FONDO DE CATÁLOGO
«Aute es dueño en estos años de una escritura libérrima, espontánea, coloquial y directa que sabe palpar el vértigo de los ochenta»
Estrenando los ochenta, Luis Eduardo Aute abordó una de sus mejores etapas creativas con Fuga, en el que flotaba un espíritu pop que barnizó las melodías y los textos, alejándolos del perfil de cantautor al uso. Por Luis García Gil.
Luis Eduardo Aute
Fuga
MOVIEPLAY/GONG, 1982
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
El primer lustro de los ochenta para Luis Eduardo Aute es absolutamente esencial y explica perfectamente su evolución desde aquel tímido y apocado cantante que rehuía de los escenarios a este otro que ya no tiene reticencias para tocar en directo. Son los mejores años con el suburbano Luis Mendo, en los que se suceden discos y canciones irreprochables, alentadas por un espíritu pop que se nota en las melodías, en el propio desenvolvimiento de los textos y en la manera de alejarse de los modelos del cantautor al uso.
Situado entre Alma y el directo celebratorio Entre amigos, Fuga alumbra diez canciones que significan avance y no retroceso en el corpus poético-musical del artista madrileño de origen filipino, aquí encomendado a una cita del postista gaditano Carlos Edmundo de Ory que figura en el disco: «Trabajo en un criadero de cánones y fugas».
Las canciones
La apertura del disco llega con la ensoñación literaria y paradisiaca de “Vailima”, en cuyo collage de personajes cruzados, que roza los seis minutos, se mezclan Baroja y Valle Inclán con Jacques Brel y Paul Gauguin con Robert Louis Stevenson, germen de la canción cuyo título es una referencia directa a la casa del escritor escocés en Samoa en la Polinesia.
A “Vailima” le sigue “Bailemos pues”, que preanuncia en uno de sus versos uno de sus futuros discos, Cuerpo a cuerpo. Aute insta al oyente a bailar «hasta que la música vuelva junto al mar» en la noche frenética de los cuerpos y las danzas. Otra apelación al instante, al momento que distrae del crudo invierno, antes de entregarse al desgarro existencialista de la bellísima “Como una estrella fugaz”, tercera canción del disco.
«Solo un recuerdo es al fin / lo que llamamos vivir…», canta en “Como una estrella fugaz”, para luego escribir que entre la noche y el día no hay más lentitud que la distancia de un tono a otro tono de azul. De pronto, comparece el Aute pintor, que maneja la paleta de los colores en sus lienzos y la aplica a las imágenes de sus propias canciones.
Hay dos canciones de Fuga, consecutivas en el disco, que harán especial fortuna en el repertorio del autor de “Al alba”. La quinta y la sexta, “Mira que eres canalla” y “Siento que te estoy perdiendo”. De un lado el relato pandillero, de amistad generacional, chispeante, candente, urbano y autorreferencial que tendrá hasta segunda parte cuando escriba “Lastima, Luis”. Y del otro la enunciación certera y descarnada del naufragio amoroso, ese momento en que todo empieza a romperse en una relación.
Aute es dueño en estos años de una escritura libérrima, espontánea, coloquial y directa que sabe palpar el vértigo de los ochenta, la condición febril de estos años en los que su discurso encaja perfectamente rompiendo con la obsolescencia de otros cantautores. Es capaz de viajar del nihilismo existencialista ya referido de “Como una estrella fugaz” al carpe diem de “Vámonos por ahí” que cerraba el disco apelando a ese ahora que no debe pensarse y exige lanzarse a la calle de manera casi herética con ese «bajemos al infierno a ser cuerpo sin alma…». La necesidad de aprovechar el momento no choca con ese momento filosófico en el que se pregunta por los significados de la vida y la proximidad de la muerte.
Lo narrativo y lo lírico se funden en Fuga en cuya portada el artista se retrata de perfil, en un claroscuro melancólico. Ya lo apuntó el propio Luis Mendo: «En los ochenta puede decirse que Eduardo se acerca al lenguaje pop sin perder la poesía ni la lírica». Y esa es la potencia que revelan canciones como “Siento que te estoy perdiendo”, a la que Aute presta una interpretación intachable.
Al margen de “Mira que eres canalla” o de “Siento que te estoy perdiendo”, las dos presentes en el directo Entre amigos, compone canciones que, sin gozar del recorrido de otras, merecen ser reivindicadas como piezas mayores, como la hipnótica y misteriosa “Flor de un día” o la delicadísima “Probablemente te quiero”, la cuarta del disco, otra canción de adiós, de ruptura sentimental que es la de menor duración de todo el disco.
La grabación
Fuga ve la luz la primavera de 1982, pero se graba a finales de 1981. Son canciones nada coyunturales, aunque se publiquen en el contexto de un momento histórico en la propia historia contemporánea de España, como lo fue el triunfo socialista de Felipe González en las elecciones convocadas ese año. Aute despliega su mundo en permanente en fuga, con la complicidad de Fernando Sobrino al piano, Luis Mendo a la guitarra, Eduardo Leyva a los teclados, José María Guzmán al bajo y Antonio Moreno a la batería. También habrá arreglos de cuerda en las canciones que así lo precisen, y hasta algún que otro apunte jazzístico de la mano del saxofonista Manuel Fernández. Todo ello con la producción de Movieplay y el sello de la serie GONG, que queda felizmente registrada en los créditos del disco con Gonzalo García Pelayo y Julio Palacios.
Aute canta en Fuga al amor con cierto pesimismo, encomendándose a esta cita de Stevenson: «La vida… ¿qué es la vida? En un páramo desnudo ver el amor llegar, ver el amor marcharse». “Si el amor alguna vez” explora, en otra elocuente e inspirada balada, ese sentimiento, esa paradoja del amor que fue deslumbramiento y ahora es agonía, pozo seco y herida que nunca cicatriza.
El cierre
La penúltima canción del disco, “Mar en fuga”, lleva incorporada en su título la palabra que da nombre al disco. Tampoco tendrá la notoriedad que su autor creía que merecía. El mar y su oleaje cambiante, hecho de gozo y sombra, marcan la deriva existencial de la pieza, su sentido filosófico y metafórico resumido en ese latido que aún sueña dormido en el corazón. “Mar en fuga” no será regrabada en la trilogía Auterretratos, en ese proyecto inconcluso en el que volvió sobre su cancionero con el deseo de otorgarle una mirada renovada. De este disco pudo volver a grabar “Vailima”, “Como una estrella fugaz”, “Probablemente te quiero”, “Mira que eres canalla” y “Siento que te estoy perdiendo”. La mitad del mismo, señal inequívoca de la gran estimación que sentía hacia Fuga, ubicado en una de sus mejores etapas creativas.
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