Selda
Selda
LP: Turkuola, 1976
LP/CD Finders Beeper, 2006
Una sección de VICENTE FABUEL.
La vocalista turca Selda (Anatolia, 1948) poco tiene que ver con otras grandes voces femeninas de la canción árabe, Om Kalsoum, Ashmahan… Divas supremas del prodigio vocal oriental, en sus músicas estas mujeres rara vez parecieron alejarse del imperante clasicismo formal, y en sus vidas privadas, en su papel femenino, poco más de la oficialidad que mundo tan codificado como el árabe imponía. Para nuestros incautos ojos, Selda, también llamada Selda Bagcan, aparece como un deslumbrante oasis susceptible de ser singularizada usando parámetros occidentales. No haría falta, pero juguemos a ello. Si se prefiere, pues nos encontramos ante una cantante de folk-rock psicodélico que comenzó su carrera en la década de los 70 y que aún la mantiene, y de tal forma fue presentada en sociedad por los entusiastas chicos del sello inglés Finders Keepers. Bienvenida sea de ésta o cualquier otra guisa porque no tengo ninguna duda de encontrarme ante uno de los recientes rescates más jugosos que este cronista ha tenido oportunidad de escuchar.
Dense pues por bien enterados los escépticos de que este magnético disco debut de la cantante venía adornado de todos los “gimmicks” psicodélicos habituales. Evidentemente, nada postizo, simplemente los que trasportaban los aires libres del Bósforo en los años previos al golpe de estado de 1980, que llevaría a la cárcel a la artista en varias ocasiones por su posicionamiento político y de paso truncaría su carrera durante los años 80. Pero este su primer LP vino a colmar todas las expectativas generadas con el puñado de singles que había editado a partir de 1971, algunos acompañada por el grupo Mogollar, probablemente el primer grupo turco en traspasar las fronteras de su país, por ejemplo en Francia, donde fueron conocidos como Les Mogol. Selda, en realidad, era una cantante tradicional, una cantante de raíces, como muchas de las tonadas populares que interpretaba, o bien una cantautora política abrazando al rock y manteniendo una actitud pública de alto contenido social en un mundo de hombres. Más que heroico, en Turquía simplemente insólito. Pero sobre todo, musicalmente y ante mis oídos atónitos, uno de los híbridos más inquietantes de la década de los 70: un extraño e indefinible brebaje de folk songs turcas cocinadas con actitud rock, arreglos prog, arabescos “psych” y ecos de “eastern” jazz, todo ello servido con una voz –no demasiado acorde con su físico– bendecida por todos los dioses otomanos (dicen que en Turquía a Dios se le conoce por 99 nombres distintos).
Una obra como ésta, más siendo su primer trabajo grande y con ese inusual despliegue de todos los elementos expresivos que un artista raramente alcanza si no es con la madurez, asegura encontrarse ante un disco, una voz y un mundo personal creativo y poético realmente de excepción. Finalmente, mi habitual digresión me trae a la cabeza el viejo cantable ¿De dónde vienen los cantantes?, aquel olvidado son cubano del Trío Matamoros cuyo texto se interrogaba acerca del carácter mágico de los artistas, de cómo éstos eran recibidos en los pueblos (“…que los encuentro muy galantes y los quiero conocer / con su trova fascinante que me la quiero aprender …”) y de cómo valoraban los lugareños su condición de embajadores de lo heroico, cuando no directamente de lo divino (“… mamá ellos son de la loma pero bajan y cantan en el llano”). Pues eso mismo, ahí quería llegar, a esa misma parecida fascinación: ¿de dónde viene la voz de Selda? ¿Cómo es posible cantar así de ágil, honda, inventiva, sensual…? Y sobre todo la pregunta clave, ¿por qué?, ¿quién le obliga?, ¿qué le impele a hacerlo así?, ¿porqué necesitan las cantantes como Selda expulsar al exterior todo eso? Éste es el disco de las preguntas.