LIBROS
«La referencia a encadenados culturales es fascinante, y la narración magnética y agradable»
Nuria Pérez
Gabinete X
GEOPLANETA, 2022
Texto: CÉSAR PRIETO.
Para los que consideren que la aparición de Internet ha supuesto un vuelco definitivo en las relaciones sociales, en los métodos de trabajo y estudio, en la manera de movernos, en la medicina, en fin, para los que piensen que existe una generación hoy en día con otros condicionantes y otra relación con el mundo que la generación anterior, quizás sería interesante observar cómo vivían no las generaciones de hace cien años ni cincuenta, pero sí la última generación analógica, la que se llamó Generación X y existió cuando internet permitía únicamente enviar un mensaje a un amigo, nada de ver películas o escuchar canciones.
El libro de Nuria Pérez, Gabinete X, revisa esa generación y la sitúa en un contexto en el que la nostalgia aparece en ocasiones, pero sin sangrar y lastrar el presente; de hecho, el lema del libro es la famosa sentencia de Faulkner: «El pasado no está muerto. De hecho, ni siquiera es pasado». Pero la autora no se limita a poner en su escenario a los nacidos entre 1965 y 1980. Puede rebobinar aún más y hablar de cómo Generación X fue un libro que en 1964 retrataba los anhelos y pensamientos de los jóvenes de la Inglaterra de la época, contemplar cómo un niño curioso lee este libro que está en la mesilla de su madre y, más adelante, se hace llamar Billy Idol y funda uno de los primeros grupos punk, Generation X. Su disco era escuchado de forma compulsiva por un adolescente canadiense llamado Douglas Coupland, quien escribe un libro llamado Generación X para retratar a los jóvenes de los noventa.
La referencia a encadenados culturales es fascinante y la narración magnética y agradable, un paseo por paisajes coloridos y sorprendentes. Pueden aparecer Charles Dickens, el Disney del 69, una cabina telefónica en el desierto de Mojave, lord Byron y su relación con el algoritmo o Enid Blyton, de vida desolada y lejana a las tramas de sus novelas.
Aparece poca música, eso sí, pero bastante cine en un repaso disperso a las películas que retratan a la generación: Bocados de realidad o Pulp Fiction conviven con Última llamada o Antes de amanecer para establecer un ideario de los jóvenes de aquella época.
Desde luego, se trata de una elegía y un panegírico de esa generación. La que salía de casa a jugar, a buscar salones recreativos o tiendas de discos. Esa infancia que se presenta tan cool en Stranger Things, de la que aquí se hace un elogio y una elegía por la libertad de esos días, cuando se salía a la calle sin preocupaciones y sabías que no ibas a ser grabado nunca y que, por tanto, las situaciones se olvidaban en dos días. Es la parte más moralista del libro, aquella en la que no se rechaza lo digital, pero que pide reflexión sobre ello. La parte más jugosa —y auténtica— es esa otra en que se cuentan preciosas historias sobre cómo fuimos.
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