COMBUSTIONES
«Un nuevo capítulo de Gang Starr que, lejos de picotear en viejos hallazgos, aporta luz, color, vitaminas, a un legado admirable»
La historia del combo de rap Gang Starr ilumina la columna neoyorquina de Julio Valdeón, que reflexiona sobre su legado a partir del disco póstumo con las grabaciones que dejó Guru antes de morir.
Una sección de JULIO VALDEÓN.
Gang Starr dejó de emitir señales en 2003. Guru y DJ Premier acabaron a tiros. El precio del éxito, y sus insuficiencias (nunca vendieron demasiado y, para colmo, Guru siempre pensó que había sido estafado por la industria), más la presión de compartir barco, decapitó uno de los combos de rap más influyentes, y disfrutables, de la historia. Latido de un Brooklyn que ya no existe. Flor eléctrica de estilo único, mundano, brillante y caliente, lustrado de respeto a la música, samples como caramelos, letras incisivas, cuerdas panorámicas y certeras parrafadas de un recitador en permanente estado de gracia.
Gang Starr poseían una ambición, creativa, social, cultural, incompatible con las eunucas disposiciones de muchos de sus colegas y con el narcisismo, el postureo y, uy, la horterez de nuevo rico, que no las credenciales y el respeto callejero, que hoy parecen inherentes a buena parte del género. Para quienes roncamos con las propuestas raperas de estos años, y aunque el 2019 ha dejado frutos tan golosos como el majestuoso Eve de Rapsody, no deja de ser un regalo On of the best, lo nuevo del grupo. Cosido a partir de las cintas que dejó a medio grabar Guru antes de fallecer en 2009, víctima de un cáncer tremebundo.
El disco, 40 minutos trepidantes e inoxidables, lo ha cocinado DJ Premier después de conseguir que MC Soolar le diera el material que atesoraba de Guru, con el que trabajó durante los fecundos años de Jazzmatazz. La crónica de las desavenencias entre el senegalés y DJ Premier, los amenazas, infundios, libelos y, de fondo, la tragedia, da para una lectura obligatoria, gloriosamente cronificada en el New York Times de estos días. Pero al final, descontadas las trapacerías, los celos, los testamentos, el coma y la agonía, resta lo más importante, lo impensable, lo que nunca imaginamos. Un nuevo capítulo de Gang Starr que, lejos de picotear en viejos hallazgos, aporta luz, color, vitaminas, a un legado admirable. Lejos de repetirse como parodia, la historia, aquí, suena plural, rica, vagamente clásica, inopinadamente fresca, mecanografiada con tacto, sentimiento y mimo por un DJ Premier que ha sabido eludir la tentación de rejuvenecer lo que no puede ni debe actualizarse porque nunca fue viejo.