘Dead Sun rising’?
El título original que barajamos durante la grabación era “Resurrection”, pero mi oficina de management pensó que ya había escrito demasiado sobre Dios y mis sentimientos ateos y me invitaron a eliminar cualquier referencia religiosa o antireligiosa. Me gustaba el título porque, inicialmente, la idea era recuperar canciones viejas, muertas, y devolverles la vida. No había ninguna conexión religiosa. Cuando me pidieron que lo cambiara, me decidí por «Dead son rising» simplemente para ser desagradable, porque en realidad, y desde cierto punto de vista, significa exactamente lo mismo que “Resurrection”. De hecho, he conservado el título en el instrumental que abre el disco. En cuanto al tema ‘Dead Sun rising’, no tiene conexión alguna con el título del álbum.
Excluidos los temas religiosos, ¿qué asuntos abordan los textos?
Gran parte de las letras proceden de relatos que escribo en mi tiempo libre, como hobby. Me gusta la ciencia ficción y autores como Glenn Cook o Steven Erikson, y llegado el momento me encantaría dedicarme por completo a escribir novelas. De momento, tomo esas ideas y las condenso en letras de canciones. ‘Dead Sun rising’, ‘We are the lost’ y ‘When the sky bleeds, he will come’ nacieron así.
¿Qué puedes avanzar de “Splinter”?
Mi intención es que sea el disco más pesado, oscuro, potente y agresivo que haya hecho nunca. Quiero que sea un asalto sonoro, una combinación épica de los riffs y ritmos más brutales que pueda conseguir. Una implacable y dinámica cortina de fuego con letras como himnos. Probablemente será una mierda, pero eso no va a impedir que sueñe con conseguirlo.
«Estoy agradablemente sorprendido, y orgulloso, de la cantidad de bandas que me dicen que de algún modo he sido una influencia o una inspiración para ellos»
Hace poco colaboraste con Battles, y no es la primera vez que te reclama un grupo joven. ¿Te sientes reconocido por las nuevas generaciones?
Estoy agradablemente sorprendido, y orgulloso, de la cantidad de bandas que me dicen que de algún modo he sido una influencia o una inspiración para ellos. Y también de aquellos que me piden colaboraciones, versionean mis canciones o las samplean. Bandas nuevas y viejas. Es algo fantástico y les estoy muy agradecido.
El periodista Simon Reynolds comentó hace poco, en referencia a la música electrónica, que “por cada productor que parece llevar el género mínimamente hacia adelante, hay un artista haciendo un movimiento retro, revisitando viejos estilos de los noventa o más antiguos”. ¿Estás de acuerdo?
Pues sí. De hecho, añadiría que por cada banda que intenta mirar hacia adelante, hay cinco o diez revisitando el pasado. Me parece muy decepcionante. Y menos mal que existen esas que intentan avanzar. Es algo que siempre me ha apasionado. Solo habría que moverse hacia adelante. La idea de mirar atrás en busca de ideas nunca ha tenido sentido para mí.
¿La electrónica se ha convertido en otra escena retro?
Puede ser. Son más de treinta años ya, así que la música electrónica tiene su propia historia. Para mucha gente resulta fascinante y excitante, así que les gusta revivirla o recrearla de alguna manera. No tengo tiempo para ellos ni para su modo de pensar. La electrónica, como cualquier otro estilo musical, es tan interesante como lo sea la gente que la practica. Si miran adelante, mejor que hacia atrás, no hay problema. Pero son muchos los que escogen mirar atrás y entonces sí que existe un problema potencial.
Hoy en día todo el mundo usa ordenadores y sintetizadores, pero tú empezaste a hacer música con ellos a mediados de los setenta, cuado lo normal en Inglaterra era tocar punk rock. ¿Fue difícil?
Lo difícil fue conseguir que la industria lo considerara música real, de verdad. Por extraño que parezca, el público lo captó de inmediato, y le gustó mucho antes de que la industria lo aceptara. Yo tuve suerte de contar con un sello discográfico, aunque tuvimos algunas discusiones, que demostró la buena voluntad de sacarme un disco y ver qué ocurría. La resistencia inicial fue increíble. El sindicato de músicos de Gran Bretaña intentó boicotearme durante un año porque decía que estaba dejando sin trabajo a los auténticos músicos. No podía creerme ni entender tal nivel de ignorancia. Fui número uno durante dos semanas antes incluso de que las radios comenzaran a programar mi primer single. Creo que la industria pensaba que la moda de la música electrónica se desvanecería en cuestión de meses. No sabían lo que se les venía encima.
Hoy eres tú la influencia, ¿pero cuáles fueron las tuyas cuando empezabas? ¿El krautrock, quizá?
Me gustaban algunas cosas del krautrock, pero no era lo que quería hacer. Cuando me metí en la música electrónica, en la segunda mitad de los setenta, la banda que más escuchaba era Ultravox, cuando tenían como cantante a John Foxx. Ellos fueron, de lejos, la mayor influencia en lo que yo trataba de hacer entonces.
Grabas con tu propio sello, Mortal Records. ¿Cómo ha sido tu relación con las discográficas a lo largo de los años?
Las relaciones con las compañías de discos son casi siempre difíciles y un tanto insatisfactorias. Ya tuve un sello de mi propiedad en los ochenta que se llamaba Numa y con el que edité trabajos de algunas bandas, así que he visto las cosas desde los dos lados. He comprobado lo gilipollas que pueden llegar a ser los músicos, así que siento cierta comprensión por los problemas con que se enfrentan los sellos tratando de sacar adelante un negocio y de tener contentos a sus artistas. Es un equilibrio muy difícil de mantener. Me parece más conveniente tener mi propio sello actualmente y mantenerme a distancia de esas fricciones y recelos.
La última pregunta es personal. Es de dominio público que padeces Síndrome de Asperger [trastorno que provoca dificultades de severidad variable en la interacción social y la comunicación], así que me gustaría saber de qué manera afecta a tu trabajo como músico.
Creo que, para un músico, el Asperger tiene una serie de características que son genuinamente beneficiosas. Y, por encima de todo, ser músico ayuda a enmascarar muchos de los rasgos con los que encuentra más difícil convivir la gente con Asperger y un trabajo normal. Tengo una obsesión absoluta por sentirme centrado, y eso es bueno en este negocio. Me otorga una visión ligeramente diferente del mundo y mis emociones no son exactamente las que deberían. Eso ayuda a la hora de componer, porque parece que veo las cosas de manera diferente a la mayoría de la gente. Me halaga tener esa perspectiva. En mi opinión, las ventajas que conlleva solo son adaptables a una vida de músico profesional, y resultan fácilmente equiparables con los pocos problemas que acarrean. Supongo que esto no es igual para toda persona que tiene Asperger, porque la enfermedad se manifiesta de muy diversas maneras. Para mí ha sido una dificultad en algunas ocasiones, pero también es una parte bienvenida de mi personalidad.