«Hay que reconocer la figura de personas que nos han formado como personas y como artistas. Las personas a las que admiramos tienen una gran influencia en nuestras personalidades»
Seis años ha tardado Estrella Morente en dar forma a “Autorretrato”, un disco intenso que preparó junto a su padre y que viene a ser una especie de homenaje. Eduardo Tébar habla con ella.
Texto: EDUARDO TÉBAR.
Como una sombra protectora. El semblante reflexivo y sereno de Enrique Morente custodia la imagen de su hija frente al espejo. La portada de “Autorretrato”, el disco que Estrella ha tardado seis años en publicar, lo dice todo. Antes de la desgracia, ambos pulieron un trabajo de flamenco viejo con fachada nueva. Entre los colaboradores, músicos de la familia y figuras mundiales: Michael Nyman, Pat Metheny, Paco de Lucía, Vicente Amigo, Tomatito, Montoyita, los Ketama… Quilates refulgentes para una obra introspectiva. La cantaora recupera algunos de los versos definitivos de su tierra. “Granada vive en sí misma tan prisionera / que solo tiene salida por las estrellas”, advierte en la revisión de ‘La habanera imposible’ de Carlos Cano. Y no es el único eslabón que rescata. Tampoco sorprende la intervención de Alain Pérez —bajista de ‘El pequeño reloj’— en ‘Cuba-Cái’, sabroso revoltijo de rumba y guaguancó. Son y soniquete. Siempre con la huella imborrable del Ronco del Albaicín. Estrella Morente habla con la misma mesura que su padre, el genio de la voz libre.
¿Cómo le recuerdas?
Como un ser humano único. La gente como él no debería desaparecer. Por lo menos, no de la manera en que lo hizo. Tendrá una explicación y será porque deja un mensaje de verdades… Es muy difícil definir esto.
¿Dejaste de creer en la justicia?
Tenemos que creer en la justicia, que es lo que nos han enseñado a respetar. Hay que luchar por las verdades y por las honestidades. Es una obligación moral como ciudadanos, para que a nadie le vuelva a pasar lo que nos ha sucedido a nosotros. Es mi postura desde el principio. Sí, claro que confío en la justicia. Y debería hacerse justicia con esta tragedia. La justicia tiene que ser justicia, no injusticia.
¿Qué sientes al ponerte frente al espejo?
Es un sueño compartir este trabajo con el público, que lo está haciendo suyo. Este disco es una labor compartida con mi padre; algo muy importante en mi carrera y en mi vida. Estoy intentando entregarme de una manera sencilla y cariñosa. Así es como se está comportando la gente conmigo, de una forma muy receptiva y cercana. Significa mucho para mí este “Autorretrato”, un disco que me lleva a Sevilla, a Barcelona, a Almería, a Londres…
¿Ha sido el disco más difícil?
En realidad, no tanto. El disco nace de la alegría. Con mi padre al lado, trabajando más que nunca con una salud de hierro. El proceso creativo no parte de la pena. Es un triunfo contar con semejante calidad de artistas. Sin Enrique Morente, hubiese sido imposible este trabajo.
Músicos, repertorio, poesía. En cierta forma, el álbum resume a Enrique Morente.
Se involucró muchísimo. Por circunstancias, no podía estar en Granada siempre que él me lo pedía. Andaba ocupada con temas laborales y atendiendo a mis niños. Llegamos a alternar la grabación con unos conciertos conjuntos con la Orquesta de Cadaqués. Para mí fue importante que mi padre andara pendiente de este trabajo y que fuese cantándolo. Es más, tengo el disco grabado aparte con su voz.
¿Te cuesta escucharle?
Me resulta difícil escuchar el ‘Adagio’ al final. Siempre lo hacía con mi padre. Era uno de los temas terminados cuando él partió. Ahora tomo conciencia de la importancia que supone compartir esa recreación de una soleá petenera. Para mí, ahí están los capiteles del cante.
Una metamorfosis inversa.
Sí. Partí de los coloridos musicales y acabé cantando la seguirilla hacia dentro. Eso también tiene sus secretos y sus frutos.
¿Y todo empieza en Inglaterra?
Con Michael Nyman surgió una amistad a raíz de un encuentro que mantuvimos en Londres. El Sadler’s Wells tiene una acústica maravillosa. Estoy loca por volver. Michael es una persona que va con el arte a cuestas. Me ha regalado su generosidad. Me atraía una de sus piezas, que a mí me sonaba a réquiem. El maestro Nyman me confirmó que, en efecto, la pieza tenía ese sentimiento. En ese momento investigaba sobre un poema de San Juan de la Cruz con una riqueza maravillosa. En el disco lo hemos llamado ‘Le di a la caza alcance’. Tras aquella experiencia en Londres, se fue fraguando el disco.
Con colaboradores de postín.
Yo tengo muchos amigos, pero sin mi padre no hubiese sido posible esta producción. No he conocido a nadie de quien todo el mundo diga cosas tan bonitas y tan geniales. Estoy agradecida a todos por aportar su amistad. Mi padre era un genio humilde, por eso atraía a todos estos gigantes. Estoy convencida de que era por su actitud y por su talento.
Versionas ‘La estrella’ y vuelves a interpretar ‘En un sueño viniste’, el poema con el que te despediste de él.
‘En un sueño viniste’ tiene muchas connotaciones, algunas muy profundas para mí. Ahí está la universalidad de la obra de mi padre. Rock, blues, jazz, música clásica, flamenco… Todo es música. Luego estamos los intérpretes. Unos buenos, otros malos y otros regulares. Los géneros se pueden comunicar. El lenguaje de la música es universal. Para mi padre, el arte era todo: pintura, poesía, arquitectura, toreo. Así lo entendía y lo plasmaba en su obra. En su momento eran impensables aquellos arreglos sobre la letra de Al Mutamid. Después ha sido una fuente de vida para músicos como Qüasar, la banda de Jesús Arias, o Los Evangelistas, que han hecho un trabajo espléndido y lleno de cariño. Me gusta que una generación joven de personas preparadas le tenga esa devoción a Enrique Morente.
Hay un reciclaje continuo. ‘Cuba-Cái’ extiende aquel proyecto perdido de cantes de ida y vuelta.
Es verdad. Hay muchos proyectos que están conectados entre sí. Los suyos, los míos, los de mis hermanos. Nuestros discos son una consecuencia de nuestros directos y nuestros directos son una consecuencia de nuestros discos. Hablo en plural porque lo siento así. Cuando mi padre se disponía a trabajar, no diferenciaba entre lo suyo y lo mío. A veces, uno podía estar en el Festival de la Guitarra y otro en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Nos poníamos de acuerdo y hacíamos el mismo cante. A lo mejor acordábamos cantar los dos una caña. No pasaba nada: es la música de nuestra casa. Era lo que estábamos aprendiendo en cada momento. Lo que más me alegra es que este disco lo siento más suyo que mío.
¿Y cómo entra Lola Flores en la selección?
Respeto mucho a Lola Flores. Representa la calidad del ser humano: entrega, gracia, sinceridad, honestidad. Se merece un homenaje. Hay que reconocer la figura de personas que nos han formado como personas y como artistas. Las personas a las que admiramos tienen una gran influencia en nuestras personalidades. De ahí el recuerdo de Lola como andaluza, femenina, cantaora y flamenca.
Tú también sabes lo que es bregar con ortodoxos e inmovilistas del flamenco.
Pienso que debemos escuchar a toda la gente. De todo el mundo se puede aprender. La opinión externa fragua el interior de uno. Nos vamos haciendo de muchas cosas, pero también de lo que opinan los demás. A los críticos les tengo un gran respeto. Luego, leo la crítica según cante, baile y toree el crítico en cuestión.
¿Tienes ilusión para otro álbum?
El recibimiento ha sido emocionante. Llevamos más de 15.000 discos vendidos. Es un álbum en el que hay seguirilla, soleá, bulería, sevillanas, peteneras. Es un viaje musical que, a pesar de los temas rítmicos y sonoros con estribillo, realiza una mirada profunda hacia el interior. Espero seguir compartiendo este trabajo durante mucho tiempo, que no se agote. Y no lo digo solo por la gente, sino también por mí misma. Quiero aprender de este disco cada día porque es una de las grandes lecciones que me ha dejado mi padre.
Te hemos visto apoyar a tu hermana Soleá con camiseta de los Stones.
Soleá me ha dejado muy sorprendida. Se está haciendo a sí misma. Fue la traductora, compañera y amiga de mi padre en los últimos tiempos. Le ayudaba en todo, hasta para escribir una nota. Mi padre le hacía sitio a todo el mundo, pero con Soleá había algo muy especial. Soleá supo valorarlo y aprendió. Tiene una elegancia innata para todo lo que se propone.
¿Digieres el «dream-pop» de Los Evangelistas?
Los escucho todos los días. El epé que ha hecho Soleá con ellos es de una belleza maravillosa. Impacta. No se le puede llamar fusión ni mestizaje porque suena muy natural. Es el resultado lógico de la unión de mi padre con los rockeros. Mi padre amaba el rock, como otros géneros. A mis hermanos y a mí nos lo transmitió. Soleá está sacando todo eso, pero no sabía que tenía tanto talento, que era capaz de afinar tan bien. Ella siempre se ha dedicado a estudiar. Es muy trabajadora, muy sacrificada. Tiene su carrera de Filología Hispánica. Cuando no había una exposición, había una corrida de toros o la presentación de un disco. Concentrarse y sacar buenas notas en ese ambiente no resultaba fácil. Ha tenido la suerte de estudiar en una facultad excelente en Granada, donde ha recibido clases de Luis García Montero o Andrés Soria, el marido de Laura García Lorca, sobrina de Federico. Soleá tiene riqueza artística. El público va a disfrutar muchísimo de ella.
¿Da vértigo el apellido Morente?
A mí me llena de alegría y de emoción. Mi padre se volcó en nuestra educación. Nos impartió los valores que le parecían importantes en la vida. Soleá, Enrique y yo sabemos que de todo el mundo se puede aprender. Tenemos que llevar a cabo ese legado tan maravilloso que nos dejó. Lo haremos con el flamenco, con nuestro cante y nuestra creación. Hay causas sobre las que debemos alzar la voz, contra las injusticias del mundo. En ese camino estamos.