“Si al rock and roll le queda algo de esencia y de auténtico ‘way of life’, lo encarna por excelencia el grupo de Peter Zaremba y Keith Streng”
Los legendarios Fleshtones se encuentran de gira por España presentando “The band drinks for free”. En su cita granadina estuvo Eduardo Tébar.
Fleshtones
Planta Baja, Granada
12 de febrero de 2018
Texto: EDUARDO TÉBAR. Fotos: MARÍA MEDINA.
Dejemos a un lado la vejez taumatúrgica de los Rolling Stones. Los Fleshtones son los abuelos del rock mejor conservados del planeta. Y posiblemente sigue siendo una de las bandas más divertidas que se puede ver sobre un escenario. Visten las camisas más chulas y agitan el flequillo como hace cuarenta años. Lo suyo no consiste en mantener la empresa con dignidad. Si al rock and roll le queda algo de esencia y de auténtico “way of life’”, lo encarna por excelencia el grupo de Peter Zaremba y Keith Streng. Los neoyorquinos siempre se han movido en los márgenes de la serie B. Y aunque nunca aparecen en las listas anuales, no paran de sacar discos que pican el sobresaliente y de girar con jugoso material nuevo bajo el brazo.
Anoche llenaron la sala Planta Baja de Granada, en su cuarta visita durante la última década. Tiene mérito: era lunes, la ciudad cura la resaca y algunos se reservaron para ver hoy a Nada Surf. Todo cobra sentido cuando el conde psicodélico Zaremba irrumpe con la capa negra, dispuesto a agitar al público con apetito hematófago, y empieza del despiporre. Olvidamos por un rato el carácter estoico, la supervivencia milagrosa de la marca Fleshtones –absolutos desconocidos para la juventud de hoy– y el bufo acatamiento del oficio de sus sexagenarios líderes. Porque ellos fueron pioneros de esto y aquí siguen, esquivando la decadencia. Y así resisten giras animales, con la credibilidad impresa de tocar garaje, pub-rock y fuzz en vena habiendo estado allí un ratito antes de que todo fuera punk.
“Coreografías dinámicas, bajadas de la tarima, corros de la patata surtidos. Puro Fleshtones”
Seminales de Queens, historia del CBGB y libres de sospecha revivalista, abruma su capacidad para continuar sacando brillo a un lenguaje tan agotado. O cómo beber del pasado y conservar la identidad. Su último trabajo, “The band drinks for free” es el vivo ejemplo. El brío punzante de ‘Suburban roulete’. El gamberrismo soulero de Streng cuando canta ‘Love my lover’. La rabiosa revuelta adolescente de ‘The gasser’. O la coña sobre la capa del teclista de Yes en ‘Rick Wakeman’s cape’. También reivindicaron sus orígenes, entre Blondie, Patti Smith, Dictators y The Cramps. “The Clash y los Pistols ni siquiera existían. ¡Recordamos a los Ramones!”, gritaron. Y no fue el único tributo. El bajista, Ken Fox, se marcó una versión fiera de ‘Tearing me apart’, aquella reliquia de los canadienses Teenage Head. A su vez, Zaremba preguntó “¿Quién tiene más talento?” antes de recrear el viejo ‘Gotta get away’ de los Rolling Stones. Y esas colaban unos coros “early-sixties”. ¿Un sucedáneo del “Have love will travel”? ¿La de los Sonics, la de Richard Berry o la de The Gallahads?
Animados por Jorge Explosion, adaptaron al castellano yanqui una pieza de coleccionismo como el ‘I see the light’ (‘Veo la luz’) de The Music Explosion. Ni siquiera necesitaron echar mano de sus clásicos pretéritos. Pero emplearon los mismos trucos, tan previsibles como infalibles: coreografías dinámicas, bajadas de la tarima, corros de la patata surtidos. Puro Fleshtones, con su entusiasta disposición para la algarabía. Hoy están en Fuengirola. Mañana, en Orihuela. Pasado, en Barcelona. El viernes actúan en Madrid. Y después Valencia. Sin descanso. Son de otra pasta.