Family, de Steven Munar

Autor:

DISCOS

«Luz y oscuridad se alternan en un disco que transita entre la calidez y la nostalgia»

 

Steven Munar
Family
AUTOEDITADO, 2024

 

Texto: MARÍA CANET.

 

El de Steven Munar es uno de esos nombres que podrían citarse al hablar de carreras de fondo en la industria musical: no siempre gozan del reconocimiento merecido, pero aguantan el tirón y son expertos en sortear obstáculos. El músico mallorquín lleva más de treinta años de viaje por esa amplia autopista con proyectos como The Walk, The Tea Servants o Steven Munar & The Miracle Band, con una propuesta donde sólidas composiciones le han llevado de su Palma de Mallorca natal a Barcelona. En un nuevo desvío de su trayecto personal y profesional, este año ha publicado Family (autoeditado, 2024). Un trabajo con el que ahonda en el concepto de familia, más allá de la sangre, gracias a una colección de diez canciones de influjo folk.

Como en todo vínculo familiar, luz y oscuridad se alternan en un disco que transita entre la calidez y la nostalgia, que ha llevado al artista cerca de dos años de trabajo. El elepé arranca con “Twelve valleys”, que advierte, a través de las palmas casi ceremoniales, lo incierto y largo del recorrido recién iniciado. La voz de Munar serpentea entre guitarras fronterizas, sintetizadores futuristas y coros femeninos que aportan luminosidad. El artista se viste de predicador en “The tide”, donde su sobrio canto provoca un sugerente contraste con la atmósfera etérea que logran crear los sintetizadores ochenteros, que se rompe suavemente gracias al lamento del pedal steel en el estribillo.

La llama necesaria para continuar el camino prende en “A spark of life”, una declaración de amor que se enciende con un tímido arpegio para acabar de propagar su fuego entre sugerentes coros soul. Tras la chispa primaria, la incertidumbre vuelve a inundarlo todo en la conmovedora “Three leaf clover”, donde Munar se confiesa solemne sobre una luminosa melodía acústica que crece a través de coqueteos con el funky y un órgano hammond que llena el pecho de esperanza. “Seven mile trail” es la perfecta banda sonora para cualquier roadtrip, la curva que se coge con fuerza antes de que por la ventanilla se cuelen paisajes campestres gracias a “Better move on”, una animada pieza de poso country en la que escenas cotidianas que, con un ritmo acelerado que emula la rutina, se suceden mientras algún sueño se cuela (gritos del público que aclaman a una estrella del rock mediante) por un ritmo que invita al movimiento. La pausa donde reaparecen los fantasmas se materializa en la melódica “To disappear”, que, con el piano, añade una fuerte carga nostálgica que se enfatiza gracias a una imponente sección de cuerdas que mece, pero también arrastra.

Guitarras hijas del power pop y, de nuevo, la sección orquestal, en una vertiente más oscura inciden en la melancolía del recuerdo en “Sailing days”, donde el mar y el campo se funden a través de un loop de guitarras que hace que el pasado se arremoline antes de difuminarse. La densidad se diluye según se avanza hacia el final con la animada “Suffocating me” con un estribillo coreable que deja entrever cierta influencia del jolgorio irlandés, mientras un potente giro melódico, con un crescendo de acústicas y de armonías vocales que remiten a Crosby, Stills, Nash & Young, derrapa en un apoteósico solo eléctrico, perfecto fin de fiesta. Vertebrado sobre piano y guitarras acústicas, “I feel for you” es el visceral medio tiempo encargado de cerrar el álbum con una cálida intimidad.

En ocasiones luminosos, tiernos y reconfortantes; otras sombríos, inquietantes o dolorosos. Steven Munar convierte en canciones los lazos familiares, amistosos, amorosos que acompañan en ese viaje por la carretera de la vida.

https://www.youtube.com/watch?v=qusK35xRF1s

Anterior crítica de discos: F##in’ up , de Neil Young.

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