FONDO DE CATÁLOGO
«Un sonido distintivo y original, que completó el rictus de este disco a medio camino entre la heterodoxia de la jungla y la del asfalto»
Esta semana en Fondo de Catálogo recuperamos Feast, el álbum con el que Siouxsie Sioux y el batería de The Banshees, Budgie, echaron a rodar su proyecto paralelo: The Creatures. Por Sara Morales.
The Creatures
Feast
POLYDOR 1983
Texto: SARA MORALES.
En 1983, entre el quinto y el sexto álbum de estudio de Siouxsie and The Banshees —A kiss in the dreamhouse (1982) y Hyæna (1984)— la carismática líder de la banda encontró el espacio perfecto para echar a rodar definitivamente su proyecto paralelo, The Creatures. Junto a Budgie, el batería de los Banshees, Siouxsie Sioux había puesto en marcha esta nueva criatura dos años antes cuando, mientras daban forma al mítico Juju, se dieron cuenta de que la fórmula voz/batería que surgía entre ellos era tan efectiva y potente que podía dar para mucho más. Así, además de seguir alimentando la obra del grupo seminal, podían dirigir su incontinencia creativa hacia este otro espacio alternativo que enseguida se saldaría con un primer epé, Wild things, y ya en 1983, como decíamos, con su primer largo, Feast.
La gestación de este debut se desarrolló de un modo curioso también, partiendo de que con sendas personalidades al frente, excéntricas y tremendamente transgresoras, nada podía ser convencional, hasta la elección del lugar de grabación tomó un cariz especial. Una mañana juntos, con un mapamundi entre las manos, colocaron sin mirar un alfiler sobre él para que el lugar que saliera al azar fuera el indicado para irse a dar forma al elepé. Ese destino casual no fue otro que Hawái.
Post punk exótico
Que el paradisíaco rincón estadounidense se convirtiera en escenario del nacimiento de Feast marcó su personalidad y su sino para siempre. En primer lugar porque, a nivel conceptual y temático, varias de las canciones del disco terminaron relatando experiencias que Siouxsie y Budgie vivieron durante el viaje y su estancia allí, como es el caso de “Festival of colors” o “A strutting rooster”. En segundo lugar, porque se dejaron empapar del ambiente exótico y del folclore propio del archipiélago, dejando que la idiosincrasia natural del lugar se colara irremediablemente en el sonido del álbum; de ahí esos ecos ambientales del agua del mar, las olas rompiendo en la playa, de las hojas de las palmeras danzando entre el viento… El tema “Morning dawning”, encargado además de abrir el disco, da buena cuenta de ello y deja claras las intenciones que Sioux y Budgie tenían con este trabajo. Además, también se lanzaron a emplear términos de las lenguas polinesas —a las que pertenece el hawaiano—, como es el caso de la canción titulada “Inoa ‘ole”, que significa “sin nombre”.
Todo un encuentro de reminiscencias propias del lugar y exquisitamente lejanas a los patrones de los que venían, que se entrelazaron con un facilidad asombrosa y perfecta a los mismos. Por eso, en la enigmática y oscura “Ice house”, el ritmo de esa percusión tribalista no choca con el trasfondo post punk que llevaba implícito el combo de Londres; por eso, en los efectos de “Dancing on glass”, inspirada en un musical indio, se escucha bailar a Siouxsie y Budgie sobre cristales rotos; por eso también, la portada del disco no podía ser más que el reflejo de la realidad autóctona que experimentaron, con guiños a la estridencia punk de la que venían, pero desde un punto de vista salvaje y oriundo.
Fue, sin embargo, el sencillo “Miss the girl”, para el que se basaron en la provocativa novela Crash de JG Ballard, el que recibió el grueso de los aplausos y logró alcanzar el puesto veintiuno en la lista de singles de Reino Unido aquel año. Una canción compuesta a base de marimba y percusión, con un sonido distintivo y original, que completó el rictus de este disco a medio camino entre la heterodoxia de la jungla y la del asfalto.
Y así es como The Creatures tomó su forma definitiva. Nunca lo suficiente como para prescindir —afortunadamente— del sueño matriz de Siouxsie and The Banshees, pero sí la necesaria como para comenzar a verter en este proyecto las ideas desechadas y los retales creativos que, por otro lado, iban a saber impactar e imantar desde este otro ángulo. Feast lo demostró con creces gracias a su carácter brillante, sensual, distinto… casi erótico, podríamos decir. Un trabajo de pálpito experimental, sin límites en el riesgo y extrañamente mimético con el entorno, mientras la inconfundible voz de Siouxsie toma aire en el sonido de unos tambores que venían de muy lejos dispuestos a helar y a calentar al mismo tiempo.
–
Anterior entrega Fondo de Catálogo: Pafuera telarañas (2004), de Bebe.