“Forever Blue” (1995), de Chris Isaak

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

 


“Aquella ruptura le sumió en la angustia, como una explosión que le pilló de lleno y tras la cual se dispuso a evaluar el estado de sus heridas. Lo hizo en forma de canciones, trece, que tratan de la pérdida del amor sin andarse por las ramas”

 

Una ruptura muy dolorosa acabó dando forma a las trece canciones de “Forever Blue”, el quinto disco de Chris Isaak. Trece canciones donde evalúa, según Fernando Ballesteros, “el estado de sus heridas”.

 

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Chris Isaak
“Forever Blue”
REPRISE RECORDS, 1995

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

No hay quinto malo, pero en el caso de Chris Isaak fue, quizá, su mejor trabajo. Vio la luz un año y medio después de que su mundo, al menos amoroso, se viniera abajo para siempre. O eso creía él por aquel entonces.

“Forever Blue” apareció en el mercado en mayo de 1995, pero empezó a gestarse a finales de octubre de 1993, muy a pesar de Chris. Porque ocurrió en el momento en el que Sonya Chang, hasta ese momento su pareja y manager, decidió que su relación había terminado.

Si es verdad aquello tan manido de que se crea mejor con el dolor agarrándote bien, Isaak tenía todas las papeletas para alumbrar una obra maestra. Aquella ruptura le sumió en la angustia. Cuenta que fue como una explosión que le pilló de lleno y tras la cual se dispuso a evaluar el estado de sus heridas. Lo hizo en forma de canciones, trece, que tratan de la pérdida del amor sin andarse por las ramas. Vamos, lo que se conoce como un álbum de ruptura.

No lo hizo de forma premeditada, al parecer ocurrió de un modo casi automático y del tirón. Escribió los temas del disco con la decepción y el dolor en todo lo alto y creyéndose la persona más desgraciada en el planeta.

Y como la cosa va de canciones, vamos con ellas. El disco se abría con ‘Baby did a bad bad thing’, aires blues para empezar en un corte que fue publicado como single pero que vivió el éxito años más tarde cuando fue incluida en ‘Eyes wide shut’ la cinta final de Kubrick, en un nuevo fruto de la relación de Chris y el cine.

 

 

‘Graduation Day’ brilla con aromas country y una letra que mira atrás para rescatar sueños que no se cumplieron, mientras que ‘Go walking down there’ es un claro paso adelante en el proceso de duelo, de manera que comienza con la soledad del que pasea tras haber perdido a su chica y termina haciendo acopio de rabia y mostrando la potencia de su voz.

Pero esa rabia se marcha tan rápido como había aparecido para dejar paso a la tristeza sin paliativos de ‘Don’t leave on my own’ y ‘Things go wrong’ en las que reina la garganta de Isaak, poseedor de una de esas voces capaz de transmitir mil emociones y con una personalidad a prueba de comparaciones. Hay que saber ganar y perder, nos lo enseñan desde pequeños; lo de saber sufrir es otra cosa. Hacerlo con la clase y la elegancia de este hombre parece una tarea imposible.

En ese sufrimiento, ‘Forever Blue’ el tema titular es el punto de inflexión. Ya no puede caer más y es plenamente consciente de que ella se ha marchado para siempre. Es momento de asumirlo y seguir adelante no sin antes volver a revolcarse en la pena.

Ya solo queda levantarse, así que lo hace con ‘There she goes’, casi alegre si la comparamos con la anterior, y ‘Going nowhere’ que acelera el pulso del disco y muestra a un Isaak que vuelve a hacer gala de una interpretación pletórica.

 

 

En ‘Change your mind’ se amplía el catálogo: no solo da lo mejor del crooner rockero que enamora con su voz, sino que se permite terminar recitando y emocionando y ‘Shadows in a mirror’ y la optimista ‘I believe’ en la que comienza a concebir la posibilidad de ser feliz sin el amor perdido, son la antesala del colofón dorado de un disco espectacular.

‘The end of evertyting’ (hay títulos que lo dicen todo) nos lleva al final del viaje triste y hermoso de este “Forever Blue” al que el autor, años más tarde, intentaba quitar hierro asegurando que no había querido llevar a nadie a su estato de tristeza cuando lo concibió porque al fin y al cabo hay cosas mucho más importantes en el mundo que Chris Isaak y sus problemas. Lo que dudo es que haya muchos discos tan buenos como este.

 

 

Anterior entrega de Operación rescate: “Jacksonville City Nights” (2005), de Ryan Adams.

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