«Una tarde de finales de los 70 vi actuar al mejor Moris en un pequeño club madrileño, sólo con su guitarra, y el shock fue brutal. Éramos cuatro espectadores, el argentino y un simpático camarero que no entendía nada, nadie más, ya pueden imaginarse a cuánto tocamos en el reparto»
Coleccionista de reconocido y fino gusto, Vicente Fabuel ejerce de difusor musical desde 1973, cuando comenzó a publicar en las páginas de «Disco Express», luego recaló en «Au», «Vibraciones», «Europa Viva», «Futuro Método», «Rock Espezial», «Rock de Lux» y EFE EME (donde mantiene las secciones «Extravagante» y «Objeto de deseo»). También ha colaborado en radio y es autor del prodigioso «Las chicas son guerreras» (tratado sobre féminas canoras) y colaborador en «La historia del rock de la Comunidad Valenciana». Este domingo, le toca retratarse en el «Fotopress».
Fecha y lugar de nacimiento.
Años 50, Chulilla (Valencia), y allí vuelvo a menudo.
¿Qué música sonaba en tu casa cuando eras niño?
La radio a todas horas, constantemente. De los primeros años 60 recuerdo a las mujeres, mi madre y mi abuela, canturreando rodeadas de perolas y escobas. Uniéndome a ellas, lo primero que debí cantar fue el ‘Campanera’, recia copla de Joselito de la que apenas entendía nada de su texto, y el ‘Mustafá’ de Bob Azzam, a la que cambiaba la letra inventando otra más soez. Igualmente me apunté rápidamente al baile con el twist y el ye-yé, creo que la primera canción que me noqueó fue el ‘Speedy Gonzalez’, se la oí cantar en directo a una joven turista, acompañándose ella misma a la guitarra, y esa ensoñadora visión de una (mala) chica + una (buena) canción debió de ser definitiva.
¿Cuál fue el primer disco que compraste?
El álbum “Let it be”, de los Beatles. No me gustó nada, el chasco que debí llevarme fue mayúsculo. Aún sigue sin convencerme del todo.
¿Y el último?
Tengo una tienda de discos, una de las cosas agradables que le quedan a este tipo de negocio hoy en día es que cada semana entran inexorablemente cientos de discos, de modo que ya me dirán. Supongo que hay que concretar, de modo que por aquí encima de la mesa, además de una docena de anodinos (y fascinantes) singles, veo el ‘Reproches y vehemencias’ de Carlos Berlanga, ‘Flood’ de Jocelyn Pook, Santiago Delgado & Runaway Lovers, vinilos de «The age of adz» de Sufjan Stevens y Jacky Chalard, y más CDs últimos de Kiko Veneno, Single, Imelda May, el tributo a José Alfredo Jiménez, Josephine Foster, Belle & Sebastian, Bigott… Algunos de ellos igual no logra quedarse en casa.
Selecciona tres discos internacionales esenciales de tu colección.
«Pet sounds» (Beach Boys), «Revolver» (Beatles) y «Velvet Underground & Nico»… No, no, no… es broma. Con el sol que luce esta mañana, gustosamente podría quedarme con “Clouds” (Reprise, 1969) de Joni Mitchell, “Barabajagal” (EPIC, 1969) de Donovan y el “12 sides of” de John D. Loudermilk (RCA, 1962).
Selecciona tres discos nacionales esenciales de esa misma colección.
“10 creaciones” (La Voz de su Amo, 1956) de Conchita Piquer, “Un soplo en el corazón” (Elefant, 1993) de Family, y “Heliotropo” (Ariola, 1973) de Vainica Doble.
Un disco doble al que no le sobra nada.
Los únicos discos a los que no les sobra nada son los de 7 pulgadas. De cualquier forma, lo importante no es que les sobre, si no que no les falte. Creo que el disco doble más rico de cuantos se hayan editado nunca es el “Blonde on blonde». Era el año 1966 y Dylan fue el primero en atreverse a hacerlo. Aún escuchado ahora, está claro que le sobraban motivos.
Un grupo o cantante a quien rescatarías del olvido.
A Julio Andreu, batería y principal compositor del grupo Los Huracanes. Murió hace un par de meses ante la más absoluta indiferencia, la mía incluida. Al hecho de ser el compositor de varios de los mejores temas de garaje-beat que jamás se hayan hecho en Europa, añadía virtudes insuperables en el manejo de la batería. Sus breaks de inicio en temas como ‘El calcetín’ o ‘Esta tarde a las 7’ crearon escuela. Su memoria merecía más.
¿Cuál fue el primer concierto al que asististe?
De peso internacional, Traffic, Badalona primeros años 70. Recuerdo el ‘Feelin’ alright’ y esa vana sensación adolescente de creer que los miles de asistentes éramos almas gemelas.
¿Y el mejor concierto que has visto?
He visto unos cuantos, una tarde de finales de los 70 vi actuar al mejor Moris en un pequeño club madrileño, sólo con su guitarra, y el shock fue brutal. Se dio la circunstancia de que en el minúsculo recinto únicamente estábamos Isabel, mi hermana Carmen y el dibujante Ceesepe. Cuatro espectadores, el argentino y un simpático camarero que no entendía nada, nadie más, ya pueden imaginarse a cuánto tocamos en el reparto. Tampoco estuvo nada mal el de Brian Wilson en Collado Villalba, Madrid (año 2005). Parecía todo tan irreal, el genio californiano cantando ‘Wouldn’t it be nice’ en un pueblo de la sierra madrileña, que tuve que pasar a saludarlo personalmente para dar crédito a mis ojos. Gracias a Luis Lapuente pude ver a menos de un metro sus ojillos de niño. Por último, no quisiera presumir demasiado, pero una tarde de otoño del año 2000, a mi amigo César y a un servidor, Gloria Van Aerssen nos cantó a medio metro ‘Yo le imagino’.
Elige y razona tu elección:
Serrat/Aute.
Serrat. Serrat frente a Aute y frente a cualquier otro de su generación. ¿Quién podría pensar que el último gran compositor de copla sería catalán? Como las mejores cosas, macerándola sin prisas, sin sobresaltos (quizás también sin pretenderlo), creo que Serrat ha logrado la mezcla musical más homogénea para definir a este país. A pesar de todos los pesares, de muchos de sus últimos discos, de su conservadurismo musical, Serrat.
Sabina/Calamaro.
Aunque las mejores canciones de ambos aparecen en discos irregulares, canciones escritas a golpes, a bocanadas, jugando con el exceso en trabajos que pedían a gritos menos autocomplacencia y más rigor, sus mejores discos los han hecho cuando en contados momentos han sabido rodearse de algún productor de fuste. Por cierto, la producción de los discos de Sabina durante los 80 es de juzgado de guardia, no se entiende cómo éstos han podido sobrellevar holgadamente semejante tara, mérito del jienense, supongo. Dos divos de genialidad discontinua. Como mi relación con ellos.
Nacha Pop/Los Planetas.
Nacha Pop, aunque creo que por momentos a Antonio Vega le sobraba su grupo, un corsé excesivo para alguien tan quebradizo y delicado. En realidad, a Vega parecía sobrarle todo. Mi relación más duradera y placentera con Antonio se basó en algunas de sus canciones en solitario, su versión del serratiano “Romance de Curro el Palmo” me resulta profundamente conmovedora. Un hito.
Nacho Vegas/Quique González.
Innecesariamente impúdico para un servidor, siempre he tenido, además, algún problema con la voz de Nacho Vegas, supongo que eso que me pierdo. Su contrincante anda con menos aspavientos y tiene una indiscutible habilidad melódica, pero como el caso anterior, lo más importante para un cantante que se sube a un escenario es eso tan obvio que decían los clásicos: tener voz. Y creo que no es el caso.
La Mala/La Bien Querida.
De enchufarme sin protección a su red eléctrica, creo que podría soportar el voltaje de las dos juntas. Hoy por hoy, necesito más watios.
Jacques Brel/Serge Gainsbourg.
Brel y Gainsbourg, dos cantantes y dos voces. Y mil cosas más. A eso me refería cuando hablaba de lo que es una voz, comprendan que con estos hábitos estoy muy mal acostumbrado. Bien, siempre me sentí más próximo al monstruo Gainsbourg y creo que esta opinión tardará mucho en modificarse, pero un buen día descubrí un asombroso vídeo de Brel en directo y las distancias parecieron acortarse.
Frank Sinatra/Elvis Presley.
Veo que continuamos con el juego de ¿papá o mamá?, de modo que por mi parte no me resigno a perder a ninguno de mis amados progenitores. Y ni siquiera estos son perfectos: pocos grandes han cantando tan horrible sobre clásicos del rock como Sinatra (por ejemplo, su lamentable ‘Mrs. Robinson’), o del swing como Elvis abusando impunemente sobre ‘Rags to Riches’.
Marvin Gaye/Bruce Springsteen.
Marvin Gaye. Nunca dejó de interesarme. La última y aparatosa deriva de Springsteen me resulta profundamente desagradable.
Tom Waits/Lou Reed.
Creo que no debo de estar muy seguro, dudo pues, pero me decanto por Lou Reed, aunque habría que revisar las cuentas a ver si aún le queda algo de crédito. Desde luego da la sensación de que el neoyorquino se ha propuesto seriamente que le demos definitivamente la espalda.
Michael Jackson/Prince.
Aunque los dos han competido en actitudes autodestructivas, pienso que la carrera de Jackson ofrece muchos más puntos de interés que la de Prince. Claro que también me pregunto cuánto tiempo habrá de pasar antes de que pinche en casa al bueno de Michael.
The Rolling Stones/The Velvet Underground.
The Velvet Underground, el descubrimiento de su primer disco, allá por 1972, me dejó hecho trizas. Creo que ningún otro disco me ha obligado a hacerme tantas preguntas.
Bob Dylan/John Lennon.
Los dos personajes básicos de la década prodigiosa. Sin duda. Ahora bien, si ninguno de los dos hubiese podido evolucionar como lo hicieron sin el ejemplo del otro, no le obliguen a este humilde cronista a tener que posicionarlos.
Neil Young/Elvis Costello.
Al diseñador del test debo de decirle que, francamente, Elvis Costello no me parece un contrincante adecuado para Neil Young. El canadiense ha jugado toda su vida en una división superior.
Youssou N’Dour/Fela Kuti.
Fela, sin duda. Sus discos de los 70 suenan hoy tan generosos como exuberantes.
¿Por qué decidiste dedicarte a la crítica musical?
Nunca me consideré un crítico como tal, de hecho no lo soy. Charlie Brown, aquel personaje de “Peanuts”, el gran comic de Schultz, venía a decir que todos los que aman la música y no saben crearla, lo mejor que pueden hacer es hablar de ella. Pues eso.
¿Quién fue tu maestro periodístico?
Diego A. Manrique. Todavía recuerdo admirables crónicas suyas en el semanario «Triunfo» de los primeros 70. Ahora mismo me viene una a la cabeza sobre aquella corriente imperante en la escena rock del año 73, en aquel año todo el mundo sacaba discos con versiones de sus clásicos favoritos: The Band, Bowie, Bryan Ferry… Si no se han vivido los años 70 no se puede valorar exactamente cómo alumbró y logró cambiar la prensa musical de este país. Tristemente creo que deben haberlo defenestrado por esa misma razón, porque ya no resulta interesante que nadie alumbre más de lo estrictamente necesario. En otra disciplina, el gran José Luis Guarner, en sus fascinantes crónicas cinematográficas para «Film Ideal», «Fotogramas» y «La «Vanguardia» llegó a parecerme una mezcla de ángel sensible y dandi elegante absolutamente irrepetible.
Un equipo de fútbol.
Me gusta el fútbol, el buen fútbol, de cualquier equipo, por eso detesto el enunciado de la pregunta. No soy del Barça en sentido estricto, pero desde hace tiempo me gusta el fútbol que practica y todo lo que esa forma de jugar significa.
Un político.
Don Rosario Scimoni, el personaje interpretado por Alberto Sordi en el film de Luigi Zampa “El arte de apañarse”. Divertido y revelador.
Una ciudad para vivir.
Viajar, a cualquiera de ellas. Para vivir, Valencia no está nada mal.
El disco que detestas y que despierta alabanzas entre tus compañeros.
Lo habitual son los temibles «hypes» de temporada, aunque no sea muy duro tolerarlos, basta esperar a la caída de la hoja. Supongo que estamos hablando de discos históricos sobrevalorados. Por citar algunos nombres que me vienen rápido a la memoria, siempre creí que álbumes como “Evolution” (The Hollies), “London Calling” (Clash), “Sign of the times” (Prince) o “Nebraska” (Bruce Springsteen), pongo por caso, deberían descender algunos peldaños.
¿Vinilo, CD o mp3?
Tras más de seis décadas dando vueltas sin parar, si lo desean pueden contar las bajas que el vinilo va dejando progresivamente a su paso: el casete, el dat, el minidisc, el CD, el mp3… Nos acercamos inexorablemente a la virtualidad de la música, y el único soporte que nos quedará para tocar será el vinilo.
La película que nunca te cansas de volver a ver.
«El guateque”. Lo confieso, soy adicto al film de Blake Edwards. Ni siquiera me hace falta ya mirar la pantalla.
El libro que nunca te cansas de releer.
No suelo releer mucho. Este verano volví a tropezar con “Revolution in the head”, la fascinante disección que Ian McDonald hizo del legado Beatle en 1994 y me tiré dos noches en vela releyendo y volviendo a releer hojas y más hojas. Adictivo, mucho más que cuando lo leí por primera vez. Creo que volveré de nuevo a él.
Una serie de televisión.
Ahora mismo, “Mad men”. Si pueden, no se la pierdan.
Si estuviera en tus manos elegir la música que suena en los supermercados, ¿qué discos seleccionarías?
Desecharía cortésmente esa opción. He ido muy poco a los supermercados y creo que la gente no se fija demasiado en esos detalles, me da que sólo quieren reconocer la música que previamente escuchan en casa. Se está perdiendo la curiosidad. Pero ya que el test obliga y estamos llegando al final, si tuviese que acercarme a uno de esos centros por Navidades no me importaría que sonasen los “Christmas” de Phil Spector.
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