DISCOS
«Huele, desde el primer segundo, a meditada huida hacia delante en tiempos de incertidumbre»
Ramírez Exposure
Exit times
LOVEMONK, 2021
Texto: CÉSAR CAMPOY.
Con su tercera referencia discográfica, tras aquellos dignísimos Book of youth (2015) y Young is the new old (2017), el artista valenciano ha consolidado una filosofía sonora personal, identificable a la primera a partir de un registro vocal característico, y un universo musical que irradia sincero optimismo al arroparse en un pop luminoso de calidad. Exit times, como su propio título indica, huele, desde el primer segundo, a meditada huida hacia delante en tiempos de incertidumbre. En él, Víctor construye una suerte de feliz exorcismo, un continente en el que sentirse seguro (basta con diseccionar la portada, diseñada con tino por la pintora alemana Angela Dalinger) para ofrecer un contenido construido con elegancia sentida, pinceladas de ironía y tremendo respeto por los referentes homenajeados: el pop en sus vertientes power y sunshine, la psicodelia amable, el folk, los sesenta más melódicos…
Para lograr encajar todas estas piezas, el músico ha recuperado unas pocas composiciones que permanecían en el cajón hace tiempo, las ha actualizado y mimetizado con creaciones de nuevo sello y ha vuelto a recurrir a viejos conocidos; otros creadores que, a lo largo de su carrera, siempre se han sentido atraídos por su manera de entender la música. Con J.T Prewitt, su compañero de fatigas en aquellos siempre reivindicables Oh, Libia!, comparte autoría en la pegadiza “Bridges and roads” y en una onírica “Dalingeria”. Además, como era de prever, Ken Stringfellow y Brian Young vuelven a prestar buena parte de su celebrada imaginación y aportan su granito de arena, a base de coros, guitarras, bajos, baterías y teclados.
Todos ellos, escuchado lo escuchado, se convierten en escuderos perfectos para que este artista de sensibilidad evidente, pasmosa en ocasiones, siga escribiendo, con paciencia de amanuense (de hecho, prácticamente todo este Exit times ha sido registrado en el estudio casero de Ramírez), las páginas de una trayectoria basada en la pasión por la minuciosidad, en la que el espíritu de Brian Wilson siempre acaba materializándose en el horizonte (“Dysfunctional girl” mediante, sin ir más lejos) mientras estribillos pegadizos y guitarras soleadas (“Exit times”, “The rituals”) se codean con pasajes que gustan de lo ensoñador (“A silly ode to a serious love”, “Another fool with a good heart”), medios tiempos sintetizados (“Vivid night dreams”), transiciones cuasi lisérgicas (“Psychic science”) y sones que rezuman serena esperanza (“You’re going far”). Una decena de piezas que destilan honestidad, que tratan de mostrarnos mucho más de lo que, a primera vista, el oyente es capaz de asimilar, y que conforman un trabajo que se degusta en un suspiro.
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Anterior crítica de discos: La verdad, de Dani Llamas.