FONDO DE CATÁLOGO
«Supuso un cierto cambio de orientación en su sonido, más denso y sofisticado, pero sin perder su carácter de banda de garaje»
Manel Celeiro reivindica Forever, el quinto trabajo de los inconformistas Cracker. Uno de los discos mejor valorados de esta banda estadounidense, considerada de culto entre sus fieles.
Cracker
Forever
VIRGIN, 2002
Texto: MANEL CELEIRO.
Cracker son una banda realmente especial. De haber tenido talento como músico, hubiera dado cualquier cosa por militar en sus filas. Sus discos transmiten, no temen romper barreras ni cruzar fronteras, da igual rock, que country, folk, punk o pop, todo lo harán como si nada y sin despeinarse. Cuentan con uno de los mejores guitarristas que un servidor ha visto en directo, de aquellos sabios que dominan el menos es más: el gran Johnny Hickman. Y con un compositor de tanto talento como David Lowery. Una dupla nacida para trabajar codo con codo, que engrandece la profesión de músico y que, sí, ya sé que es un tópico, debería reinar por todo lo alto en un mundo mejor. Pero a sus fans nos da igual: ellos están siempre ahí para acompañarnos con sus canciones y con su espíritu inconformista, rebelde y arriesgado. Como un pequeño tesoro al alcance de unos pocos. Una banda de rock grande como una catedral.
“Lonesome Johnny Blues” fue el primer tema suyo que escuché. Me gustó, tenía algo que lo diferenciaba del montón de grupos que en ese momento se lanzaban de cabeza a la carretera del rock de raíces. Luego, al hacerme con el disco en que aparecía, Kerosene hat (Virgin, 1993), lo vi claro. Tenían un montón de recursos, tantos que hasta asustaban, para tocar palos diversos y hacerlo bien. Además una de las canciones contenidas en esa grabación, la conocida “Low”, estaba pegando fuerte en las emisoras universitarias y parecía llevarlos hacia arriba. Todo quedó en un modesto éxito, igual que con el siguiente sencillo extraído del mismo, “Euro-Trash girl”, algo que en el fondo carece de importancia, fue suficiente para que se establecieran y para que nos enamoráramos de ellos. Los contemplan una ristra de buenos discos, entre ellos The golden age (1996), Gentleman’s blues (1998), Sunrise in the land of milk and honey (2009) o Berkeley to Bakersfield (2014), y unos conciertos en vivo en que rara vez te dejarán indiferente.
Forever, grabado en los estudios Sound of Music de Richmond (Virginia) y producido por el propio Lowery, salió a la venta a principios del año 2002 y presentó un cierto cambio de orientación en su sonido, más denso y sofisticado, pero sin perder su carácter y condición primaria de banda de garaje. Y aunque causó cierta controversia entre algunos críticos (que hasta ese momento los tenían en un pedestal), y una parte de sus seguidores no pareció aceptar de buen grado esa producción, con secciones de cuerdas y algunos arreglos electrónicos, con el tiempo se ha convertido en uno de sus álbumes mejor valorados.
Las canciones
La misteriosa introducción de “Brides of neptune” nos da la bienvenida, un tema hermoso y ensoñador de lánguida melodía que, ciertamente, anuncia que la banda está en una etapa de madurez compositiva evidente. Una grabación muy variada que se balancea entre medios tiempos seductores, como “Shine”, “Don’t bring us down” o “Shameless”; guitarreo de cariz alternativo, como “Guarded by monkeys” o “Superfan”, y esas composiciones que, bebiendo de las fuentes clásicas de la tradición musical norteamericana, suenan frescas y saltarinas: “Ain’t that strange”, “Miss santa cruz county”, la hermosa “Sweet magdalena of my misfortune” o “Merry Christmas Emily”.
La joya de la corona es “One fine day”, casi siete minutos de puro éxtasis musical, rock preciosista y precioso de una elegancia sublime, que va creciendo muy lentamente hasta culminar en un solo de guitarra maravilloso en el que Hickman se luce por todo lo alto. Un tipo que es todo clase, finura, toque y pasión, que en esos minutos da una soberbia lección de lo que se tiene que hacer para ser un guitarrista de primera. La canción sigue siendo uno de los temas básicos de su repertorio y uno de los momentos álgidos de sus conciertos.
Tipos de fiar, Lowery y Hickman, no solo por la excelente trayectoria que protagonizan juntos, si no que por separado han firmado obras mayúsculas. Sin ir más lejos, Lowery acaba de publicar estos días su último disco, Leaving key member clause, grabado durante estos tiempos de pandemia. Si no conoces a Cracker es un error que deberías subsanar urgentemente y si los conoces no sé qué haces leyendo este texto: ve corriendo a ponerlos a buen volumen en el equipo.
–
Anterior entrega de Fondo de catálogo: Cabrón (1999), de La Cabra Mecánica.