CINE
“Es en las poderosas interpretaciones de los dos actores protagonistas donde recae su enorme fuerza”
“Fences”
Denzel Washington, 2016
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
“Fences” es la adaptación cinematográfica de la obra teatral del mismo nombre, escrita por August Wilson en los años 80, y reutiliza a la pareja protagonista, Denzel Washington y Viola Davis, de la versión que se hizo en Broadway en 2010. En realidad, más que un producto cinematográfico, podría ser la pura grabación de una obra teatral, ya que enfatiza los diálogos y conversaciones, sucede en pocos espacios y se apoya, sobre todo, en su más que talentoso reparto, capaz de compensar esa falta de sentido cinematográfico que tiene el filme. A pesar de no separarse del medio original, es en las poderosas interpretaciones de los dos actores protagonistas donde recae su enorme fuerza.
La película presenta varios años en la vida adulta de Troy Maxson (Washington) recogida en una serie de momentos relevantes e impactantes de la misma. Sin embargo, la historia narrada no está en esos sucesos que ocurren o sobrevienen a la familia, sino en las relaciones que Troy mantiene con su entorno cercano, sobre todo su mujer Rose (Davis) y su hijo Cory (Joven Adepo), siendo las vallas mencionadas en el título una metáfora (recurrente a lo largo de todo el filme) tanto sobre las dificultades de mantener a los familiares y seres queridos cerca como sobre las limitaciones que sin querer imponemos sobre aquellos que nos rodean.
Enlazándose directamente con una muy concreta tradición teatral norteamericana que insiste en el fracaso del “sueño americano” (“Muerte de un viajante” de Arthur Miller o el trabajo de David Mamet en obras como “Glengarry Glenn Ross”), a la que sin embargo añade la cuestión de la discriminación racial, “Fences” es capaz de construir un relato sobre los problemas personales y emocionales que se derivan de la dicotomía irreconciliable que existe entre la noción utópica de la igualdad de oportunidades y la realidad. Los personajes de “Fences” habitan un borroso espacio entre sus sueños y las limitaciones que la sociedad y el entorno les impone, resultando en una frustración que les lleva, más que a salir adelante, a dar vueltas en círculos sin escapatoria posible.
“Fences” parece proponer la necesidad de reconciliarse con la idea de que Troy Maxson, como el resto de protagonistas del filme y nosotros mismos, no es sino el resultado del conjunto de circunstancias y situaciones que le han llevado a ser quién es y estar dónde está, desmitificando con ello la posibilidad, tan cacareada, de hacerse a uno mismo.
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