Franco Battiato: adiós a un artista sin homologar

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«Pocas creaciones musicales mezclan los géneros sonoros en misceláneas sublimes presentadas con pasmosa naturalización»

 

José Miguel Valle se despide de Franco Battiato en unas líneas de urgencia, recordando sus múltiples recorridos por géneros tan dispares como la electrónica, el rock duro, la ópera, la música clásica o la melódica.

 

Texto: JOSÉ MIGUEL VALLE.

 

Hoy ha muerto Franco Battiato. Me he enterado porque varias amigas y amigos me han enviado una montaña de mensajes informativos. Saben que es mi cantante favorito, probablemente el autor del que más veces he escrito en mis colaboraciones en la revista Efe Eme. Hace un siglo escribí un «Retrovisor», una sección de la revista en papel en la que se biografiaban con exhaustividad longevos e icónicos recorridos vitales. En la portada aparecía Battiato y un sucinto titular con tendencia a emparejarlo con cierta excentricidad hilarante: «Un bicho raro». Los que me conocen también saben que tengo una cuenta pendiente que me gustaría saldar algún año de estos: la redacción de un libro sobre su apasionante y versátil carrera musical y su inseparable y lúcido posicionamiento político. Ese libro aún nonato, sin embargo, tiene título desde hace mucho tiempo. En 2003 entrevisté a Battiato. En un momento dado le pregunté qué palabra encontraríamos en un diccionario de sinónimos debajo de su apellido. Se quedó pensativo, barajó respuestas y, con un castellano un tanto deshilachado, me contestó: «Sería algo así como no en serie, no repetido, sin homologar». Aquel día supe que ese sería el título del libro: «Battiato, un hombre no homologado». Quien escuche su obra admitirá que es una definición fidedigna de él y de sus álbumes.

Afortunadamente nos quedan sus maravillosas y eternas canciones sobre el enigma de la vida, sobre el nomadismo que supone la búsqueda de los ángulos de la tranquilidad, sobre las sagradas sinfonías del tiempo, la pugna vital por encontrar la paz y el desencanto de encontrar solo la sombra de la luz, sobre el centro de gravedad permanente y el deseo de otra vida menos alocada y más atenta a lo relevante. Pocas creaciones musicales son tan creativas como las suyas, beben de culturas tan dispares, transparentan la necesaria interculturalidad, mezclan los géneros sonoros en misceláneas sublimes presentadas con pasmosa naturalización. Battiato comenzó con la electrónica y el minimalismo, hizo pop para el consumo masivo, se adelantó a las músicas del mundo cuando orientalizó su sonido, se adentró en el rock duro, escribió óperas, saltó a la música clásica, releyó con desprejuicio a los cantantes melódicos de los sesenta y en la misma hornada versionó a The Rolling Stones y Jimi Hendrix acompañado de la Royal Philharmonic Concert Orchestra de Londres. Era absolutamente genial, distinto, impredecible. Ha muerto Battiato, pero sus canciones seguirán con nosotros eternamente. Un fuerte abrazo al hombre que tanta discográfica alegría me ha regalado durante tanto tiempo. Sé que seguirá haciéndolo cada vez que lo escuche. Es la magia de la invención y la creación. Hasta siempre. Gracias por tantísimo.

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