“Yo nunca me quedo realmente satisfecho, siempre estoy viendo fallos, cosas que me habría gustado probar”
Thomas Canet es uno de los mejores retratistas del panorama musical español, aunque no se limita a este campo de la fotografía. Hoy nos habla de sus trabajos con M Clan, Loquillo, Noel Gallagher o Leonor Watling, entre otros.
Texto: ARANCHA MORENO.
Foto de portada: LUIS MANCHO. Resto de imágenes: THOMAS CANET.
Nombre, ciudad y fecha de nacimiento.
Thomas Canet, Berlín, 13 marzo de 1975.
¿Cuándo, cómo y por qué empezaste en la fotografía musical?
Empecé en el año 2006, y se puede decir que fue un azar buscado. Llevaba desde el año 2005 haciendo una serie personal de retratos a artistas, y los retratos empezaron a gustar, y uno de ellos acabó en el correo de David Bonilla de Warner. Él me llamó directamente y me ofreció una oportunidad. Y a partir de ese momento comencé a trabajar.
Dentro de este sector, ¿qué tipo de foto te gusta más hacer, y por qué?
Lo que más me interesa es el retrato, fotografías de promo o portadas. El encuentro con el otro es lo más importante para mí.
¿Recuerdas cuál fue el primer encargo del que fotógrafo y músico quedasteis realmente satisfecho?
¡Tendría que contestarte que el primero! Fue el primer disco de Rebeca Jiménez, lo recuerdo con muchísimo cariño, hicimos las fotos en su casa al piano y posteriormente una sesión en estudio en el salón de mi casa. Aunque yo nunca me quedo realmente satisfecho, siempre estoy viendo fallos, cosas que me habría gustado probar.
“La clave está en la confianza mutua: saber que los dos estamos trabajando en la misma dirección, para conseguir la mejor fotografía posible”
Desde entonces, ¿a qué músicos has fotografiado con más frecuencia?
He fotografiado con más frecuencia a Loquillo y a Jorge Drexler, casi desde el año 2006.
¿Cuál es la foto más emocionante que has hecho, y por qué?
¡Hay muchas! Tengo mil anécdotas imborrables: cuando conocí y fotografié a Ana Curra por primera vez, los cinco minutos con Antonio Vega, una charla memorable con Enrique Sierra en su estudio, la foto de Loquillo y Cayo, el día que pasé en casa de Sinead O’Connor…
“Me gustan los retratos fuertes y directos, puede que ese sea mi sello”
¿Una buena foto se percibe en el instante de tomarla, o generalmente se descubre cuando vuelcas el material y revisas lo que has hecho?
Creo que se percibe en el instante de tomarla, de eso no hay duda.
¿Qué factor consideras más importante en una fotografía musical?
Una foto musical tiene que tener “rollo”, “groove”, o como quieras llamarlo. Es cuando deja de parecer una ficción y se convierte en un icono.
¿Cómo sueles preparar el escenario para las sesiones? Me gustaría saber qué detalles tienes en cuenta, cómo las planteas y cuánto tiempo suelen llevarte.
El escenario se suele consensuar entre todos, y a mí me gusta ir antes a verlo para imaginarme un poco por donde arrancar la sesión. Para sesiones complicadas en las que hay que hacer muchas cosas me gusta dibujar una especie de storyboard o chuleta, en el que pinto muy groseramente las composiciones que tengo en la cabeza y donde las quiero hacer. También preparo ideas de iluminación. El objetivo es tener que pensar lo menos posible el día D, y que todo pueda fluir para concentrarme en lo realmente importante que es el fotografiado.
“Me encanta salir de mi zona de confort, obligarme a ver las cosas desde otro ángulo, no aburrirme. Creo que es fundamental para mantenerte fresco”
Por tu experiencia, ¿cómo se comportan los músicos delante de la cámara?
Hay muchos perfiles de músicos. Por ejemplo, trabajar con Miguel Bosé es algo de otro mundo, nadie posa como él, y prácticamente solo tienes que ser capaz de seguirle el ritmo. Otros músicos se sienten más incómodos ante la cámara, y lo primordial en ese caso es hacer que se sientan cómodos.
¿Cómo consigues retratar su esencia en un momento tan poco “natural” como un posado?
La clave está en la confianza mutua: saber que los dos estamos trabajando en la misma dirección, para conseguir la mejor fotografía posible.
¿Te interesa también la fotografía de directo?
Me interesa menos, la verdad. Hace años me frustraba mucho tener siempre algún pie de micro estorbando delante de la cara, cuando yo lo que quería era un retrato, un encuentro con esa persona. También tuve una mala experiencia en un concierto que me marcó: yo había solicitado un retrato y el manager acordó que se haría después del bolo. También me propuso hacer fotos durante el concierto. Cuando terminó y fui a camerinos, el manager me dijo que el artista estaba cansado y que no iba a posar, pero que no me quejara porque le había hecho fotos de directo.
Hace unos días comentábamos que Juan Pérez Fajardo es uno de los fotógrafos más prestigiosos de la fotografía musical y del directo. Tú eres uno de los grandes nombres en el apartado del retrato. ¿Cuál crees que es tu sello?
Juan es un gran fotógrafo al que admiro mucho, tiene tanto la vertiente del retrato como la del directo, y sus grandes fotos tienen esa fuerza icónica de la que te hablaba antes. En mi caso, me gustan los retratos fuertes y directos, puede que ese sea mi sello.
¿Qué tres sesiones de fotos recuerdas de forma especial, y por qué?
Recuerdo con mucho cariño el primer portfolio que hice para Rolling Stone, en el que fotografié a Loquillo, Manolo García, Ariel Rot, Jaime Urrutia y Ramoncín en escenarios de conciertos. Quedaron unas fotos muy potentes.
Yo recuerdo una que me fascinó: el retrato que le hiciste a Leonor Waitling. No sé si también está entre tus favoritos, y qué hay detrás de esa imagen…
Ese retrato tiene algo, es verdad. Hicimos esa foto durante los ensayos de la grabación del disco “En Joy” de Jaime Urrutia, en la sala Joy Eslava. Leonor había venido acompañando a Drexler, que colaboraba en el disco. Como al resto de músicos, le pedí un retrato, pero se negó. Yo acababa de fotografiar a Enrique Bunbury un par de semanas antes en Zaragoza, y él había quedado contento del retrato que hicimos, así que cuando los vi hablando juntos me lancé, y le pedí a Enrique que me hiciera buena prensa (¡con ella delante, jajaja!) y así lo conseguí. También tiene historia la mano con la que sujeta su cara. Mi idea era hacer una foto limpia, sin mano, pero como tenía una pequeña herida en la cara y no se fiaba que la fuera a retocar, me dijo que la foto tenía que ser con mano o no había foto.
Eres el autor de portadas de discos de Revólver, Loquillo, Rebeca Jiménez, Niño Josele, Maez… ¿Nos puedes contar la historia que hay detrás de “Para no ver el final”, de M Clan?
Carlos y Ricardo tenían una idea clarísima de la escena que querían, y creo recordar que Carlos tenía incluso la localización. Fue una sesión muy sencilla, a los cinco minutos teníamos la portada y luego seguimos la sesión paseando por el centro y terminamos en casa de Carlos escuchando vinilos. Salieron fotos buenas de ese momento.
Has trabajado mucho con Loquillo. Son tuyas las portadas de sus discos “Loquillo en Madrid”, “Loquillo canta a Luis Alberto de Cuenca”, además del reciente “Viento del este”. ¿Cómo ha sido trabajar con él, y qué idea querías transmitir en esos álbumes?
Trabajar con el Loco es muy fácil, ¡es otro artista al que hay que saber seguirle el ritmo! La portada del disco de Luis Alberto de Cuenca se pensó como una imagen de estudio del Loco con Susana, su mujer. Hicimos algo muy clásico, pero con un punto moderno de color. La portada del directo “En Madrid” la hicimos a toda velocidad, diez minutos antes de que abrieran la sala. Pensamos que no estaría de más tener la clásica foto con las butacas, y finalmente resultó elegida como portada.
“Fue una sesión muy sencilla, a los cinco minutos teníamos la portada. Luego seguimos paseando por el centro y terminamos en casa de Carlos escuchando vinilos”
Entre los músicos internacionales has retratado a Noel Gallagher y Patti Smith. ¿Cómo fue la experiencia?
La experiencia con Noel Gallagher fue exquisita. Ahí comprendí lo que es estar ante una estrella, y también vi el compromiso que tenía con su trabajo. Me dieron veinte minutos, y durante veinte minutos Noel Gallagher estuvo a mi disposición para probar todas las ideas que le iba diciendo, sin rechistar. Recuerdo que en un momento bajé la cámara para hablar con él. Se me quedó mirando todo serio y me contestó: “Tío, tu verás lo que quieres hacer con tus veinte minutos…” La foto de Patti Smith fue más complicada y la experiencia más amarga. Tras una bronca monumental, las aguas volvieron a su cauce y pude hacer esta sola imagen con luz natural.
Entre tu nómina de músicos hay mucho rock español: al margen de los citados M Clan, Loquillo, etc, están también Ariel Rot, Quique González, Diego Vasallo, Mikel Erentxun, Iván Ferreiro… ¿A quién te ha costado más retratar, y por qué?
No sabría decirte, lo que sí te digo sin dudar es que con la mayoría me gustaría haber tenido más tiempo para trabajar con ellos.
¿En qué otros campos te mueves, y qué te gusta de ellos?
Me dedico al retrato editorial en todas sus facetas. He tenido la inmensa suerte de poder conocer y tratar, aunque sea poco, a muchísimas personas relevantes, y de todos ellos trato de aprender algo.
Trabajas mucho en el terreno musical, no sé si más que en otros. ¿Qué aprendes cuando cambias a otro sector, y te enfrentas a cosas que se salen un poco de tu zona de confort?
Realmente tengo una actividad muy diversificada en el retrato, y ahora apenas hago dos o tres discos al año, como mucho. A mi me encanta salir de mi zona de confort, obligarme a ver las cosas desde otro ángulo, no aburrirme. Creo que es fundamental para mantenerte fresco.
“Mi idea era hacer una foto limpia, sin mano, pero como tenía una pequeña herida en la cara y no se fiaba que la fuera a retocar, me dijo que la foto tenía que ser con mano o no había foto”
¿En qué andas trabajando ahora?
Ahora mismo sigo trabajando como fotógrafo editorial, y lo compagino con otra fotografía más personal. De hecho, este año he montado con otros dos socios DeMente Ediciones, y he publicado mi primer libro, “Criptogramas”.
Dentro de la fotografía, ¿qué sueños has cumplido, y cuáles te quedan por cumplir?
He cumplido el mayor sueño de todos, que es poder vivir de ello y seguir disfrutando con lo que hago. Poco a poco quiero ir dándole también espacio a mis trabajos personales, y que se vayan conociendo otras facetas de mi trabajo.
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