Varios
«Cuentos de siempre al ritmo de hoy»
LP: Movieplay, 1972
Una sección de VICENTE FABUEL.
A finales de los 60, cuando el que firma esto desconocía por completo que la palabra extravagante figurase en el diccionario, descubrimos por la radio una serie de manidos cuentos infantiles que al venir acompañados de imaginativas melodías beat nos sonaron de dulce. ¿Discos para niños hechos por músicos españoles de rock? A pesar de los pesares, todo podría explicarse en aquellos años de tremenda expansión creativa del género. Incluso que las stars del momento facturasen música para críos sin rebajar un ápice su habitual nivel creativo. En proyectos similares, recuerdo y rescato sin ánimo exhaustivo a los productores Pepe Nieto y Manolo Díaz más las voces del grupo Aguaviva en su excelente colección de singles «Festival» del año 72 (Acción); o al fantasmal LP conceptual “Lovy” (Philips, 1972) de los compositores Pablo Herrero y José Luis Armenteros con el grupo infantil Pequeñeces. Por supuesto, los siempre cuidadísimos proyectos de Lolo Rico, “Los amigos de Dola” (CFE, 1978) y el gran y exitoso “La bola de cristal” (Hispavox, 1985). Por último, estas tres pequeñas delicatessen del género, los tres cuentos recopilados en este LP y que ya habían salido previamente en formato single: Cenicienta Pop, El flautista de Hamelín y Caperucita Ye-Yé.
Cuentos clásicos enriquecidos con continuos efectos especiales, brillantes melodías pop y chispeantes diálogos. En el primero de ellos, “Cenicienta Pop”, aparecía cantando el argentino afincado en España Eduardo Bohr (nada que ver con el valenciano Bort) y que en breve editaría junto al productor Pepe Nieto el codiciado single de soul hispano “You came” (Columbia, 1969). En “El flautista de Hamelín” (tampoco que ver nada con el film homónimo protagonizado por Miguel Ríos y los Botines) lo hacía el poco distinguido cómico peruano Chicho Gordillo, a pesar de lo cual deslumbraba con un sorprendente tema de beat (¿?) realmente irresistible. No debería olvidar el rescatar uno de los diálogos incluidos en el cuento y que bien podría explicar el triste papel de bufón que al músico modesto le ha tocado siempre representar: “por tocar la flauta un rato, quiere oro el mentecato”, le espeta el señor medieval al flautista cuando éste intenta cobrar unas monedas por su trabajo. Y dejo para el final mi favorito, el “Caperucita ye-yé” de Adolfo Waitzman con la participación de Miguel Ríos, Marta Baizán y Los Impala.
Editado originalmente como EP (Sonoplay, 1966), con ediciones en vinilo rojo y negro y bajo la coletilla “los grandes cantan para los pequeños”, el disco se acompañaba de un pequeño cómic de autor desconocido, músicas de Waitzman y Benito Lauret que entroncaban perfectamente con el habitual nivel de los intérpretes participantes, y unas letras sutiles e irónicas que respetaban y alentaban las escasas entendederas de este tierno infante, entonces uno de esos críos a los que se dirigía el proyecto. Narrado por la impagable y radiofónica voz de Mª Carmen Goñi y estructurado como una pequeña comedia musical, Marta Baizán –una de las ye-yés mas recoletas y masticables del Reino– oficiaba de Caperucita, un Miguel Ríos insólito (“menudo banquete de niña me voy a dar”) hacía del Lobo, mientras que los venezolanos Impala se encargaban de los cazadores que disuaden al lobo en sus malévolos planes. Todo ello bajo insólitos sonidos ye-yé (“Canción de Caperucita”), beat (“Canción del lobo) y garaje (“Coro de los cazadores”) capaces de pasmar hoy al más incrédulo. Increíble pero cierto, como los cuentos.
Y colorín, colorado…
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Anterior entrega de Extravagante: Marisol y Juan Carlos Calderón.