Estos días Fabián anda de aquí para allá, presentando en directo su segundo disco, Adiós tormenta, un precioso trabajo de artesanía acústica, de canciones bañadas de tristeza y melancolía. En esta entrevista, el creador de León cuenta de las dificultades del músico joven en los días que corren.
Texto: JUAN PUCHADES.
Tras foguearse con algunas maquetas, Fabián publicó en 2007 su primer álbum, Espera a la primavera (Discos Liliput, 2007), al que ha seguido estos días Adiós tormenta (Vicious Group), un emocionante disco de folk-rock en el que lo acústico ha vencido a la electricidad más por razones de escasez presupuestaria que por falta de ganas de pisar el acelerador. Quienes lo seguimos desde sus primeras maquetas, sabemos que en Fabián se esconde un músico de talento, con ganas de hacer buenas canciones y que, hoy por hoy, hace verdadera magia musical en grabaciones caseras que, sin embargo, tienen la capacidad de conmover al oyente.
Te ha salido un disco muy poco rockero.
Pues la verdad es que sí. Pero ha sido más que nada por los medios que tenía para grabar, cuando saqué el primer disco, el sello empezó a hacer aguas, todo fue horrible y aquello no funcionó ni para atrás. Me puse a componer nuevas canciones y a grabarlas un poco como podía, en mi habitación, y así se han quedado.
Aparte de acústico, es un disco con un tono bastante melancólico, no voy a decir triste…
Sí, dilo, es triste. Se titula Adiós tormenta por eso, porque es como echar algo hacia afuera.
Es un disco, incluso por el diseño de portada, muy otoñal, nada primaveral, que es cuando ha salido.
Es un disco de invierno, de escucharlo en tu habitación.
En el anterior disco ya estuvo Yuri Méndez de productor, ¿es muy importante para ti?
Sí, sí. Yuri como productor tiene un nivel muy grande, y a la hora de manejar cacharros y mezclar y utilizar plugins se maneja mucho. Si no fuera por él yo estaría muy perdido en ese tipo de cosas, porque él es el que controla. Ahora se va con Pájaro Sunrise, que se ha quedado él solo en el grupo, de gira a Japón, le han editado por allí.
Dices que sin él te sería difícil sacar adelante los discos, pero, sin embargo, tú ejerces en ellos de multiinstrumentista.
Sí, por eso mismo, porque, ya te digo, empecé a grabarlo yo solo, tenía un teclado a mano, tenía una lira, me prestaron una mandolina, tenía unas cuantas guitarras… y, venga, a por todas.
Es decir, está grabado en tu casa.
Sí, como el primero, en mi habitación, luego hay varias sesiones en casa de Yuri y unas baterías que grabamos en un estudio, más que nada por problemas de espacio, que si no también las grabamos en casa.
Dices que te dejaron una lira y una mandolina… ¿Son instrumentos que más o menos controlas o te pones a ver qué sale?
No los controlo para nada. El teclado tampoco. Pero me pongo a jugar con ellos y al final aprendo a cacharrear un poco con ellos. Ahora estoy empezando a grabar nuevas maquetas para el próximo disco, y voy igual. Ahora mismo estoy componiendo con el teclado.
Te hacia más de componer con guitarra.
Sí, yo soy más de guitarra, la manejo más o menos, es el instrumento con el que más me defiendo, con el que voy a los directos.
¿Salen distintas las canciones cuando nacen con guitarra o cuando nacen con teclado?
Sí, y no sólo eso, tío, cojo una guitarra española y me sale un tema diferente, creo, a como me podría salir con una guitarra acústica. De hecho tengo aquí una guitarra española, toda rota, que he grabado cosas con ella en los dos discos, y creo que no las podría haber compuesto con una guitarra acústica, no sé por qué, tiene otro timbre, otra sonoridad y te lleva por otros caminos.
Al hacer discos así, discos desde la penuria…
Desde la pena. Es más pena que penuria [risas].
Pena suena más triste todavía.
Pero menos jodido.
Vale, haciendo discos desde la pena, ¿te pones delante de algún espejo, es decir, «me gustaría que este disco sonara como tal», o directamente vas a hacer lo que puedes con los medios de que dispones?
No es tanto hacer lo que pueda como intentar hacer lo que quiero con lo que tengo. Es como lo que te decía de los instrumentos, son las canciones las que mandan, si tenemos que grabar una cosa que suene así, hacemos lo imposible para que suene lo mejor posible, atendiendo a nuestros criterios de producción.
¿Y en qué discos te fijas?
Me gustan mucho como suenan los discos de Dylan de los 60 y los 70, me gusta mucho Nick Drake, me encantan sus tres discos, me gusta mucho Wilco, que tiende más a la banda de rock. Aquí en España, me gusta mucho Quique González, Calamaro, Alta suciedad y Honestidad brutal me gustaron mucho.
De ahí, supongo, viene la versión de «Todo lo demás» que haces en Adiós tormenta.
Sí, es una canción que solía tocarla yo solo en directo, a mi bola, con la guitarrita y cantando muy bajito, parecía un tema más de Elliott Smith que de Calamaro. Y así la he grabado, porque grabar una versión que sea igual al original es un poco una tontería.
¿Te gusta meterte en canciones ajenas?
No soy mucho de hacer versiones, pero sí que disfruto haciendo las que hago. Grabando «Todo lo demás» disfruté muchísimo, porque te quitas esa presión que tienes contigo mismo y juegas un poco a cómo sería y te atreves un poco más que con las tuyas.
LETRAS Y AUTORES
Antes hablábamos de la composición, y tus letras son importantes, no son precisamente directas, dejas mucho margen para que el oyente las interprete.
Es mi manera de expresarme, me lo dicen algunos amigos, que en el trato normal también soy un poco así. Supongo que a la hora de escribir canciones es lo mismo, y tiene que ver con los autores que me gustan, con Bukowski, Fonollosa… Ese tipo de autores que no son tan explícitos y que dejan más margen al lector o al oyente. Pero escribo así, me sale de forma natural, me cuesta más esfuerzo ser explícito y explicar las cosas. No me parece bonito para una canción el explicarlo todo.
¿Te sientes identificado por la nueva y amplia generación de cantautores: Manolo Tarancón, Alfredo González, Luis Ramiro, Carlos Siles…?
Me siento identificado sobre todo por el tiempo que nos ha tocado vivir, como muy fastidiado, como muy jodido, y creo que se fomenta ahí una especie de camaradería entre todos nosotros que, de verdad, está sustentada en algo. Quiero decir, yo voy a Valencia y sé que tengo un amigo en Valencia que se llama Manolo [Tarancón] y nos lo pasamos muy bien. Con Álex Ferreiro en Madrid pasa lo mismo, con Carlos Madrid en Cartagena, con un montón de gente. Sí que lo noto. A nivel musical te sientes más identificado con unos que con otros, pero sí que hay una especie de nueva generación.
¿Te molesta el término cantautor para definirte?
No, no me molesta. Me molestaba cuando empecé a tocar, porque en España siempre se ha mirado al cantautor como a una figura muy mesiánica y adoctrinadora. Pero, luego piensas, por qué me va a molestar si Serrat es un cantautor y es la leche, y Sabina también, y Calamaro y Quique… ¡y Dylan! No, no me molesta para nada.
Sigues viviendo en León, ¿no te has planteado, como otros tantos, dar el salto a Madrid?
Precisamente es eso, lo ha hecho mucha gente y no es garantía de nada, a lo mejor antes sí, pero ahora quizás todo lo contrario: vivir en Madrid es supercaro, hay una saturación brutal de gente que toca, todos los días hay siete u ocho conciertos de gente como yo. Y no sé si tiene sentido.
Adiós tristeza, curiosamente, ha salido en un sello de Barcelona.
Sí, el año pasado fui a tocar a Sant Cugat y entre el público estaba el manager de Dani Flaco, que es de Vicious Group, le gustó mucho, se compró un disco mío y a los dos días tenía un mail suyo en casa.
Has tenido mucha suerte, porque el camino para muchos está siendo la autoedición.
Sí, y me lo estaba planteando, era lo que quería hacer, autoeditarme, porque en las tiendas casi no se venden discos, mi disco puede estar en alguna Fnac, pero se venden en directo. Yo he firmado con ellos más que nada por cuestiones editoriales, por management, por promoción, para que me muevan. Porque a la hora de editar un disco la autoedición es algo a plantearse muy seriamente, y en el futuro me lo plantearé.
Antes de que saliera el primer disco enviabas unas maquetas muy aseadas.
Sí, muy chulas, me las curraba. Y Plegarias [un primer EP], me lo hice yo en casa, y quedó muy guay.
De aquellas maquetas han quedado temas sin grabar en los dos discos, ¿no?
Sí, sobre todo hay una, «El tipo equivocado», que me la piden mucho que la grabe con banda, porque es verdad que cuando la hacemos en directo tocando seis tíos suena muy bien, metiendo ruido, a mí me gusta mucho meter ruido, jugar mucho con las dinámicas y en «El tipo equivocado» hacemos eso. Sí me gustaría captar la energía que tienen algunas canciones. A lo mejor en el tercero, si me dan algo de pasta para grabarlo, me gustaría hacerlo así. Estaría muy bien poder meterse en el estudio con un grupo.
Si quieres escuchar a Fabián, entra en su Myspace.
Aquí puedes visitar su web.