«Este es un mundo extraordinario, si yo pudiera, si Dios me dijera ‘oye, pídeme una cosa’, le diría ‘por favor, déjame 70 años más, déjame seguir viendo este mundo fantástico’. Yo quiero vivir este mundo»
En 1995, mientras actuaba en Madrid junto a Alberto Cortez, Chema Domínguez tuvo la oportunidad de entrevistar a Facundo Cabral. Como recuerdo y homenaje al cantor argentino asesinado, Chema recupera parte de aquella sensacional conversación, que permanecía inédita hasta ahora.
Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
«Los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños, ellos son los que inventaron esta palabra: extranjero». Facundo Cabral recitaba esta verdad en un momento de la interpretación de Alberto Cortez de ‘No me llames extranjero’, tema de Rafael Amor que podría sustituir el ordenamiento jurídico de cualquier estado para que las cosas empezaran a ir mejor. Ellos le mataron, los que inventaron extranjero, los mismos que están detrás de los mercados, de la explotación de pueblos y países, los que reprimen a los que no piensan como ellos, los que fomentan el desigual acceso a los servicios médicos, a la educación y a la cultura. Todos ellos, de una forma u otra, han favorecido este asesinato como favorecieron y favorecerán otros. Estuviera dirigido contra él o no el operativo que le asesinó, hay responsables. ¿Sabremos alguna vez la verdad? ¿Queremos saberla? De todos depende saber indignarnos más y más. Facundo murió libre. No se te olvida y se te quiere siempre, amigo.
Durante su visita a Madrid en 1995 junto a Alberto Cortez presentando el exitoso «Lo Cortez no quita lo Cabral» en el Teatro Reina Victoria de Madrid, tuve ocasión de descubrir a dos de los mejores artistas y personas con los que uno puede cruzarse en esta vida. Es emocionante escucharles de nuevo, aquí os extracto la conversación con Facundo, espero que os resulte interesante.
¿Qué diferencia hay entre un cantante popular y un charlatán de feria?
Creo que no hay diferencia. El arte es una bella ilusión, para algunos un tipo que tiene ilusión o vuela es un loco, para mí no. He escuchado cosas prodigiosas de los cantantes populares. No importa si lo que dicen es cierto o no, si mienten o no, lo que importa es que sea bello. No puedes obligar al arte a que tenga una moral que coincida con la mayoría. El artista está fuera de eso. Una de las ventajas del arte es que tiene la libertad de transitar otros caminos, no hay arte en el cuerdo. El cuerdo es notario, gobernador, tiene una farmacia, vende telas… El artista tiene otros permisos. Por eso no me importa si es un loco, un charlatán o un cantante popular. Tengo el mismo respeto por Mick Jagger, que suda autenticidad y tiene su discurso a pesar de lo que digan estos o aquellos, y por Atahualpa Yupanqui, que tenía su discurso también. Pero prefiero las propuestas que siempre vienen de los más audaces, en la poesía, Rimbaud; en la música, Stravinski, en su momento Bach. No creo en la cosa convencional. Por eso hoy la canción, el arte, está ensombrecida porque está muy mercantilizada. Hoy los artistas buscan la difusión y antes buscaban la inspiración. El arte es la libertad, y el éxito, de alguna manera, es una presión. Si el arte no revoluciona no vale.
Atrévete a definir tu carrera.
Es difícil hablar de uno. Lo único que sé es lo que siento que soy para mí. Soy un curioso, un buscador, un caminador. Un cantante callejero que de pronto tiene acceso a los teatros, pero nunca pierde la calle. A mí no me interesa para nada que los importantes de la sociedad me aplaudan o me escuchen, ni siquiera que me digan «es usted maravilloso». Debo seguir manteniendo mi libertad, me importa la gente con la que puedo cambiar algún viaje, alguna ilusion, algún sueño.
Alberto Cortez es un compañero ideal para esto…
Porque nos respetamos mucho. Puedo escuchar a Pink Floyd, Mozart, Jethro Tull o Bob Dylan con el mismo interés, el mismo respeto con que escucho a Pavarotti. Yo sé que no soy Pavarotti ni Jagger, soy Cabral, tengo que dar mi testimonio. Soy un cantor callejero que de vez en cuando pasa por el teatro, pero yo vivo en la calle. No soy un cantor oficial, nunca fui un tipo legal. Tengo gran respeto por la marginalidad, si el artista se transforma en algo oficial deja de serlo porque pasa a ser un objeto de consumo como al comprar un cepillo de dientes, un disco del tipo de moda, una musica light… Y el arte no puede ser así.
Con Alberto te une la poesía y la libertad, en sentido amplio, de Machado, Miguel Hernández, Atahualpa Yupanqui…
Yo era un tipo desdichado, terriblemente violento, creo que todavía lo soy intelectualmente, pero en aquel entonces lo era físicamente. Era alcohólico a los once años, analfabeto a los catorce. Mi único sueño era conocer a mi padre, que se fue un día antes de que yo naciera, para matarlo. Tenía otro sueño secundario que era morirme durmiendo, no quería vivir. Era muy violento, podía quemar la sucursal de un banco, un auto de policía y además era solitario, no pertenecía a ningún grupo. Era una especie de Rambo solitario y sudamericano, del subdesarrollo. Si hubiera tenido armas poderosas hubiera ocurrido un desastre. Y un día conocí a un jesuita en la cárcel, me enseñó a leer y a escribir y empecé a ver que había gente en el mundo maravillosa de la que no tenía ni idea, por ejemplo, Antonio Machado, Pablo Neruda, Lorca, Mayakovsky; después lecturas más pretenciosas, Sartre, Kierkegaard, Schopenhauer… Cambió mi vida, empecé a tener curiosidad, a caminar. Llevo 164 países caminando desde que empecé a cantar y buscar. Hoy soy amigo de la Madre Teresa, Sai Baba, Dalai Lama, de prostitutas del barrio chino de Barcelona, de lesbianas, de locos, de cuerdos y puedo cantar en el Lincoln Center o en una cárcel de Ankara. He cantado en Vietnam, en prostibulos por la moneda, en el templo por la moneda, pero a esos escritores que vos nombrás les debo la vida porque fueron los primeros que me dijeron «hay otra gente en el mundo que merece la pena». Tanto, que cuando tenía 46 años, después de un concierto, y me estaba esperando mi padre, al que yo quería matar, pensé «y, oye, este es mi amigo». Porque los Machado, Los Hernández, los Cervantes me hicieron una persona mucho mejor ahora porque soy feliz, entonces no me interesa joder a nadie porque me sobra mi vida para vivir. Por eso cuando un poeta es legal a mí ya no me importa. Yo no vine a conseguir títulos ni diplomas ni que me compren un auto bueno porque jamás tuve una casa ni me importa un carajo. Creo en el instante, en el presente y en una revolución constante. Uno debe revolucionarse constantemente. No creo en la multitud que espera que un político le cambie la vida. Es solo un rebaño que no tiene ningún destino, es la gente que va a desaparecer. La vida es para el valiente.
La sociedad, el cambio social ¿es posible?
No creo que el hombre sea para nada un animal político, ahí estoy en contra de Unamuno y mucha gente a la que respeto. El hombre no es un ser tribal, un individuo hace la sociedad, no la sociedad al individuo. Tu sueño va a forjar tu vida, no la sociedad. La sociedad se junta no por amor, sino por miedo, entonces no sirve. Sino no pondrían doble cerradura en la puerta de casa, ni seguro para el auto. La gente no se ama, tiene miedo a estar sola. Tiene más pánico a su propio ser que a la comunidad, por eso se juntan en un edificio. No creo en la gente que se pone la ropa por obligación de la moda, no creo en el tipo que trabaja en lo que odia porque es un estafador y eso es el 90% de la humanidad. No entiendo que existan fuerzas armadas porque no hay que defenderse de nada, la vida no es defenderse, es vivir, es animarse. Cuando un joven de catorce y quince años me dice que tiene problemas y quiere irse de casa le digo «vete ahora porque vos sos responsable de tu vida, viniste a buscar tu verdad, que no es la de tu padre». Tú vas a vivir un mundo que para mí parece mágico, con diez años más vas a poder viajar a otro planeta, cambiar cualquier parte de tu cuerpo gastada o enferma, vas a conocer un mundo sin sistemas políticos porque desaparecen las ideologías. Comenzó con la desaparicion del comunismo, los politicos solo se paran porque es una ideología contra otro y la justicia es armonizar diferencias. Una lesbiana con una ama de casa, La Madre Teresa de Calcuta y Madonna, no una de las dos, las dos. El rock’n’roll y Vivaldi, no una de las dos cosas, las dos. Sin libertad no sos nada, y para eso debes respetar al tipo de al lado, salvo que joda tu vida. A mí me jode mucho la presencia de un uniforme, no una lesbiana. Lo diferente me hace más rico. Este es un mundo extraordinario, si yo pudiera, si Dios me dijera «oye, pídeme una cosa», le diría «por favor, déjame 70 años más, déjame seguir viendo este mundo fantástico». Yo quiero vivir este mundo.
Aunque cada vez estamos más uniformados.
El tipo de una ideología, de una sola moral es muy aburrido. Creo que cuando tus hijos digan «familia» van a estar hablando de la Humanidad, cuando tu nieto diga «mi país» va a estar hablando del Planeta, y hacia eso nos impulsaron los poetas que hablamos al principio. Yo leí a un español como Machado al sur de la Provincia de Buenos Aires, que era mucho más cercano que mi tio Pedro porque tenía propuestas para mí, y me abrió un camino que mi tío no me hubiera abierto. Mi tío me ensañaba a ser pícaro, Machado a ser digno. Esa es la diferencia.
¿Qué opinión tienes de Alberto Cortez, tu compañero en este viaje?
Él tuvo mucho que ver con esto porque el primer artista que puso música a esos poetas fue Alberto, en 1967 [el dato cierto es que Paco Ibáñez fue quien inauguró con su primer disco este camino, en 1964, aunque las influencias y vasos comunicantes con Alberto Cortez en este aspecto les convierten a la vez en artistas cómplices y únicos]. Ahora hay otra gente que lo hace, muy bien, pero Alberto fue muy importante para nosotros por haber acercado el poeta a la canción popular. Mi madre nunca leyó a Machado, lo conoció por Alberto, o sea, que la hizo más rica. Yo puedo vivir sin un periódico, en el que no creo para nada porque no es más que un museo de minucias efímeras. Lo más viejo del mundo es un diario del día anterior y porque solo le interesa publicar desgracias, las peores noticias, nunca lo mejor.
Díficil relación la del poder y los medios.
Hoy los políticos son más estrellas que el mismísimo Profeta y eso no es correcto. Por eso la television es tan aburrida y tan enfermiza, si le das bola vas a pensar que el mundo está perdido, sin remedio, es una infamia. Hay otra gente en el mundo que no roba, que no matan gente ilegalmente, que no gastan el dinero de su pueblo. Un tipo que propone hacerse cargo de la vida de otro es un dato de locura, porque la única responsabilidad que vos tenés cuando naces es vivir, y tienes un solo ser humano a tu cargo, sos vos. Ahora, cuando vos seas un hombre entero y pleno vas a gravitar en lo que te rodea y vas a ser útil a tu sociedad no pensando en mí, sino pensando en vos. Conque a mí no me jodas está fenomeno. A mí la Madre Teresa no me molesta, me deja hacer, entonces me beneficia. Hay gente que me jode, la policía, las leyes morales, la Liga de las Madres de Familia que no son buenas porque tienen una única moral, tienen miedo a vivir. No confundamos el miedo con la moral, la moral es mucho más abierta, por eso yo nunca podré ser un tipo masivo ni ser aceptado por una sociedad como la que vivimos, siempre fui un tipo al margen.
Izquierdas, derechas, ¿demasiado simple?
El mundo no es ni de izquierdas ni de derechas, hay millones de matices. El único compromiso social que tiene el hombre es ser la mejor persona posible y para ser bueno tienes que estar feliz con tu vida, y para eso tienes que hacer lo que amas, no levantarte a huevo por obligación. Yo me fui de mi casa dos veces, una a los ocho y otra a los once. Mi madre cuando me acompañó al tren, que no me puso presión a que me fuera, me dijo «este es el segundo y último regalo que te puedo hacer, el primero fue darte la vida, el segundo la libertad para que la vivas». Por eso siempre fui un tipo libre, porque tuve la confianza de mi madre, ella sabía que yo no le pertenecía, por eso la amé como a nadie. Vas a amar siempre al que te da libertad no al que te la coarta, al que te acompaña en tu sueño aunque no esté de acuerdo. Esta sociedad no se mide por éxito y fracaso, el unico éxito es ser honesto con uno.