LIBROS
«Una poesía empática, aparentemente ligera; con un estilo fluctuante —a veces científico, otras lingüístico y, en muchos momentos, familiar— que parece abarcarlo todo»
Anne Carson
Flota
CIELO ELÉCTRICO, 2020
Texto: CÉSAR PRIETO.
Poetisa canadiense de lengua inglesa, Anne Carson siempre ha hecho gala de su pasión por la filología clásica. Sus estudios y su labor docente en diversas universidades norteamericanas son afines a este campo, sus conferencias —evidentemente— también; pero es en su poesía donde la lectura de los mitos griegos tiene un particular aire de actualidad. No se trata de trasladarlos a nuestros días, sino de observar cómo nuestros días son aún griegos, incluso en Norteamérica. No, no se asuste el lector por el tema de la reseña, Anne Carson aborda antiguas divinidades mediterráneas de una manera muy especial. No en vano tiene también una formación densa en disciplinas como la literatura comparada, la antropología y la publicidad. Así que su focalización es muy diferente a la de los eruditos.
En principio, los textos nos llegan en una bonita y original presentación: una caja transparente en la que parecen flotar decenas de cuadernillos. Se potencia así un aspecto unitario y a la vez desgajado, como una colección de fanzines, como con cercanía y amor por lo que escribe. El primero de los cuadernillos —de un blanco impoluto— es la versión en inglés de lo que será trasladado a los cuadernillos.
Y lo que hay es un estilo admisible, agradable sin dejar de ser académico. Poemas que presentan a un Zeus cínico e indisciplinado, a desolaciones sobre la muerte de trote narrativo, a matrimonios que navegan —flotan— sin hundirse ni despegar. Una poesía que es empática, aparentemente ligera; con un estilo fluctuante —a veces científico, otras lingüístico y, en muchos momentos, familiar— que parece abarcarlo todo.
Las prosas llevan del centro de Nueva York a Islandia, pueden pasar en un segundo de Lou Reed a la sibila Casandra, de Homero a Juana de Arco y al color púrpura —la palabra, no la película—. En este último caso, lo hacen para hablar del vacío en las palabras, de lo inefable. O puede pasar sin barreras de un episodio de La Ilíada a la nouvelle vague francesa. Los héroes clásicos bajan a pasear al callejón del angst moderno.
Pero lo que es realmente un crisol de conocimiento y experiencia —reflexiona a veces sobre episodios de su propia vida— es el apartado de las conferencias. Este cronista no ha asistido a ninguna, pero a poca chispa que ponga tienen que ser hilarantes. Su tío Harry —mientras habla aparece un coro griego detrás de ella— merece ser todo un personaje de David Lynch. Por muchas razones es necesario este libro, pero la última es que se abre con ella la labor de una nueva editorial, Cielo Eléctrico. Que exista, ya es importante; pero que nos anuncie las jugosas referencias que prepara, ya es eso: rozar el cielo.
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Anterior crítica de libros: La Movida madrileña y otras movidas, de Jesús Ordovás.