FONDO DE CATÁLOGO
«Un disco que supuso mucho más que un recuerdo, una reivindicación o una capa de barniz: supuso una resurrección»
Se cumplen veinte años de uno de los discos cruciales de Loquillo y Trogloditas, Feo, fuerte y formal. Sergio Almendros aprovecha la efeméride para recordar por qué fue un punto de inflexión en la carrera del rockero del Clot.
Loquillo y Trogloditas
Feo, fuerte y formal
KONGA MUSIC (BLANCO Y NEGRO), 2001
Texto: SERGIO ALMENDROS.
Andaba Loquillo en los primeros compases del siglo XXI pretendiendo la resurrección. Después de una temporada en la que sufrió los momentos más duros, o al menos los más desconocidos, de cara al gran público, se resistía a tirar la toalla y, lo que es más loable incluso, huía de seguir viviendo de las rentas. Ya el anterior disco, Cuero español (2000), había supuesto un importante salto de calidad respecto a los precedentes y el primero que dejó en manos de Jaime Stinus, que fue su guitarrista y productor hasta 2015. Poner a Stinus a los mandos y fichar como guitarrista a Igor Paskual representó la jugada maestra que permitiría que el sonido de los Trogloditas recogiera ese aire fresco que pedía a gritos.
Además del punto necesario de juventud y rebeldía, Paskual entró en el grupo por la puerta grande firmando las composiciones de algunas de las canciones de Feo, fuerte y formal. La unión con el pasado más glorioso de los Trogloditas la representaba la vuelta de Jordi Vila a la batería, con lo que el grueso de la banda volvía a estar presente en un álbum, y la luz de la esperanza la simbolizó el tema que daba título al álbum, una canción que rápidamente se convertiría en el primer clásico del grupo en muchos años, y el último.
El álbum se abría potente con “Deportivo 7”, tema de Igor Paskual en el que se recuperaban los sonidos más frescos de los Trogloditas, recordando pasajes de aquel legendario El ritmo de garaje (1983). A continuación, una de las grandes gemas del disco, “Las chicas del Roxy”, un tema que grabó ese mismo 2001 Babylon Chat, el anterior grupo de Igor, y que en Feo, fuerte y formal registran con enorme tino. Tanto, que se convertiría en indispensable en los directos de Loquillo durante muchos años, otorgando los sonidos más glam al álbum. Y para cerrar el tridente ganador, “Feo, fuerte y formal”, tema escrito por el Loco junto al «rebelde» Carlos Segarra, y que desde el primer momento se convirtió en un nuevo himno para meter en la saca, una canción que si bien no consiguió darle demasiada inercia al grupo, que solo editaría un trabajo más, sí sirvió para que el nombre de Loquillo recuperara el brío necesario para embarcarse en su carrera en solitario.
Volviendo al recuerdo de las canciones de Feo, fuerte y formal, es de justicia admitir que no se mantiene el nivel en todo el setlist, porque no estamos hablando de un disco perfecto, pero sí hay unos cuantos temas más dignos de mencionar o descubrir, especialmente las sentidas “Soltando lastre” (de Gabriel Sopeña) y “La edad de oro” (de Jaime Stinus) que aportan el punto más maduro de la colección.
Otra de las que se han mantenido de forma casi fija en las giras veinte años después es “Territorios libres”, un rock potente de Igor Paskual con un punzante riff que en más de una ocasión ha abierto conciertos. Además, “El mánager” representaba la vuelta a los sonidos tabernarios de los Trogloditas y “Mi calle” servía para reivindicar al grupo Lone Star.
Una pena que el disco se cerrara con las dos bazas más olvidables, “Charnego (A la manera de gato)” y una versión del clásico “Barcelona ciudad” que no aportaba demasiado a un disco que supuso mucho más que un recuerdo, una reivindicación o una capa de barniz: supuso una resurrección.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Gentlemen (1993), de Afghan Whigs.