«Pocas veces una banda de música pop es capaz de amontonar tantas ideas memorables, una detrás de otra»
Con motivo de los veinticinco años que celebra Version 2.0, el venerado segundo disco de Garbage, Juanjo Ordás se embarca en un viaje por los puntos fuertes de aquel trabajo, de su inflamable directo y del legado que han dejado sembrado en toda una generación.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Foto: Archivo BMG
Lo de Garbage hace veinticinco años no era que sonaran modernos o que tuvieran una cantante cool, sino que sabían hacer canciones. Eran unos maestros a la hora de perfilar estrofas, puentes y estribillos que no desmerecían unos de otros, con riffs y ganchos instrumentales que estaban a la altura de todas las demás vigas. Es tan simple como eso.
Una nueva era
Probaron con el debut homónimo, Garbage (1995); les fue bien, giraron y, cuando llegó el momento de preparar el segundo disco, aprovecharon la inercia, la velocidad alcanzada y le echaron muchas ganas en lugar de dormirse en los laureles. Es en ese momento en el que hay que dejar que la creatividad se dispare sin miedo a lo que pueda ocurrir y, tal vez por eso, Version 2.0 fue tan impactante; porque el cielo era el límite y posiblemente Garbage lo supieran. Pocas veces una banda de música pop es capaz de amontonar tantas ideas memorables, una detrás de otra, hasta hacer perder el sentido al oyente con un knock out brutal. ¿Qué ha pasado? O sea, ¿es posible que quepan tantas ideas en una sola canción? ¿Se pueden encadenar tantos golpes? Sí, es factible. Tampoco vamos a obviar el starpower de Shirley Manson, que Butch Vig era un productor con éxitos de Nirvana y Smashing Pumpkins a sus espaldas y que el sonido high tech del grupo era muy llamativo, en una época en la que el rock ya los había integrado. No es muy descabellado trazar una línea entre Low de Bowie, Donna Summer, Joy Division, New Order y Garbage.
Es cierto que con Version 2.0 el factor sorpresa ya no estaba del lado de la banda, ya se conocía su pop accesible y retorcido de ruidos electrónicos impredecibles, aunque respetando el formato de canción —su gran fortaleza, ya hemos dicho—. Pero esa fórmula podía dar más de sí y articular sentimientos con mayor facilidad, ahora que la controlaban. Escuchad como “Temptation waits”, que sin reinventar la rueda y habiendo podido llegar desde cualquier lugar, propone melodías —casi parece una nana— que acaban por romper en desesperación. En esa primera canción, Garbage ya demuestran que con herramientas sencillas pueden remover con el dedo índice la salsa del dolor. Un dolor moderno. Con cajas de ritmo que bombean sangre y unas guitarras mecanizadas que se retuercen pidiendo ser reconocidas como seres vivos. “Temptation waits” es simple y poderosa, como una plegaria. Y eso es aplicable al resto de Version 2.0, tanto a la alegría bobalicona de “I think I’m paranoid” y “When I grow up”, como a aquellas canciones que dan miedo porque intuyes que no las vas a ver venir y que guardan más confesiones que secretos, ya sea el poderoso single de adelanto “Push it”, el rythm and blues de “Wicked ways” o “You look so fine” que, a corazón abierto, nos dejan en suspense. Porque todo en Version 2.0 gira en torno a las relaciones y a la lucha por su supervivencia. Nunca queda claro si va a haber redenciones, finales o reinicios. La decepción de “Special” resulta ser en realidad dolor profundo (atención su estribillo: «¿Tienes una opinión? / ¿Piensas por ti mismo? / Creí que eras especial / Pensé que deberías saberlo / Pero me he quedado sin paciencia / No podría importarme menos»), el hedonismo erótico de “Hammering in my head” y la indefensión de “Dumb” alertan a ritmo tecno sobre la vacuidad, igual que “Sleep together” con esos kicks industriales nada gratuitos.
«Todo en Version 2.0 gira en torno a las relaciones y a la lucha por su supervivencia»
A lo largo del álbum, Garbage no parecen interesados en conciliar cielo e infierno, sino de contraponerlos y presentarlos como parte de un todo, de una oscuridad aterciopelada que da miedo porque resulta impredecible, nunca se sabe qué va a pasar después, qué seguirá a la pausa. La dulzura de “Medication” excava en el tormento de la locura directamente, “The trick is to keep breathing” puede parecer la calma tras la tormenta, pero no deja de ser una oda a la desconfianza.
Don’t you wonder sometimes about sound and vision?
La imagen también acompañó al lanzamiento de Version 2.0, con vídeos que aprovechaban la curiosa formación del grupo. Una chica magnética, carismática y desinhibida, con tres señores productores detrás, serios y a sus cosas. Hay que reconocer que Garbage eran curiosos, poco usuales y que sabían hacer de ello su fortaleza. Los vídeos de “Push it”, “I think I’m paranoid” y “Special” tomaron al asalto los programas de televisión, las revistas se hicieron eco del álbum y de las actuaciones en directo. Todo funcionaba como siempre había funcionado en la industria, solo que el componente siniestro de Garbage los hacía destacar, como si una travesura hubiera surtido efecto y se hubieran colado donde no debían estar.
Y eran el tipo de grupo que invitaba a la exploración. Quien quisiera los sencillos, ahí los tenía, en las televisiones o en las radios; pero los había que no tenían suficiente con las canciones del álbum. ¿La solución? Acudir a los hasta seis singles que, lanzados comercialmente, contenían remezclas —mayoritariamente accesorias—, pero también hasta diez temas inéditos del más distinto pelaje. Destacaban la estupenda revisión de “You look so fine” a manos Fun Lovin’ Criminals —y que rivalizaba con la del álbum—, hermosas relecturas poco obvias de “Thirteen” de Big Star, de “Can’t seem to make you mine” de The Seeds y unos cuantos de cosecha propia. Algunos de ellos en la línea del álbum —“Tornado” y “13 x forever”— y otros apuntando facetas distintas —“Afterglow”— que, difícilmente, habrían tenido cabida en Version 2.0. Todo este material sobrante corroboraba que la energía que rodeaba al grupo era incontenible.
«Garbage eran curiosos, poco usuales y que sabían hacer de ello su fortaleza»
El tour
Y así, desbordante fue el tour de presentación, en el que machacaron todo lo posible tanto Estados Unidos como Europa, dejando de lado Japón, al que solo cedieron una fecha (algo curioso puesto que Garbage podría haber funcionado estupendamente allí). España fue regada con varios conciertos en diferentes momentos de la gira. Cuando recalaron en Madrid, en febrero de 1999, ya habían pasado el año anterior por el Doctor Music Festival, en los Pirineos, y acababan de actuar en Barcelona. Pese a haber salido hacía casi un año, Version 2.0 seguía estando caliente. La banda fue recibida en loor de multitudes por una sala La Riviera llena. Antes del show, a Shirley Manson se le ocurrió pasearse por la zona VIP situada en la primera planta, saludando al público con el dedo corazón y arrancando los primeros vítores.
Al tomar el escenario, la cantante empezó a irradiar el mismo carisma que habíamos visto en videoclips. Era real. De hecho, en terreno de tamaño medio como el que pisaba, es en el que ella se desenvolvía mejor. Garbage no eran una banda de estadios ni de arenas, sino de espacios reducidos, de clubs decentes. La batería de Butch Vig era ensordecedora y, pese a la diferencia generacional respecto a Manson, Steve Marker y Duke Erikson no se encontraban en absoluto fuera de su elemento. Era divertido verles alternarse entre las guitarras y los teclados, reproduciendo los sonidos del disco o adaptándolos a la crudeza del directo. Eso era lo mejor, que Garbage en directo sonaban diferentes al estudio, la fantasía de solo alcanzable en las grabaciones se concretaba en realismo, siendo mucho más viscerales de lo que podía haberse previsto.
En el repertorio, las canciones nuevas se batieron en duelo con las antiguas. El disco debut había dejado una buena ristra de clásicos y ahora las nuevas crías tenían que rugir alto y fuerte. Y lo hicieron. Que Version 2.0 hubiera dado continuidad sonora a Garbage ayudó y no se apreciaron grietas. Al igual que en el álbum, “Temptation waits” se utilizó para abrir fuego y, sin respiro, “Not my idea” secundó la moción haciendo saltar arriba y abajo a toda la sala. El presente y el pasado trabajaban al unísono. “I think I’m paranoid” acabó de apretar el lazo. ¿Quién daba más en el mundo de la música pop en ese momento? Nadie. Esa noche fue un recorrido por algunos de los mejores momentos que hasta entonces habían registrado en disco, ya fuera dentro o fuera de álbum. “#1 Crush”, de la banda sonora de Romeo & Julieta, fue uno de los momentos álgidos, aunque solo fuera accesible en la OST o como cara B, igual que una “My lover’s box” con Manson a la guitarra procedente del debut y que ni siquiera fue single en su día.
«Garbage en directo sonaban diferentes al estudio, siendo mucho más viscerales de lo que podía haberse previsto»
Evidentemente, se intuían los hits que irían sonando a continuación. “Only happy when it rains”, “Stupid girl”, “Milk” y “Queer” se entremezclaron con “Special”, “Push it” y “You look so fine” con total naturalidad, con Manson volviendo a la guitarra en esta última y cerrando el set principal. Los bises no perdieron efervescencia, al contrario, se dieron el gusto de hacer “Can’t seem to make you mine” y “Medication”, terminando con “When I grow up”. El público extenuado. La banda también. El intercambio de energía fue real.
Pasado, presente y futuro
Sin embargo, ¿qué es lo que ocurrió después? Y no me refiero a después del concierto, sino con Garbage y con nosotros mismos. ¿Nos dejaron de sorprender? ¿Nos hicimos mayores? ¿Ambas cosas? Lo cierto es que nada volvió a ser lo mismo. Y la verdad es que no se trata de hacerse preguntas, sino de aceptarlo. O bien Garbage dejaron de alcanzar su máximo nivel de excitación o los fans ya estábamos en otro espacio mental. Aunque no deja de ser un hecho a tener en cuenta que dos álbumes después se separaran. Regresarían a los cinco años y su último trabajo, titulado No gods no masters (2021), fue llamativo, y resulta tentador hacer un esfuerzo para reengancharse a su propuesta. Los tiempos de Version 2.0 no volverán, tampoco lo hará aquel concierto en Madrid y nosotros no volveremos a ser jóvenes. Pero ilusiona pensar que, quizá, el grupo esté dispuesto a acompañarnos en una nueva etapa de nuestra vida. A lo mejor deberíamos acompañarlos a ellos también.