Evolución, de Los Deltonos

Autor:

DISCOS

«Röver se mantiene como un hacha en lo suyo, pero esta vez no nos convence como otras»

 

Los Deltonos
Evolución

GUITAR TOWN, 2024 

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

No vamos a descubrir ahora que Hendrik Röver es culo de mal asiento. Que no puede estarse quieto, vaya. Acostumbrados como nos tiene a un mínimo de un disco al año, ya empezábamos a echarlo en falta. Lo que no esperábamos es el movimiento que esta vez pasaba por su cabeza germano cántabra. Y es que resulta que, cosa que no suele ser habitual entre los músicos, le ha dado por rebuscar en su particular baúl de los recuerdos para acabar encontrándose con unas canciones de principios de siglo destinadas a formar parte del repertorio de Hank ¿Que no les suena? Tranquilos, que vamos a ello.

Hank fue el proyecto paralelo a Los Deltonos que, entre 1994 y 2001, se inventó Hendrik Röver para darle al power pop. En 1996 publicaban su disco …a lo bomba, al que seguiría en 1999, ¡Dios mío, Larry … qué demonios es eso! Sus influencias iban de Buffalo Tom a The Raspberries, pasando por Big Star, Matthew Sweet o The Beat. Y por ellos están influidas también las diez canciones de este Evolución porque, según el propio Hendrik, «me di cuenta de que tarareaba esas canciones a menudo y pensé que había que hacerles justicia sacándolas a la luz. Además, no habían estado editadas nunca por lo que técnicamente son canciones nuevas». Pero entonces ¿por qué no grabarlas como Hank? «Porque Hank es un proyecto que ya no existe y, a la vez, siempre ha estado ahí, como una textura de fondo. En realidad, Hank solo simuló desaparecer. Lo que hizo fue emulsionarse con Los Deltonos y dejar trazas más o menos visibles en todos los discos».

Así que, con una formación calcada a los primeros pasos de Hank, léase, guitarra y voz, bajo y batería arrancan con “A su tiempo”, que nos hace entender de qué va esto. Porque ni suena del todo a los últimos trabajos de Los Deltonos ni lo hace a Hank, sino a algún punto intermedio. «Solo un cable», en cambio, sí que es el sota, caballo y rey del power pop. Poco grasienta, es luminosa como pocas canciones en el repertorio de la banda cántabra. “Como yo” sigue siendo power pop, pero es más noventas que setentas —las dos décadas por excelencia, para mi gusto, del género— y aquí volvemos a la fusión de estilos con las guitarras algo más sangrantes. A la canción titular es fácil imaginarla en uno de los discos de Hank, mientras “Ya quisieras” tiene más del pop punk de unos Parasites que de otra cosa. “Transparente” nos facilita entender por qué Hendrik nos dice que «para bien o para mal (normalmente para bien) lo que tocan los Deltonos suena a Los Deltonos. Además, qué diablos, Hank y Los Deltonos coincidían en el 66,66% de la formación…», igual que “Arte y ensayo”, aunque en esta el tratamiento de la parte vocal tiene algo de The Smithereens. Con el trío final formado por “Las buenas intenciones”, “Nos gusta aquí” y “Adolescencia” nos quedamos en los noventa, y no nos disgusta, aunque parecen desmentir a Röver en la afirmación anterior porque suenan mucho menos a su banda madre.

Y así llegamos al final, con una sensación extraña. Porque ni Los Deltonos han grabado con este su peor disco, ni tampoco han hecho lo propio con el mejor. Y volver a preguntarse —aunque ya tengamos la respuesta— la razón de no editar estas canciones como Hank, nos sigue sobrevolando la cabeza. Röver se mantiene como un hacha en lo suyo, pero esta vez no nos convence como otras. Quizá es que necesitamos cada cosa en su cajón, cuadriculados que somos, y esta vez todo se ha mezclado demasiado con un resultado alejado de la excelencia a la que nos tienen acostumbrados Los Deltonos. O quizá sea eso: que nos tienen demasiado malacostumbrados. Algo mucho más simple.

Anterior crítica de discos: All things go, de Loney Dear.

 

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