Fernando Madina, líder de Reincidentes, ha explicado en una rueda de prensa cómo fue su detención en Miami. Cuando iba a embarcar con destino a Quito, un policía le impide hacerlo, “los demás sí pero yo no puedo entrar porque huelo a alcohol”. “Me da el calentón y le digo que está loco, que es una persona ruin y que es una injusticia. Con el momento de cabreo tiro al suelo mi bolsa de mano y hago el gesto de que está loco. En seguida noto que me esposan y me empujan sin mi equipaje. Llego a un centro de detención del aeropuerto y me creo que me van a soltar. Me dan mi bolsa, saco el móvil para llamar a mi mujer, pero no tenía batería, así que cuando voy a volver a meter el móvil me vuelven a esposar y empujar a un furgón. Me llevan a una cárcel”.
Una vez detenido, fue trasladado a “una sala con unas 90 personas donde se realizan juicios rápidos por videoconferencia. Allí había de todo, un chico pidiendo morfina, una acusado ante el juez, etc. De repente nos expulsaron a golpes de la sala y no hubo juicio”.
Vestido con “el clásico mono naranja que todos hemos visto en nuestros televisores en los presos de Guantánamo”, pasó tres días en la cárcel. “Las horas pasaban despacio, la comida no se podía comer, la celdas eran muy pequeñas, no daban mantas, no daban almohadas, hacía frío. Y el único papel que me habían dado fue el número de preso”.
Y, finalmente, el lunes fue llevado ante un juez, que rápidamente dio por anulado el caso. “La primera persona que me da los buenos días en tres días fue el juez. Le explico mi situación y al instante anula el caso y me felicita por tener 47 años y tener una banda de rock. Anda que si llega a ver a Rosendo…”.
De regreso a la cárcel, “Allí me devuelven mis cosas, que por cierto faltaba la cartera con todas mis tarjetas, incluso la tarjeta de Mercadona”.
“Estados Unidos vive en el miedo, la esquizofrenia. Su autodefensa desde los atentados del 11-S se ha convertido en una paranoia. EEUU además de ser los reyes del miedo son los reyes del capitalismo. Tienen ese concepto de autodefensa que les lleva a una especie de paranoia colectiva y les hace que cuando tú pasas por su país te conviertes en un sospechoso, y si te detienen, eres una escoria. Allí eres culpable hasta que se demuestre lo contrario. El sistema democrático no sirve para nada. No voy a pasar nunca más por allí. No se nos ha perdido nada allí”, concluye Madina.
